Tú palabra viene al pueblo, con los pasos del viento
Se escuchan latentes en las ondas del mar, en noche calma
Sisea ante el creador, con profundos dolores de tu alma
Tejiendo palabras eternas, que binan conciencias humanas
Tu verbo sangra impotente, ante el abuso que sufre tu pueblo
Infame dolor que arrastran hacia la muerte, voluntades ajenas
Claudicaste en tu fe, al ver al hombre queriendo ser hombre
Al ver jugar al niño queriendo ser libre, como las aves del campo
Se escucha el eco de tu voz a la distancia, clamando justicia para ellos
Tus versos cual precipitaciones de tu alma, sienten el dolor ajeno
Tu corazón con llaga de herida honda, lentamente asecha tu suerte
Cesar Abrahán, César Abrahán, venciste a la muerte.
Donde están tus enemigos, en que frío cementerio descansan sus huesos
A dónde están sus fortunas que amasaron a costilla de tu pueblo
Todos ellos yacen en profunda sepultura, en infinita oscuridad
Y tú cual sol resplandeciente brillas, brillas por la eternidad.
Cesar Abrahán Vallejo Mendoza, no ha muerto,
Lo vi ayer sentado en el poyo de su casa
Bajo el cielo azul de Santiago de Chuco.
JULIO SOLÓRZANO MURGA
15 de mayo del 2,008, en el Capulí.
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