Un día que le tocaba el turno de regar sus sembríos a don Manuel Alcántara, éste se sentía delicado de salud, y para no perder el turno de la riega mandó llamar a su hijo político para que madrugara a coger el primer turno de las cuatro de la mañana.
Hermógenes llegó a dormir a la casa de su suegro a eso de las seis de la tarde preocupado por cumplir en la madrugada el encargo de su padre político, sin perder tiempo se acostó quedándose profundamente dormido. Cual no seria su preocupación que despertó horas después y sobresaltado al ver la luna llena pensó que ya estaba amaneciendo, cogió su machete y su lampa y se dirigió de prisa a la toma donde se encontraba el agua. Para evitar el ataque de los perros que tenían los vecinos, prefirió internarse a campo abierto y recorrer una distancia de seiscientos metros de puro arenal.
Cuando Hermógenes se encontraba en la mitad de su recorrido, sintió que el viento empezó a soplar con fuerza, en ese instante vio a una hermosa mujer rubia de cabellos largos y completamente desnuda que caminaba a unos metros delante de él. Éste por la fuerza de su juventud se llenó de valor y comenzó a perseguirla para saber de quien se trataba. La dama desconocida avanzaba de prisa por el arenal y por mucho que caminaba Hermógenes no podía alcanzarla, al contrario comenzó a sentir que el miedo se iba apoderaba cada vez más de él, ya sintiendo que el cuerpo le temblaba con fuerza decidió dar la media vuelta para dirigirse hacia la casa del hermano de su suegro, que vivía a escasos cincuenta metros de la toma.
No llegó, a medio tramo quedó tendido en el suelo, inconsciente. Los perros comenzaron a ladrar desesperadamente, dando lugar de que los dueños de casa y familiares salieran a ver que era lo que estaba pasando, a lo lejos divisaron un bulto tirado muy cerca de su casa, al acercarse encontraron a Hermógenes desmayado, botando espuma por la boca. Cogieron una manta y lo trasladaron a su casa y le dieron de beber un poco de agua fresca. Al volver en sí contó todo lo sucedido, sus familiares se fijaron en la hora, y el reloj marcaba la una de la mañana, o sea que el encuentro con dicha dama había sido en la medianoche.
Hermógenes para quitarse el susto de ánima del cual padecía, acudió a varios curanderos sin conseguir alivio alguno, hasta que llegó a una conocida curandera de Carquín quien con baños de florecimientos y unos que otros rezos logró sanarlo de las terribles pesadillas que del cual padecía.
Hermógenes contó después que la bruja carquinera le dijo que el ánima de la mujer rubia no quiso hacerle daño, sino que ella le estaba guiando hacia un tesoro escondido en el arenal y al darle la espalda cometió el gran error de su vida.
Actualmente el tesoro se encuentra en algún lugar de la propiedad de la familia Alcántara en Jopto Guayabal.
Hermógenes llegó a dormir a la casa de su suegro a eso de las seis de la tarde preocupado por cumplir en la madrugada el encargo de su padre político, sin perder tiempo se acostó quedándose profundamente dormido. Cual no seria su preocupación que despertó horas después y sobresaltado al ver la luna llena pensó que ya estaba amaneciendo, cogió su machete y su lampa y se dirigió de prisa a la toma donde se encontraba el agua. Para evitar el ataque de los perros que tenían los vecinos, prefirió internarse a campo abierto y recorrer una distancia de seiscientos metros de puro arenal.
Cuando Hermógenes se encontraba en la mitad de su recorrido, sintió que el viento empezó a soplar con fuerza, en ese instante vio a una hermosa mujer rubia de cabellos largos y completamente desnuda que caminaba a unos metros delante de él. Éste por la fuerza de su juventud se llenó de valor y comenzó a perseguirla para saber de quien se trataba. La dama desconocida avanzaba de prisa por el arenal y por mucho que caminaba Hermógenes no podía alcanzarla, al contrario comenzó a sentir que el miedo se iba apoderaba cada vez más de él, ya sintiendo que el cuerpo le temblaba con fuerza decidió dar la media vuelta para dirigirse hacia la casa del hermano de su suegro, que vivía a escasos cincuenta metros de la toma.
No llegó, a medio tramo quedó tendido en el suelo, inconsciente. Los perros comenzaron a ladrar desesperadamente, dando lugar de que los dueños de casa y familiares salieran a ver que era lo que estaba pasando, a lo lejos divisaron un bulto tirado muy cerca de su casa, al acercarse encontraron a Hermógenes desmayado, botando espuma por la boca. Cogieron una manta y lo trasladaron a su casa y le dieron de beber un poco de agua fresca. Al volver en sí contó todo lo sucedido, sus familiares se fijaron en la hora, y el reloj marcaba la una de la mañana, o sea que el encuentro con dicha dama había sido en la medianoche.
Hermógenes para quitarse el susto de ánima del cual padecía, acudió a varios curanderos sin conseguir alivio alguno, hasta que llegó a una conocida curandera de Carquín quien con baños de florecimientos y unos que otros rezos logró sanarlo de las terribles pesadillas que del cual padecía.
Hermógenes contó después que la bruja carquinera le dijo que el ánima de la mujer rubia no quiso hacerle daño, sino que ella le estaba guiando hacia un tesoro escondido en el arenal y al darle la espalda cometió el gran error de su vida.
Actualmente el tesoro se encuentra en algún lugar de la propiedad de la familia Alcántara en Jopto Guayabal.
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