Mi casa rodeada de naranjales
es temblor en el camino de venados,
y en mi vida, sencilla de pensamiento espiritual.
Recuerdo pasos fugitivos de mí mismo.
Aún volveré con el emblema naranja, lindo naranja:
cuando mandarinas cesen de caer
descortésmente.
La piedra se torne suave masa
para construir hombres con servicio devocional,
y piense la carne su final ceniza.
La carcasa ha trocado;
sin ella se existe sin límites ni ataduras.
Quedan puentes inmóviles en la infancia ¡oh, recuerdos!
Piedra sobre piedra.
Hombres en Templo de Artemisa en Efeso,
sienten sus medidas arcilo - arenosas,
son caminantes del infinito entre montañas.
Los sueños no son para encerrarse en una estación.
Apure su paso este año porque da pena vivir, todavía,
suspirando en esquinas,
sin saber el naranjo que sufrimos
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