Sansanguia, el Paraíso en Ámbar

12 septiembre 2018

"Lorenzo"
(Cuento)

Manuel I. Solórzano Montero.esposa Ursula Caldas e hijas (Foto Arriba)
Familia Solórzano Caldas: Prudencio, Eloísa, Delia, Julia, Eugenio, Domingo, Clorinda, al centro Manuel Ignacio Solórzano y nietos (Foto Abajo)
Al que llegaba por primera vez a Sansanguia, no le faltaba tema para iniciar la conversación, cuando se acercaba a la entrada de la vieja casona. Que era como un paréntesis acogedor en medio de la hostil lluvia que nos recibía. Desde nuestra salida de Ámbar a Sansanguia, dos cosas teníamos que darnos cuenta al momento de la partida: primero la ubicación del lugar, segundo de dónde había salido el nombre tan curioso y sibilino.
Su dueña Delia Solórzano Caldas, a quien todos llamaban doña Delia, tenía un especial gusto por adoptar niños de la zona, así como de contar la historia de cómo su padre don Manuel I. Solórzano Montero comenzó con un terreno bien chico y posteriormente fue adquiriendo terrenos vecinos a los suyos. Ese día que habíamos llegado a Sansanguia también lo había echo el alcalde del distrito de Ámbar el señor Pablo López Clavario, acompañado de su secretario edil, en la casa de la señora Delia, sus hermanas Eloísa y Julia tenían la delicadeza de atender muy bien a los visitantes, sobre todo la señora Grimanesa encargada de la cocina gustaba de servir bien lleno los platos de comida. Además el ambiente familiar de la mesa contagiaba de armonía y seguridad a los visitantes.
Unos minutos, pasado el medio día se escucha el trotar de un caballo, de pronto desmonta ágilmente Domingo, uno de los hermanos de doña Delia; el chino como lo conocían en el pueblo de Ámbar, tomo su cabalgadura y se dirigió raudo a la caballeriza llamando a uno de los peones para que llevara una vaquilla al establo de su hermano Eugenio en Chaquila.
El chino Domingo llamaba y llamaba a Damián y este estaba dormitando echado sobre una gran parva de heno, muelle y perfumado, sobre la que solitario en sus pensamientos, se había echado a reposar por unos minutos. Domingo lo miro fijamente: mascaba con indolencia una larga pajita, pareciendo repasar sus contornos.
Sus ojos chinitos veían como las aves corrían por el campo lejos de los galpones y del gallinero, los caballos relinchaban en la caballeriza, los peones solo atinaban a mirar por la ventana lo acontecido.
Damián salía apurado del granero rumbo al establo para llevar la vaquilla a Chaquila, sin embargo el heredero de doña Julia, Juan Manuel que se estaba alistando para viajar hacia Huacho a continuar sus estudios en el colegio La Merced, fríamente llamo a Damián para decirle que le alistara un caballo para ir hacia Ámbar de donde tenia que abordar el camión del Loco César para venir a Huacho.
Cosa que Domingo muy enfadado refuto el mandato, ejerciendo su derecho de patrón o mejor dicho de heredero de las tierras al igual que la mamá de Juan Manuel.
Como temiendo que le estuviera cediendo sus derechos de hijo único de doña Julia, Juan Manuel mando llamar a un joven peón que había llegado hacia unos días a Sansanguia, preguntándole abruptamente:
¿Qué anda haciendo usted en el campo?
El campo patrón; me gusta. Se ve que la gente trabaja bien.
Aquello no le gusto tanto a Juan Manuel.
- Y si le gusta, ¿Por qué no está trabajando?
La pregunta le salió sola, corolario inesperado de su inadvertido dialogo interior. Se sintió incomodo consigo mismo, ya que le vinieron algunas dudas del joven peón, a quien ya veía como uno mas en Sansanguia, el joven al percatarse que el alcalde estaba saliendo de la vieja casona despidiéndose de la señora Delia y de sus hermanas Julia y Eloísa, acelero el paso y fue a despedirse, fue ahí cuando el joven repuso una pregunta:
-¿Joven Juan me puede dar usted permiso para traerle el caballo para acompañarlo a Ámbar?
- No me hace falta tu presencia, pero si quieres hacerlo anda, ve rápido, que ya es tarde.
En eso el alcalde que estaba despidiéndose, pregunto al joven peón.
-¿Cómo te llamas?
- Lorenzo.
-Lorenzo ¿Qué?
-Lorenzo el dulce.
-¿Cuántos años tienes?
-Catorce o quince, no me acuerdo.
-¿Qué sabes hacer?
- De todo señor.
Bueno muchacho ve y tráele el caballo al joven Juan le replica el alcalde, luego dirigiéndose al Juan Manuel le dice si vas a Huacho saluda a Prudencio y a mi tía Elena, de igual manera saluda a Clorinda, diles que en el verano viajare a Huacho.
Al poco rato, después de haber llevado la vaquilla a Chaquila al establo de don Eugenio, Damián, un tanto agitado nuevamente sometió a Lorenzo a un interrogatorio similar al que le hiciera el alcalde, la única diferencia era que el debería de resolver a donde ubicar al joven peón.
-Lorenzo.
-¿Entiendes algo de caballos?
-Me encantan.
-He trabajado en eso cuando vivía en Cáhua.
-Bueno espero que sea cierto.
-Ya vera cuando lo pruebe.
-¿Quizás quiera que me ponga a trabajar?
-No se apure jovencito, ya lo hará cuando llegue la hora.
-Lorenzo, tu te vas a encargar de cuidar los caballos, en forma especial de los señores. Ellos son muy especiales y cuidadosos de sus animales.
- Estoy a sus ordenes señor para todo lo que usted mande.
-bueno mientras te aconsejo, que a los señores Domingo, Eugenio y al joven Juan Manuel les puedes tratar con algo de confianza, porque ellos te la dan, pero en el campo no es así. Hay que tratar con mucho respeto a don Eugenio y al señor Domingo, muchacho, o vas a durar muy poco aquí.
-No se preocupe don Damián, eso no pasara.
Cuando se quedo solo Lorenzo, tampoco se sintió muy cómodo, había cambiado repentinamente de parecer, y no sabia bien por qué.
Sin decir mas, ni esperar respuesta decidió irse a vivir a Huacho. Llego a Ámbar justo en el momento que el camión del chino Salinas estaba por salir, no sabia cuanto costaba el pasaje, era ya cerca del las nueve de la mañana, el sol del verano calentaba el día, el chino Salinas pregunto ¿A donde va ese muchacho que esta allá arriba?
-Señor Salinas lléveme a Huacho por favor.
-¿Con quien estas viajando?
-Yo soy el empleado del joven Juan Manuel.
-Juan Manuel viajo ayer con César.
- Si pero yo estoy llevando unos papeles que se a olvidado, es de su colegio.
-Bueno si es así, nos vamos.
Al llegar a Huacho Lorenzo fue a la casa de don Prudencio, le dijo que había venido a ver sus papeles para enrolarse al ejército, quedándose con ellos varios meses.
Lorenzo al estar en Huacho, conoció a gente relacionado con los circos, ya que en el callejón de la familia Solórzano en la calle Mariscal Castilla, cada vez que llegaban los circos a Huacho y se instalaban en el terreno que estaba frente al estadio Municipal, algunos de los artistas y propietarios de los circos alquilaban cuartos durante sus días de estadía en nuestra ciudad, Lorenzo que era un diestro con el lazo y excelente jinete un día menos esperado demostró a los dueños del circo África de Fieras su adiestramiento innato de artista, siendo contratado de forma inmediata para que trabaje como artista estelar del circo bajo el nombre artístico “El jinete de la muerte” debido a la osadía que tenia al montar el caballo con los ojos completamente vendados, al cabo de la temporada circense Lorenzo partió con ellos a Méjico, país donde vivió por muchos años.

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