Al
crepúsculo del día,
cuando
las tibias
llamas
del sol,
pereciera
perderse
entre
las frías aguas
del
profundo mar,
y
confundirse
con
la tinta azul
del
océano.
Mi
espíritu,
cual
gaviota migratoria
aleteara
infatigablemente,
buscando
tu corazón para anidar.
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