“EL
ENIGMA”
Dedicado
a Emilio Abelardo Velarde.
-Cuando
niño, mientras en la noche cenaba junto a mis padres, llegó de
súbito mi tía, que después de saludarnos se sentó a nuestro lado,
y como era su costumbre, nunca se quedaba en silencio, algo nuevo
siempre tenía que traer como pan caliente. En seguida comenzó a
contar una misteriosa y enigmática historia que en ese instante, yo
escuchaba con extrema credulidad y a la vez cada sílaba que manaba
de su boca relatando tales hechos, recreaba en mi mente
ensímismado,con absoluta emoción e imaginación cinematográficas.
Decía,mi tía: Un día en el río Huaura, bajo el vetusto puente de
madera, un pescador de delgado porte y mirada taciturna lanzaba su
anzuelo fructíferamente; peces locales en abundancia, carpas y
cachuelas saturaban el canasto de cañabrava y uno que otro bagrecito
que morían por su propia boca. El pescador estaba más que
satisfecho, el frío era intenso a esa hora de la noche; al
contemplar con agrado la canasta saturada de peces reconocía que
aquella estaba hecha de macizo material por la diestra mano del
canastero don: Emilio Velarde legendario canastero que había
recorrido desde Chancay, junto a los canasteros de la av. Perú,todo
el valle Huaura - Sayán donde como nómadas desarraigaban la
cañabrava para luego dar forma como curvada cintura al sólido
canasto que ya tantos años le servían para su artesano oficio. Pero
lo que más admiraba del diestro artesano es su habilidad para contar
relatos, mientras iba tejiendo los canastos, de sus aventuras
cruzando los peligrosos caudales del río Huaura en pos del fruto de
los montes: la cañabrava, y de cómo conoció al mítico Yacunta que
como ave nocturna o alma en pena recorría los distritos de la
provincia, y de sus correrías por la campiña huachana en palabras
cual profecías del viejo canastero que tanto lo emocionaban. El
campanario de la iglesia el Carmen era el asilo de los gallinazos que
graznaban de rato en rato ante el paso violento del viento errante
que sacudía los cenicientos plumajes. El sueño era algo que no
embargaba al pescador, la hoja de coca que masticaba incesantemente
era el motivo, por lo demás la pesca era demasiado buena. De hecho,
era un día de suerte para él.
-Cuando
de repente en las aguas del río, rutiló algo como el oro, se
trataba de un pez de oro, que nadaba alegre y ágilmente en uno de
sus remansos. En seguida, el pescador ávido lanzó el certero
anzuelo, que como era de esperarse el pez mordió, era el momento de
jalar el cordel y listo sería otra presa más al canasto. Pero
aconteció algo inesperado e ilógico, fue el pescador quien era
arrastrado al río, la presa había cazado al cazador. El río de
noche luce un
aspecto
tenebroso, más que en su cauce, en unos de sus flancos a las faldas
de la” iglesia el Carmen “se encuentra la boca del diablo,
obscura abertura, que da la impresión de ser una especie de entrada
al averno. Hay quienes dicen que alguien entró y ya nunca salió, es
la entrada sin retorno, ¿quién sabe adónde te conduzca?, quizá a
otras dimensiones, otros tiempos, eso sigue siendo aún una pregunta
sin respuesta hasta hoy. Otros dicen que los que se ahogaron en el
río, y no se halló sus cuerpos han sido tragados por la boca del
diablo. Efectivamente el río se tragó al pescador. En vano le
lloraron sus hijos y esposa; por mucho tiempo lo buscaron por mar y
tierra, en éste caso por río y tierra, y nada, ningún rastro de
él, como si se lo hubiera tragado la tierra, es decir el río.
Pasaron
años y un día a la media noche justo en una noche fría de invierno
como cuando el pescador se extravió, éste volvió a su casa de
repente, sin avisar a nadie. Su andar, sus gestos eran las de un
autómata como si embrujado estuviera. Resaltaban las aletas en los
brazos y en los pies, por donde pisaba dejaban charcos de lodo. Lo
vieron sus hijos y esposa, se echaron en sus brazos y lloraron, pero
él no daba señas de vida e hipnotizado permanecía todo alelado.
Sus hijos lo sentaron a la mesa le sirvieron de comer, comió en
silencio, y luego se marchó por donde vino. Nada pudieron hacer sus
hijos por retenerlo, su fuerza era grande y echó a manotazos a sus
hijos. Su familia estaba muy triste por su partida y a la vez una
cierta alegría les embargaba al saberlo vivo. Pasó de nuevo el
tiempo, mucho tiempo y de nuevo como la primera vez, apareció de
súbito, pero esta vez habló y dijo con voz quejumbrosa:” Hijos
ayúdenme”, quiero quedarme con ustedes, sus hijos lo abrazaron se
echaron a llorar con él, de nuevo enmudeció, los abrazó y besó
como si presintiera que fuera la última vez.
-Así
por la puerta sombría, entraron unos sujetos de siniestra mirada, de
piel escamosa, brazos y pies con aletas de peces, y que traían como
lanza unos tridentes que empuñaban amenazantemente, en seguida lo
aprehendieron bruscamente, a lo que el pescador lleno de pavor no se
resistió, ante la impotencia de sus hijos. Hasta el día de hoy nada
se sabe del pescador.
Así
concluyó mi tía, y yo quedé atemorizado mirando de soslayo la
puerta de la casa, pensando quizá vengan esos sujetos de siniestra
mirada por mí, y me lleven…pero esa sería ya otra historia.
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