OSTOLAZA: POESÍA PICTÓRICA EXPRESIONISTA
Allí están esos ojos que nos siguen para todas partes. Ahora,
temporalmente, se hallan en la exposición antológica de Carlos Alberto
Ostolaza. Esos ojos que fulgen en los niños, en los clowns, en los
seres medio desvalidos pero intensamente presentes en esta poesía
violenta de sus telas.
Lo sabemos, lo sentimos en el color trabajado al fuego vivo, y en esas
líneas que se curvan y no se sabe dónde comienzan ni dónde terminan.
En el mundo feérico de Ostolaza y en sus inmersiones en una dilacerada
naturaleza humana que nos vincula, tan entrañablemente, a estas telas
que solo se imitan a ellas mismas, y a una condición flagelada de la
humanidad que no puede hacer menos que convocar nuestra solidaridad.
Como en Picasso o Velásquez, por no citar sino a un par de preseas
pictóricas, en Ostolaza se repite algo singular: siempre, por algún
lado, lo vemos aparecer: vemos su rostro, su mirada inquisidora, su
rostro en el que se conjugan la sorpresa del niño –todo artista es un
niño- con la profundidad de campo de aquel que ha visto, siempre más
allá (todo artista, si quiere merecer este nombre, permanentemente
debe ver más allá).
“Carnaval para dos figuras” se titula la muestra-antología: y es que,
ella, rescata uno de los leit motiv del creador: la contemplación de
la vida como un carnaval, como una permanente mascarada.
De allí la intensa y dilacerada belleza de obras como La niña de las
flores, Arlequín, El ekeko, Baltazar, ,Creación, Paternidad o la misma
que da título a la muestra.
La poesía de esta paleta se trasunta cuando sentimos que su obra,
permanentemente, está en una suerte de interrogatorio, de búsqueda que
no cesa (“el rayo que no cesa”, según el decir de un lirida).
Y siempre, por encima o debajo –como gustéis- alienta una vida plena y
traspasada, pues aun en su Bodegón de futas, que debía ser una suerte
de naturaleza muerta, alienta el hálito de la existencia del creador,
de ese poeta de la plástica expresionista que es Carlos Alberto
Ostolaza, uno de los creadores más singulares de la plástica peruana,
que parece –según los dictados de la moda ad usum- seguir por las
auras de un consumismo apócrifo en el que, felizmente, no caen autores
auténticos como aquel que, ahora, ha presentado sus obra en la cada
vez más expectante galería cultural de la Universidad Ricardo Palma,
siempre tan sensible a todo lo bueno y auténtico de la creación
nacional.
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