Felipe Pinglo Alva en la Literatura Peruana.
La Epopeya Ignorada:
Rescatado de un trabajo del historiador Willy Pinto Gamboa.
A través de la original inspiración de Felipe Pinglo, se genera en el repertorio musical peruano una literatura que hilvana con dramatismo sentidas epopeyas, al margen de los intereses oficiales citadinos y sus cánones, un epos hecho por gente desvalida, arrinconada por la sinrazón o el infortunio, el mendicante, el esforzado, galopín, la modistilla, el campesino, vástago anónimo o el plebeyo desdeñado, sucesos y memorias que toman cuerpo armónico en el Canillita, Mendicidad, Luis Enrique el Plebeyo, La Oración del Labriego, Jacobo el Leñador o Pobre Obrerita, un vals donde la conmiseración de Pinglo desnuda la entraña aprovechada y crematística del medio, a la manera de la letrilla satírica de Quevedo como:
“Poderoso caballero / Es don dinero”
“ El oro es el amo y rey / no hay poder igual
Y la ingenua opción del personaje femenino por un maquinismo supuestamente redentor y halagüeño
“ Y cuando alguien le promete mil grandezas / responde que con su singer tiene en el banco un millón”
Variada problemática que en el lapso de su producción, 1915-1935, no aparece destacada en la narrativa peruana. Y que el compositor limeño asume en su discurso literario con respeto musical.
Universo social cuyas decisiones efectivas siempre están regidas por un hado ciego e insensible que desbasta las ideas y transforma a los seres en marionetas aptas para el drama o la efímera ventura, motivando a veces a contrapelo en el poeta, pragmáticas y hedonistas aleluyas:
“No pienses en el mañana / Porque sentirás dolor”
“Goza que la vida es corta / Y se vive para hoy
la canción del Porvenir o una busca de la esquiva dicha, en la transmigración mítica, que se hace propicia en el iluso tránsito de los paraísos artificiales:
“Aspiro el humo que dan grandezas / Y cuando sueño vuelvo a nacer” Sueños de Opio.
En otras latitudes una experiencia recorrida por Tomás de Quincey, según sus confesiones de un comedor de opio, aceptada en los paraísos artificiales de Charles Baudelaire y divulgada en la crónica mundana. En un fumadero de opio anamita por el exquisito modernista Guatemalteco Enrique Gómez Carrillo haciendo el vate, más o menos desesperanzado, causa común en el vals “La vuelta el Barrio”
La vida en su misterio me ha dado una verdad / Los tiempos que se fueron esos no volverán”
Con la consternada negación sentenciosa de la rima Bequeriana:
· “Volverán las oscuras golondrinas / En tu balcón sus nidos a colgar”
· “Y otra vez con el ala a sus cristales / Jugando llamaran”
· “Pero aquellos que vuelo refrenaban / Tu hermosura y mi dicha al contemplar”
· “Aquellas que aprendieron nuestros nombres / Esas no volverán”
Un patético convencimiento de la extinción que se presenta en entornos que anudan la reunión fraternal y hospitalaria, “el café”, “el restaurat”, “el solar” y en los entes entrañables y sus más caros atributos, “el Italiano”, “doña Cruz”, “la buena Isabel”.
No existe ni en el café ni en el criollo restaurat / ni el Italiano esta donde era todo su vender.
Ha muerte doña Cruz que junto al solar se solía poner / a realizar la venta al atardecer de picantes y té.
Ya no hay los picarones de la buena Isabel / todo todo se ha ido los años al correr.
Hasta establecer Pinglo la total decadencia individual, deterioro que se comprueba por propia vivencia metafísica del bardo, que en el “Espejo de mi Vida” (el sujeto humano es un espejo de la realidad siendo esta multiforme, el espejo es del mismo modo, dirán los sofistas), cual decrépito Narciso, verifica su lamentable condición en el cristal donde se mira, porque “el tiempo ese retrato de nosotros” según Céline, siempre tendrá su prueba inapelable, en cada presencia personal.
Que se sepa, en la obra musical de Pinglo, producto de un agudo observador que ausculta su circunstancia y levanta un catastro de las cosas tristes e injustas de la vida.
Acaso mis ojos tal vez hayan mirado / a un muchacho que lucha por el pan de su hogar / o también es posible que me haya inspirado / en un huérfano humilde... (El canillita).
No hay un homenaje a la Lima mitológica de famas virreinales, su emoción es por el barrio, el paisaje florido “donde la vida es un himno de paz”. Tópico que en los momentos descriptivos del juglar, no será el grandilocuente al uso en José Santos Chocano, con criaturas y lugares montaraces: el guacamayo, la selva virgen, el caimán, los pantanos, sino, el paisaje depurado y tenuemente romántico que cautivan después de Rubén Dario, los poetas posmodernistas, o sea, el de los huertos primorosos que escarda en 1912 José Galvez en jardín cerrado o el galante traspasado de suave melancolía que alienta en 1904, Juan Ramón Jiménez en jardines lejanos.
El paisaje feliz, agreste o melancólico, como una proyección del sentir del poeta.
Hoy la tierra y los cielos me sonríen / hoy llega al fondo de mi alma el sol.
Hoy la he visto / la he visto y me ha mirado / hoy creo en Dios.(Gustavo Adolfo Bécquer)
Que contribuye literalmente a edificar el romanticismo, un franco desacuerdo con la realidad social, se transformo en tesis retórica en Europa y en América, más allá de la vigencia temporal cifrada a fines del XVIII y a comienzos del XIX para este movimiento y es que, el romanticismo identificado como el individualismo y el liberalismo “Libertad en la literatura, como en la industria, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época” (Mariano José de Larra) acorde con la revolución Francesa en oposición a una sociedad aristocrática, con una burguesía que se empino en el laisser faire, latsser passer, dejar hacer, dejar pasar, siguió postergado, al hombre de la gleba, el cual permaneció supeditado al propietario en condición de siervo. De allí que resulte en diversas obras creativas letras musicales incluidas socialmente equivocadas elusiva la versión paradisiaca o pacifica de una naturaleza donde los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad no tienen eco, sobre todo en América donde recién la respuesta al problema de la tierra se plantearía con la revolución Mexicana, en 1914, y por ende en el Perú, donde la tenencia feudal con una infundada aureola lírica de himno de paz. Históricamente enumeraba estaciones reivindicativas populares dolorosas.
O también, la creación de Pinglo va en pos de los retazos sociales que relegan las terribles diferencias y que el artista no comprende ni acepta “ Señor por qué los seres no son de igual valor”, con estos fracturados firmamentos y sus desajustes afectivos, Felipe Pinglo Alva, recomponiendo el laberinto, armó una saga sincopada y trascendente con un vocabulario modernista recamado; porque como bien manifiesta Ventura García Calderón en la crónica “ La Estatua del Diablo” el poeta posee el don antiquísimo de reunir el disperso caos, en una coherente melodía verbal.
El Paisaje de la Urbe:
La urbe Limeña es un escenario capital en las letras de Pinglo, en concreto, la urbe que trasluce los gobiernos de José Pardo, rancio retoño aristocrático, Augusto B. Leguia, displicente prendatario del Perú a las finanzas norteamericanas, Sánchez Cerro y Benavides, personeros obedientes del militarismo autoritario.
Una Lima rodeada todavía por el latifundio con razón social seguro e incierta procedencia, patrimonio aquí como en casi toda la costa obteniendo sin miramientos con el esfuerzo indígena, la servidumbre de color y el enganche oriental de coolíes y canacas.
En esta contingencia, en sus canciones, Pinglo presupone la existencia de un ruralismo cordial para hacer más ostensible el descrédito de una urbe acaso insoportable. Las Romanzas, la Oración del Labriego y Jacobo el Leñador, dos personajes que van a pervivir en el área de Cocharcas hasta entrado el cincuenta. Son ejemplares acuarelas del melodioso puente lírico que tiende el trovador entre la gleba y la metrópoli
En la literatura europea, un sombrío cosmos urbano es logrado por Charles Baudelaire en “Las Flores del Mal” poemario en el cual el simbolista Francés codea en la grisura parisina, el anónimo tumulto, los obreros ateridos, la haraposa vejez o el vagabundaje gitano en una hormigueante ciudad, ciudad llena de sueños, donde ese espectro en pleno día, roza el transeúnte, según describía el poeta a la aburguesada ciudad luz.
La Lima urbana que registra Pinglo lleva acuesta los acentos de un descalabrado paisaje espiritual, panorama que cobra presencia en una galería de impugnaciones recónditas; bien en la niñez sin infancia del arrapiezo que vende el diario:
“ Sus Amigos hoy no son los que ayer fueron / y explotaron ese pobre corazón ”
El amor considerado como forastero advenedizo:
“ Porque sufriendo está esa infame ley / amar a una aristócrata, siendo un plebeyo él”
La misericordia en un medio falsamente dadivoso y curiosamente filantrópico:
“El pobre mendigo limosnea un pan / implorando siempre la bondad ajena / a todos les pide una caridad”
“En sus ojos ya no encuentro / las miradas que ese otoño descubrí”
O finalmente la mofa o el sarcasmo:
“ Decepcionado he visto borrarse unas tras otras / las letras que en la arena mis manos dibujo”
Y al romperse de las olas fue una carcajada / de burlona ironía para tanta pasión”
Pinglo es unos de los pocos artistas que en su momento descubre perspicaz los sentimientos ruinosos que trágica o peligrosamente genera una sociedad en un confuso y deshumanizado urbanismo, una de cuyas muestras ventila vigilante en los arriesgados trajines de el “ Plebeyo”
“La noche cubre ya con su negro crespón / de la ciudad las calles que cruza la gente con pausada acción”
“ La luz artificial con débil proyección / propicia la penumbra que esconde en sus sombras venganza y traición”
Observamos de la urbe brutal que solo se rompe con arrebato deportivo en “Los Tres Ases”
“Aplausos entusiastas y vivas a granel / el trío defensivo que en Chile supo imponer / su juego de coraje de sapiencia y verdad / Fernández, Valdiviezo y Lavalle al jugar”
Y con furor amatorio medio adormecido por el narcótico, en “Sueños de Opio”
“ Sobre regios almohadones recostada / incitante me sonríe bella hurí / cual reina de que hablan los cuentos de hadas / deslumbrante se presenta para mí”
Felipe Federico Pinglo Alva, también tiene versos inéditos que obran en los archivos de la Asociación Peruana de Autores y Compositores como:
“ En ti puse yo Hermelinda idolatrada todo el fuego de mi cariño fiel / y has pagado como pagan las mujeres con un cruel desprecio en ansia de placer” (Vals Hermelinda) Agosto de 1919
“Cruzó por su delante la dama presurosa / y al anciano al instante le llamó al corazón / y le dijo eres padre, esa fue la perjura / que al matar un cariño, a tu hijo muerte dio”
(Vals en la paz del sepulcro) Noviembre de 1929
“A la pálida luz de la luna se estrecharon los nietos a el / abuelito dijeron a una sola voz / danos algo de la gran vejez” (Vals Abuelito) 13/ 03/1936
“ Hace ya tiempo que mis cansados ojos / la luz del día jamás la pueden ver / porque las lagrimas que derrame por ella / los han cerrado para siempre tal vez” (Vals En una triste y solitaria...) Enero de 1936
“Mañana que papá pueda llamarte / y aun cuando nazca el pequeñuelo / dirá como jamás a él le dijeron / tú tienes padre, tú no eres inclusero” (Vals El Inclusero) 15/08/1935
Felipe Pinglo Alva en la Literatura Huachana y Regional:
Comenterio y Poema: Julio Solorzano Murga
Tiene gran mérito en nuestra Literatura, las letras inmortales del poeta y compositor Felipe Federico Pinglo Alva, en nuestra apreciación muy personal podremos mencionar la influencia de sus escritos en poemas de algunos vates huachanos por ejemplo:
El poeta y compositor huachano Rodolfo Gallegos Estupiñan en su poema a “Cesar Vallejo” nos dice:
Cesar nos dijo Adiós, pero no cesa de llorar / Seguirá sufriendo en él mas allá
Por esta innoble humanidad.
“ROGAES” También en su poema Bendito niño que sufre” nos dice:
Son los niños que tiritan al despertar / en la loza fría y sucia muy cansados de llorar
Sin hogar y sin familia / Porque señor ellos tienen que sufrir el infame castigo de la sociedad.
El poeta Ambarino Favio Caldas Huamán, en su poema “Una plegaria a la Ciudad de Ambar” nos dice:
Tú que aplacas horrendas tempestades/ En el alma cristiana que se humilla
Calma también el temporal deshecho / que está agitando el angustiado pecho.
Isaac Rodríguez Villanueva, el poeta de Caral, en su poemario “Mi Jornada Siguiente” en su poema “Su último Suspiro” dice:
Hasta el paisaje de mi infancia respiró / El día respira débilmente
El pájaro canta su canción en versos.
“Maestro de la Lira Peruana”
Maestro de la Lira Peruana
es tu pluma que al criollo engalana
con tus versos nacidos del alma
Un tributo a la Diosa jarana.
En los balcones de la Lima de antaño
Y en los callejones de un solo caño
Aun guardan en sus viejos cimientos
El compás de tu vals, con pasión y sentimiento.
Benditas noches de peruanisima gala
Aquellos que en los Barrios Altos cantabas
Preguntandole al amor y al destino canalla
Porque un hijo del pueblo no puede amar
Cantor de los humildes, te decían
Prodigio del destino, gran señor
La gloria te fue esquiva en su momento
Pero hoy en los fanáticos criollos,
Estas en su corazón.
Julio Solorzano Murga
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