(Para Antonio Arroyo)
Al mar lo colorea la luz diariamente,
y esta vez, le dio un traje de rayas de niño.
Líneas marroneras y plateadas fueron
que fueron, también, lágrimas de la Luna creciente.
Al mar lo peina el viento diariamente,
pero también, le da un vestido verde de niña.
Niña que tiene los colores frondosos de los ríos,
pero también las lluvias de los lagos de los cielos.
Al mar lo eleva la ola diariamente,
pero, esta vez, ella tiene una cola larga de vestido.
En la arena brillante ella lo luce cuando se pasea,
cuando el sol madre sus mejores joyas las recrea.
El mar se hace la mar cuando besa la roca
y la pule con su voz y las suaves caricias de su canto.
Canto que forma y conforma sus claras líneas
y lleva el vestido azul que le regaló un astro.
José Pablo Quevedo/ MeloPoeFant 201
Gran Canaria, 2018
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