En esta ocasión es obligatoria la mención de la famosa "Palizada", grupo de divertidos niños capitaneados por Paz y Ezeta, quienes hicieron tabla rasa de reglamentos para la diversión en lugares prohibidos y que ellos mismos elaboraban de acuerdo a su particular interés y a las circunstancias. Temidos por las jovencitas "bien" y adorados por las del Rímac, Martinete y Caballo, los "muchachos" de la Palizada fueron peleadores, divertidos, bebedores, mujeriegos y amantes de la musica identificada con la marinera.
Cuando el vals empieza a ganar terreno, la Palizada ha perdido a sus mejores exponentes, Saco y Bocanegra impone un nuevo estilo y Braulio Sancho Dávila lanza su perdurable vals IDOLO; del norte llegan los hermanos Carreño con nuevas inquietudes musicales y los teatros de los barrios limeños dan preferencia en sus programaciones a la variedad de pálidos cantantes de tangos y gruesos intérpretes de la canción criolla.
Hacia 1925 emerge de los Barrios Altos un compositor enjuto, de ojos profundos, que cojea ligeramente, pero cargado de inspiración desbordante, de sentimiento criollo. Es Felipe Pinglo Alva, exponente máximo de la canción peruana, creador de "El Plebeyo" y "El Huerto de mi Amada", de "Bouquet" y "El Canillita", de "Pobre Obrerita" y "Porfiria", y de varias docenas de valses de insuperable calidad.
A la muerte de Felipe Pinglo, ocurrida en 1936, nuevas inquietudes orientan a los compositores. Pedro Espinel, con su vals "Murió el Maestro", rinde homenaje póstumo a su compadre.
Laureano Martinez, Alcides Carreño, Manuel Cobarrubias, Samuel Joya, Pablo Casas, Nicolás Wetzell, Amparito Baluarte, Serafina Quinteros, Filomeno Ormeño, Francisco Reyes Pinglo, Eduardo Márquez Talledo, Alberto Condemarín, Isabel "Chabuca" Granda, Mario Cavagnaro, Manuel "Chato Raygada", Augusto Polo Campos, Lucha Reyes, El "Cholo" Berrocal, Luis "El Taita" Abanto Morales, son algunos, entre otros, de una lista abundante en calidad y cantidad, que se imponen la noble tarea de llevar el Vals a todos los niveles.
(Toribio Anyarin I.)
http://www.youtube.com/watch?v=zsZwMmmoFz4&feature=related
Homenaje a Felipe Pinglo Alva
(Julio Teófilo Solórzano Murga)
Después de la desaparición física de Felipe Federico Pinglo Alva, acontecida el 13 de mayo de 1936, su obra inicia probablemente el camino hacia la inmortalidad. Sin embargo, poco se ha escrito acerca de la esencia misma de sus composiciones y de su valor poético que estas poseen como expresión inocultable de una época.
El presente trabajo apoyándose en la necesidad de que se conozca la influencia familiar y literaria de Felipe Federico Pinglo Alva, busca penetrar en aquellas zonas todavía ocultas de su vida, para que a partir de ellas puedan arribarse a una mayor comprensión de las motivaciones que determinaron las composiciones más importantes del siglo pasado.
Como poeta y amante a las composiciones de Felipe Pinglo Alva es mi deber dar a conocer los orígenes, las influencias de su entorno familiar, su personalidad artística, sus composiciones inéditas y la epopeya olvidada del compositor dentro de la literatura Peruana.
Felipe Pinglo Alva como “Poeta” nos regala dentro de su producción literaria un manuscrito de poemas en versos, un manuscrito de acrósticos y ensayos, todos ellos inéditos que revelan la vena literaria del hombre humilde, el hijo del pueblo, el artista del barrio.
Es para mí en forma especial un privilegio el rendirle tributo al maestro del criollismo y la literatura peruana al ilustre Felipe Federico Pinglo Alva; autor de inmemorables temas como el Plebeyo, Jacobo el Leñador, La Oración del Labriego, El Canillita, Mendicidad, Pobre Obrerita, entre otros, en esta humilde obra.
Quisiera con este pequeño aporte dar a conocer la historia de un hombre que dio inicios a la canción popular en nuestra Lima de antaño, el saber valorar a nuestros cultores literarios es reconocer la riqueza intelectual de nuestra patria.
A: Felipe Pinglo Alva Poeta. Guitarrista y compositor, gracias por dejarnos tu más rico legado cultural.
Imagen de Felipe Pinglo Alva:
Cuenta el historiador César Recuenco Murillo que hablar de Felipe Pinglo es hablar de aquel hombre humilde que, como ninguno, supo interpretar los sentimientos del pueblo, en circunstancias tal vez diferentes a las actuales. En sus composiciones se refleja la injusticia, la desigualdad, que se sintetizan en su famoso vals el “Plebeyo” ¡Señor por que los seres no son de igual valor! O como la definiría la poeta Serafina Quinteras en su vals “ Mi primera elegía” acompañada con la música de Eduardo Márquez Talledo.
“Augusto soberano de la melancolía, señor de la tristeza, monarca del dolor, yo sé que se han unido vuestra musa y la mía en los viejos acordes de mi nueva canción”
Y es porque Pinglo, el maestro, sigue vigente entre los criollos, entre los que amamos lo nuestro. Lamentablemente somos muy pocos. Por eso, el 13 de mayo recordamos su muerte aparejada con su vida, su obra, sus tristezas, sus protestas que calaron muy hondo en el sentir popular.
Nació en los Barrios Altos, calle del Prado Nº 500, un 18 de Julio de 1899, día martes bajo el signo cáncer. Según se ha podido investigar su nombre completo era Felipe Federico Pinglo Alva. El segundo nombre ha sido poco conocido pero era el santo que rezaba el día de sus cumpleaños. Su padre fue Piurano, y su madre Cañetana. Sus estudios primarios los realiza en la escuela fiscal de su barrio y los secundarios, en el colegio Guadalupe en Lima.
Felipe Pinglo Alva en la Literatura Peruana.
La Epopeya Ignorada:
Estudios realizados por el historiador Willy Pinto Gamboa, nos dan cuenta que a través de la original inspiración de Felipe Pinglo, se genera en el repertorio musical peruano una literatura que hilvana con dramatismo sentidas epopeyas, al margen de los intereses oficiales citadinos y sus cánones, un epos hecho por gente desvalida, arrinconada por la sinrazón o el infortunio, el mendicante, el esforzado, galopín, la modistilla, el campesino, vástago anónimo o el plebeyo desdeñado, sucesos y memorias que toman cuerpo armónico en el Canillita, Mendicidad, Luis Enrique el Plebeyo, La Oración del Labriego, Jacobo el Leñador o Pobre Obrerita, un vals donde la conmiseración de Pinglo desnuda la entraña aprovechada y crematística del medio, a la manera de la letrilla satírica de Quevedo como:
• “Poderoso caballero / Es don dinero”
• “ El oro es el amo y rey / no hay poder igual
Y la ingenua opción del personaje femenino por un maquinismo supuestamente redentor y halagüeño
• “ Y cuando alguien le promete mil grandezas / responde que con su singer tiene en el banco un millón”
Variada problemática que en el lapso de su producción, 1915-1935, no aparece destacada en la narrativa peruana. Y que el compositor limeño asume en su discurso literario con respeto musical.
Universo social cuyas decisiones efectivas siempre están regidas por un hado ciego e insensible que desbasta las ideas y transforma a los seres en marionetas aptas para el drama o la efímera ventura, motivando a veces a contrapelo en el poeta, pragmáticas y hedonistas aleluyas:
• “No pienses en el mañana / Porque sentirás dolor”
• “Goza que la vida es corta / Y se vive para hoy
la canción del Porvenir o una busca de la esquiva dicha, en la transmigración mítica, que se hace propicia en el iluso tránsito de los paraísos artificiales:
• “Aspiro el humo que dan grandezas / Y cuando sueño vuelvo a nacer” Sueños de Opio.
En otras latitudes una experiencia recorrida por Tomás de Quincey, según sus confesiones de un comedor de opio, aceptada en los paraísos artificiales de Charles Baudelaire y divulgada en la crónica mundana. En un fumadero de opio anamita por el exquisito modernista Guatemalteco Enrique Gómez Carrillo haciendo el vate, más o menos desesperanzado, causa común en el vals “La vuelta el Barrio”
• La vida en su misterio me ha dado una verdad / Los tiempos que se fueron esos no volverán”
Con la consternada negación sentenciosa de la rima Bequeriana:
• “Volverán las oscuras golondrinas / En tu balcón sus nidos a colgar”
• “Y otra vez con el ala a sus cristales / Jugando llamaran”
• “Pero aquellos que vuelo refrenaban / Tu hermosura y mi dicha al contemplar”
• “Aquellas que aprendieron nuestros nombres / Esas no volverán”
Un patético convencimiento de la extinción que se presenta en entornos que anudan la reunión fraternal y hospitalaria, “el café”, “el restaurat”, “el solar” y en los entes entrañables y sus más caros atributos, “el Italiano”, “doña Cruz”, “la buena Isabel”.
• No existe ni en el café ni en el criollo restaurat / ni el Italiano esta donde era todo su vender.
• Ha muerte doña Cruz que junto al solar se solía poner / a realizar la venta al atardecer de picantes y té.
• Ya no hay los picarones de la buena Isabel / todo todo se ha ido los años al correr.
Hasta establecer Pinglo la total decadencia individual, deterioro que se comprueba por propia vivencia metafísica del bardo, que en el “Espejo de mi Vida” (el sujeto humano es un espejo de la realidad siendo esta multiforme, el espejo es del mismo modo, dirán los sofistas), cual decrépito Narciso, verifica su lamentable condición en el cristal donde se mira, porque “el tiempo ese retrato de nosotros” según Céline, siempre tendrá su prueba inapelable, en cada presencia personal.
Que se sepa, en la obra musical de Pinglo, producto de un agudo observador que ausculta su circunstancia y levanta un catastro de las cosas tristes e injustas de la vida.
• Acaso mis ojos tal vez hayan mirado / a un muchacho que lucha por el pan de su hogar / o también es posible que me haya inspirado / en un huérfano humilde... (El canillita).
No hay un homenaje a la Lima mitológica de famas virreinales, su emoción es por el barrio, el paisaje florido “donde la vida es un himno de paz”. Tópico que en los momentos descriptivos del juglar, no será el grandilocuente al uso en José Santos Chocano, con criaturas y lugares montaraces: el guacamayo, la selva virgen, el caimán, los pantanos, sino, el paisaje depurado y tenuemente romántico que cautivan después de Rubén Dario, los poetas posmodernistas, o sea, el de los huertos primorosos que escarda en 1912 José Galvez en jardín cerrado o el galante traspasado de suave melancolía que alienta en 1904, Juan Ramón Jiménez en jardines lejanos.
El paisaje feliz, agreste o melancólico, como una proyección del sentir del poeta.
• Hoy la tierra y los cielos me sonríen / hoy llega al fondo de mi alma el sol.
• Hoy la he visto / la he visto y me ha mirado / hoy creo en Dios.(Gustavo Adolfo Bécquer)
Que contribuye literalmente a edificar el romanticismo, un franco desacuerdo con la realidad social, se transformo en tesis retórica en Europa y en América, más allá de la vigencia temporal cifrada a fines del XVIII y a comienzos del XIX para este movimiento y es que, el romanticismo identificado como el individualismo y el liberalismo “Libertad en la literatura, como en la industria, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época” (Mariano José de Larra) acorde con la revolución Francesa en oposición a una sociedad aristocrática, con una burguesía que se empino en el laisser faire, latsser passer, dejar hacer, dejar pasar, siguió postergado, al hombre de la gleba, el cual permaneció supeditado al propietario en condición de siervo. De allí que resulte en diversas obras creativas letras musicales incluidas socialmente equivocadas elusiva la versión paradisiaca o pacifica de una naturaleza donde los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad no tienen eco, sobre todo en América donde recién la respuesta al problema de la tierra se plantearía con la revolución Mexicana, en 1914, y por ende en el Perú, donde la tenencia feudal con una infundada aureola lírica de himno de paz. Históricamente enumeraba estaciones reivindicativas populares dolorosas.
O también, la creación de Pinglo va en pos de los retazos sociales que relegan las terribles diferencias y que el artista no comprende ni acepta “ Señor por qué los seres no son de igual valor”, con estos fracturados firmamentos y sus desajustes afectivos, Felipe Pinglo Alva, recomponiendo el laberinto, armó una saga sincopada y trascendente con un vocabulario modernista recamado; porque como bien manifiesta Ventura García Calderón en la crónica “ La Estatua del Diablo” el poeta posee el don antiquísimo de reunir el disperso caos, en una coherente melodía verbal.
Felipe Pinglo Alva en la Literatura Huachana y Regional:
Tiene gran mérito en nuestra Literatura, las letras inmortales del poeta y compositor Felipe Federico Pinglo Alva, en nuestra apreciación muy personal podremos mencionar la influencia de sus escritos en poemas de algunos vates huachanos por ejemplo:
El poeta y compositor huachano Rodolfo Gallegos Estupiñan en su poema a “Cesar Vallejo” nos dice:
• Cesar nos dijo Adiós, pero no cesa de llorar / Seguirá sufriendo en él mas allá
Por esta innoble humanidad.
“ROGAES” También en su poema Bendito niño que sufre” nos dice:
• Son los niños que tiritan al despertar / en la loza fría y sucia muy cansados de llorar
Sin hogar y sin familia / Porque señor ellos tienen que sufrir el infame castigo de la sociedad.
El poeta Ambarino Favio Caldas Huamán, en su poema “Una plegaria a la Ciudad de Ambar” nos dice:
• Tú que aplacas horrendas tempestades/ En el alma cristiana que se humilla
Calma también el temporal deshecho / que está agitando el angustiado pecho.
Isaac Rodríguez Villanueva, el poeta de Caral, en su poemario “Mi Jornada Siguiente” en su poema “Su último Suspiro” dice:
• Hasta el paisaje de mi infancia respiró / El día respira débilmente
El pájaro canta su canción en versos.
“Maestro de la Lira Peruana”
(Julio Solòrzano Murga)
Maestro de la Lira Peruana
es tu pluma que al criollo engalana
con tus versos nacidos del alma
Un tributo a la Diosa jarana.
En los balcones de la Lima de antaño
Y en los callejones de un solo caño
Aun guardan en sus viejos cimientos
El compás de tu vals, con pasión y sentimiento.
Benditas noches de peruanisima gala
Aquellos que en los Barrios Altos pasabas
Preguntandole al amor y al destino canalla
Porque un hijo del pueblo no puede amar
Cantor de los humildes, te decían
Prodigio del destino, gran señor
La gloria te fue esquiva en su momento
Pero hoy en los fanáticos criollos,
Estas en su corazón
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