De
Antonio Maquilón (1902 -1984) a Héctor
Chumpitaz, pasando por Panadero Díaz, los capitanes de
la selección peruana en Mundiales tienen un sello que los distingue:
hombres de pocas palabras, defensas que mezclan elegancia con rudeza.
Lo dicen los diarios de la época, lo ratifican sus compañeros. Para
la vuelta de Perú a una Copa en Rusia,
será Paolo
Guerrero el que lleve la cinta, acaso el mejor
heredero posible de esa estirpe.
¿Cómo
debe ser un capitán de selección? O mejor, ¿cómo lo imaginamos?
Más allá de un líder que arenga o hace más goles, la figura del
capitán peruano en todos los mundiales se resume en una palabra:
ejemplo.
El
escritor José Carlos Yrigoyen tiene una idea sobre el tema, luego de
su investigación para "Con
Todo, Contra Todos",
el libro sobre la selección nacional que acaba de publicar.
“Chumpitaz y Guerrero son los únicos referentes de la historia. Y
la antítesis es Claudio
Pizarro.
Hace poco Paolo dijo: “Quizá no iré al Real Madrid, pero quisiera
ver a Flores y Cueva jugando ahí”. Jamás lo habría dicho
Pizarro. No tiene la generosidad para ello. Un capitán no puede
decir: se fueron de juerga, sí, pero no soy su niñera. Una
declaración así escandalizaría a Chumpi. Mucho del marasmo en la
selección de los últimos años tiene que ver con un capitán
indolente. El incidente con Franco Navarro, no querer jugar, mandarle
una carta, irse y luego decir: llévenme al Mundial. ¿Qué es eso?
La declaraciones de Pizarro tienen que imprimirse y pegarse en todas
la categorías de menores con el título “Esto es lo que no se debe
hacer como capitán de la selección”. Una vez, durante el régimen
militar de 1975, Chumpitaz dijo: “Hay que ganar esta copa pensando
en los que vienen detrás”. Esa declaración y esta de Paolo están
a la misma altura y demuestran el significado de llevar una cinta”.
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