SENTIMIENTO ATAVILLANO
Yo soy un nativo con siglos de amargura,
crecido en las pampas de los Andes olvidados,
allá donde nace el agua que riega el desierto,
y donde el sol, cada día, muere despierto.
Por mis venas corren latidos de ternura,
cada vez que escucho llantos despiadados
de un huérfano que muere lejano.
Por eso lloro, canto y reclamo como atavillano.
El río templó mi carácter de caminante,
las nubes fortalecieron mi alma soñadora,
canté con el cóndor a la muerte de una aurora,
sembré los campos con lluvia persistente,
bailé un rodeo al nacimiento del ganado,
y me llevé a la ñusta que siempre había amado.
Mi amargura tal vez se acabará mañana.
Sí, será pronto, porque es lo que he soñado.
Entonces, mi cultura inundará el mundo,
los cerros cantarán con los pobres,
las chullpas hablaran verdades,
y yo moriré contemplando el horizonte.
Ese día: los hombres se harán atavillanos,
y a la vez, guerreros de una nación triunfante.
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