Sartre tuvo una infancia triste. Su padre murió cuando él aún no cumplía un año. Se crió en la casa del abuelo. La madre lo tenía llenos de bucles que le daban un aire afeminado. Pero su abuelo, que discrepaba abiertamente de la crianza materna, un día lo llevó al peluquero. Recién allí tuvo conciencia de su fealdad física. Y el pequeño príncipe fue devuelto a casa con una cara de sapo. Algo de eso dice en su libro Las palabras. Pero hay también en él un párrafo que habla de su temprano contacto con los libros . Párrafo que conmueve y convoca una complicidad sin atenuantes. Dice: "Nunca he arañado la tierra ni buscado nidos, no he hecho herbarios ni tirado piedras a los pájaros. Pero los libros fueron mis pájaros y mis nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo; la biblioteca era el mundo atrapado en un espejo; tenía el espesor infinito, la variedad, la imprevisibilidad". Quizá de esa soledad llena de trinos vino su conflicto con "el otro". El infierno son los otros, dijo. Quizás. Pero también vino el hombre libre, tanto hasta negarse a recibir el Premio Nobel. Ese fue Sartre. Por más aclaración, un miembro de la especie humana, solo que tan libre que no permitió que un premio nobel hipotecara su estrepitosa (su estupenda) libertad.
Bacán.
Un abrazo. Angel Gavidia
Fecha de nacimiento: 21 de junio de 1905, París, Francia
Fecha de la muerte: 15 de abril de 1980, París, Francia
No hay comentarios:
Publicar un comentario