En el barrio del Bienestar camino a Carquín Bajo, cada noche de luna llena en una vieja casona de quincha y adobes, se escuchaba cantar a una niña canciones de lamentos que al simple oírlo se les escarapelaba el cuerpo a los lugareños, llegada la media noche nadie quería pasar solo por ese sector, muchas veces se tenia que esperar en el pozo de agua, a otro vecino para poder pasar juntos por la vieja casona y a si poder llegar a sus casas
Una noche clara de luna llena unos amigos del lugar tenían que llevar un medicamento muy urgente a Carquín, por la desesperación del momento se olvidaron del canto de la niña triste y pasaron como si nada sucediera en el lugar, cuando de repente a lo lejos del camino vieron sentada sobre un tronco de sauce viejo, a una mujer que cargaba sobre sus brazos a una niña que yacía inerte sobre su regazo, caminaron lentamente evitando hacer el menor ruido posible, pero todo fue inútil, la mujer comenzó a llorar y cargando a la niña camino hacia un matorral dejando en el lugar un fétido olor a muerte. En ese instante los amigos no sabían que hacer, uno de ellos se lleno de valor y quiso seguir a la mujer y el otro tropezó y preso del temor comenzó a balbucear palabras sin sentidos, faltaban escasos metros para llegar a la vieja casona, cuando el canto de la niña triste se empezó a escuchar, Oswaldo Chagray Junco un viejo carpintero de Hualmay que justamente pasaba por el lugar se unió a los dos amigos, con machete en mano y una cruz grande de madera se acercaron a la vieja casona para averiguar lo acontecido, encontrando tendida sobre una vieja estera de totora, restos fosilizados de una mujer y una niña, que muy posible alguien las avía desenterrado al momento de huaquear. Oswaldo Chagray Junco conjuntamente con los dos amigos cavó una poza en el lugar de los hechos y enterraron los huesos de la mujer y la niña, poniendo sobre la supuesta tumba la cruz de madera que había llevado.
Hoy en día de la vieja casona solo queda un montículo de tierra y matorrales, el canto de la niña triste dejo de escucharse, los vecinos transitan libremente por el camino a Carquín Bajo, haciéndose la señal de la cruz como un respeto por las ánimas benditas que ahí descansan.
Hoy en día de la vieja casona solo queda un montículo de tierra y matorrales, el canto de la niña triste dejo de escucharse, los vecinos transitan libremente por el camino a Carquín Bajo, haciéndose la señal de la cruz como un respeto por las ánimas benditas que ahí descansan.
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