2015, AÑO DE DESAFÍOS Y OPORTUNIDADES PARA UN PROYECTO DE CAMBIO...
AUTOR:
Álvaro Campana
Una
etapa mínimamente reformista frustrada con la traición del actual gobierno a
las expectativas del electorado, y
no hablamos de la gran transformación sino de reformas mínimas e indispensables,
ha marcado los límites y las posibilidades de
constituir un movimiento más vigoroso de cambio social para el Perú durante los últimos años. Desde la
resistencia al fujimorismo hasta la elección de Ollanta Humala se fue forjando una constelación de
descontentos que logró articularse por momentos en un discurso ANTINEO-LIBERAL, democrático, que
planteó la necesidad de cambio de curso para
el
país y fue encontrando expresiones electorales sin embargo prestadas y
finalmente frustradas.
Esta
constelación ha estado marcada por varios procesos e hitos importantes como la
emergencia de una generación con
discursos institucionalistas y democrático-liberales , el nacimiento de núcleos
que buscaban superar la crisis generacional de
la izquierda , la persistencia de las viejas organizaciones sociales y políticas de la izquierda y también de
demandas históricas como la descentralización que fueron parte del impulso que permitió la derrota del
FUJIMORI$MO político más no económico , social y cultural.
Desde entonces,
ya van más de catorce años, las fuerzas de cambio han ido tropezándose con
opciones de cambio político que a la postre no
lo fueron, y con cambios sociales y económicos que si fueron dramáticos y que transformaron la
composición de la sociedad producto de las reformas neoliberales sostenidas en un contexto de
bonanza económica gracias a los altos precios de los minerales. Otro tipo de luchas fueron
haciéndose más relevantes como ocurrió con el Baguazo y el reclamo de los pueblos indígenas , así como
luchas denominadas eco territoriales que se han expresado contra proyectos extractivos que fueron presionando
cada vez más en los territorios ,
siendo tal vez la más importante la librada contra el proyecto CONGA .
Sin embargo,
estas luchas en los últimos años fueron menguando, y el mal (o buen) humor
contestatario parecía ser aislado en el
desencanto político y la incapacidad de articular proyectos más amplios y abarcadores, en medio de los procesos de
mesocratización y de consolidación de una cultura consumista y rentista con altos grados de anomia social,
especialmente en los medios urbanos.
A los estallidos sociales “rurales” no parecía corresponderles algún tipo de
movimiento en las ciudades más
allá de la exitosa marcha del agua.
Con
las protestas en contra de la denominada Ley Pulpín, que busca implementar un
nuevo régimen excepcional laboral
para jóvenes en favor del empresariado , se ha desatado una movilización masiva e inesperada en las ciudades ,
particularmente en Lima considerada como el corazón del actual régimen-modelo. Sostenida en una aún tímida
recomposición del MOVIMIENTO
SINDICAL , del movimiento contra cultural ( es de destacar el movimiento
hip-hop ) y universitario ,
y del activismo político juvenil de los últimos años , se ha abierto una grieta
de cuestionamiento a los sentidos
comunes centrales pero también a componentes fundamentales del actual régimen-modelo político económico y cultural
, poniendo en evidencia además la estructura
de poder que gobierna de facto e institucionalmente el país en función de los
intereses de unos pocos.
El
regreso del trabajo como tema, y del trabajador como sujeto, aunado a otros
sujetos y novedosas
luchas (otras no tan novedosas) en curso, abren la oportunidad de forjar un
proyecto más amplio e integral de
transformación social para el país, si es que se logra articular estos
procesos a un PROYECTO NACIONAL. Tras más de 20
años de neoliberalismo y de estafas políticas,
con una plataforma amplia y diversa, estamos frente a la oportunidad de abrir un
nuevo curso en la historia.
El
cuento del emprendedurismo y del crecimiento macro-económico como pócimas
mágicas que resuelven todos los
problemas personales y sociales ha llegado a su límite y hacen agua en
medio de la desaceleración económica, la
fragmentación política, una creciente violencia social y criminal, una grave crisis y corrupción
institucional y el deterioro de los lazos sociales. Sin duda el 2015 será un año de grandes desafíos para poder
construir ese proyecto nacional que pueda encarar la descomposición del actual régimen-modelo inaugurado por el
fujimorismo y la construcción de
un orden realmente democrático en el país.
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