ROBERTO MEDINA SÁNCHEZ: CUENTO

09 octubre 2018


EL ENIGMA”

Dedicado a Emilio Abelardo Velarde.

-Cuando niño, mientras en la noche cenaba junto a mis padres, llegó de súbito mi tía, que después de saludarnos se sentó a nuestro lado, y como era su costumbre, nunca se quedaba en silencio, algo nuevo siempre tenía que traer como pan caliente. En seguida comenzó a contar una misteriosa y enigmática historia que en ese instante, yo escuchaba con extrema credulidad y a la vez cada sílaba que manaba de su boca relatando tales hechos, recreaba en mi mente ensímismado,con absoluta emoción e imaginación cinematográficas. Decía,mi tía: Un día en el río Huaura, bajo el vetusto puente de madera, un pescador de delgado porte y mirada taciturna lanzaba su anzuelo fructíferamente; peces locales en abundancia, carpas y cachuelas saturaban el canasto de cañabrava y uno que otro bagrecito que morían por su propia boca. El pescador estaba más que satisfecho, el frío era intenso a esa hora de la noche; al contemplar con agrado la canasta saturada de peces reconocía que aquella estaba hecha de macizo material por la diestra mano del canastero don: Emilio Velarde legendario canastero que había recorrido desde Chancay, junto a los canasteros de la av. Perú,todo el valle Huaura - Sayán donde como nómadas desarraigaban la cañabrava para luego dar forma como curvada cintura al sólido canasto que ya tantos años le servían para su artesano oficio. Pero lo que más admiraba del diestro artesano es su habilidad para contar relatos, mientras iba tejiendo los canastos, de sus aventuras cruzando los peligrosos caudales del río Huaura en pos del fruto de los montes: la cañabrava, y de cómo conoció al mítico Yacunta que como ave nocturna o alma en pena recorría los distritos de la provincia, y de sus correrías por la campiña huachana en palabras cual profecías del viejo canastero que tanto lo emocionaban. El campanario de la iglesia el Carmen era el asilo de los gallinazos que graznaban de rato en rato ante el paso violento del viento errante que sacudía los cenicientos plumajes. El sueño era algo que no embargaba al pescador, la hoja de coca que masticaba incesantemente era el motivo, por lo demás la pesca era demasiado buena. De hecho, era un día de suerte para él.
-Cuando de repente en las aguas del río, rutiló algo como el oro, se trataba de un pez de oro, que nadaba alegre y ágilmente en uno de sus remansos. En seguida, el pescador ávido lanzó el certero anzuelo, que como era de esperarse el pez mordió, era el momento de jalar el cordel y listo sería otra presa más al canasto. Pero aconteció algo inesperado e ilógico, fue el pescador quien era arrastrado al río, la presa había cazado al cazador. El río de noche luce un
aspecto tenebroso, más que en su cauce, en unos de sus flancos a las faldas de la” iglesia el Carmen “se encuentra la boca del diablo, obscura abertura, que da la impresión de ser una especie de entrada al averno. Hay quienes dicen que alguien entró y ya nunca salió, es la entrada sin retorno, ¿quién sabe adónde te conduzca?, quizá a otras dimensiones, otros tiempos, eso sigue siendo aún una pregunta sin respuesta hasta hoy. Otros dicen que los que se ahogaron en el río, y no se halló sus cuerpos han sido tragados por la boca del diablo. Efectivamente el río se tragó al pescador. En vano le lloraron sus hijos y esposa; por mucho tiempo lo buscaron por mar y tierra, en éste caso por río y tierra, y nada, ningún rastro de él, como si se lo hubiera tragado la tierra, es decir el río.
Pasaron años y un día a la media noche justo en una noche fría de invierno como cuando el pescador se extravió, éste volvió a su casa de repente, sin avisar a nadie. Su andar, sus gestos eran las de un autómata como si embrujado estuviera. Resaltaban las aletas en los brazos y en los pies, por donde pisaba dejaban charcos de lodo. Lo vieron sus hijos y esposa, se echaron en sus brazos y lloraron, pero él no daba señas de vida e hipnotizado permanecía todo alelado. Sus hijos lo sentaron a la mesa le sirvieron de comer, comió en silencio, y luego se marchó por donde vino. Nada pudieron hacer sus hijos por retenerlo, su fuerza era grande y echó a manotazos a sus hijos. Su familia estaba muy triste por su partida y a la vez una cierta alegría les embargaba al saberlo vivo. Pasó de nuevo el tiempo, mucho tiempo y de nuevo como la primera vez, apareció de súbito, pero esta vez habló y dijo con voz quejumbrosa:” Hijos ayúdenme”, quiero quedarme con ustedes, sus hijos lo abrazaron se echaron a llorar con él, de nuevo enmudeció, los abrazó y besó como si presintiera que fuera la última vez.
-Así por la puerta sombría, entraron unos sujetos de siniestra mirada, de piel escamosa, brazos y pies con aletas de peces, y que traían como lanza unos tridentes que empuñaban amenazantemente, en seguida lo aprehendieron bruscamente, a lo que el pescador lleno de pavor no se resistió, ante la impotencia de sus hijos. Hasta el día de hoy nada se sabe del pescador.
Así concluyó mi tía, y yo quedé atemorizado mirando de soslayo la puerta de la casa, pensando quizá vengan esos sujetos de siniestra mirada por mí, y me lleven…pero esa sería ya otra historia.

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