En los rieles de la vieja estación del tren, parecen tener grabado sobre ellas el nombre del sonriente señor Vélez, el afable maquinista del tren. El tiempo inclina mi memoria a pasos lentos y puedo vagamente recordar su alegre rostro de tez morena, sus blanca cabellera cubierta por un gorro de color azul tipo Jorge Chávez y sostener entre sus dedos su clásico cigarrillo Inca, pitando a su arribo a la Factoría o taller de maestranza que estaba donde hoy funciona el colegio Domingo Mandamiento Sipán. La locomotora con sus seis furgones llenos de sacos de algodón, verduras y pan llevar traídos desde Sayán, Humaya, Vilcahuaura y otros lugares aledaños a la zona, hacía su arribo a la vieja factoría, para luego desprender sus vagones de carga y seguir con el furgón de pasajeros hacia su paradero final, la estación del tren ubicado en la Av. Ferrocarril, donde actualmente funciona el Archivo Provincial y el Museo de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión.
Estacion del Tren en la Av. Ferrocarril, hoy 9 de octubre frente a la ex Lever Pacocha.
El amigable señor Vélez, también conocido como el maquinista del tren del amor, así lo llamaban sus viejos amigos, entre ellos el señor Ramos, inspector de la línea ferroviaria, el señor Reyes, boletero de la estación quien era el encargado de vender los pasajes a Chancay, Barranca, Sayán y Ancón. Recuerdo claramente cuando bordeaba mis 14 años de edad, mi abuelo Teófilo Murga Palomino, me contaba que cuando viajaba hacia Huacho procedente de Sayán o Ancón, el señor Vélez resoplaba la máquina como avisando o demostrando el poderío Fausto que poseían las máquinas de la agencia Noroeste del Perú con sede en Huacho.
Tantos años recorriendo los mismos rieles, llegando a su destino a paso lento pero seguro, su recorrido diario por los caminos del valle Huaura- Sayan, Huacho-Chancay-Ancón y viceversa dejaron en las viejas vías del tren hoy desaparecido, el nostálgico recuerdo de los pitos y las resopladas de las máquinas, las desenganchadas cuesta abajo desafiando el descenso, cortando el viento que inquietaba arrebatarle su gorro azul que cubría su blanca cabellera; el zumbido de la locomotora cuando tenia que transitar por zonas altas, todo quedó grabado sobre los mudos rieles que sabe Dios por donde estarán.
En el año 1964 las máquinas fueron conducidas todas, a la estación de Ancón, para luego ser remitidas a formar parte de las líneas férreas de Huancayo- Huancavelica. Lamentablemente en nuestra ciudad no quedó siquiera uno como para poder decir, con fina añoranza “Esa máquina me trae el recuerdo del viejo maquinista del tren, el sonriente señor Vélez”
Tren de Huacho a Sayán
Tren: Huacho-Chancay-Ancón
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