Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
PAZ, palabra de
tres letras solamente. Dos consonantes y una vocal, pero qué difícil es
conservarla intacta. Lamentablemente muchas mentes brillantes han arrasado
pueblos enteros gritando su nombre.
La PAZ no tiene
precio ni se aprende en leyes y reglamentos pegados en la pared, sino a través
de reglas espirituales y morales que nos acompañan desde que nacemos hasta que
morimos
Es la palabra en
libertad, de la que nos habla el poeta José Beltrán Peña. Palabra, que más que
un concepto académico, es un sentimiento puro que mana de nuestro interior
mientras nos va nutriendo "el pan nuestro de cada día".
Este impulso
vital lo expresa con luz natural el pensamiento universal: "No hay
camino hacia la paz, la paz es el camino", que unos atribuyen a
Mahatma Gandhi, otros a Abraham Johannes Muste. Pero no como senda de
tierra o de asfalto, sino como vía de amor por los demás, a través del verbo y
las buenas acciones.
Cierto día, en Chiquián, mi maestro Juan Aldave Oyola, nos dejó la siguiente tarea a los niños del Cuarto grado de Educación Primaria: "Pregunten a sus padres el significado de la palabra PAZ". Mi padre respondió así: "La PAZ eres tú, soy yo, somos todos. Es amar al prójimo, es cuidar la salud de la Humanidad con nuestros actos cotidianos...". Mi madre agregó: "La PAZ es recordar en cada despertar las palabras de Jesús: "Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios".
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