Hombre del orillero mar

21 febrero 2016


A José Pablo Quevedo, que ha dibujado el universo
sobre el lienzo de la patria ausente
en los deshielos del tiempo con su arte regresivo.

Hombre de inconquistable saber,
ciudadano universal de orillero mar
y acaracolada existencia
de estatura filosófica y de corazón libre,
con sus pies andantes arrastra sus memorias
por el éxodo perseguido de su pluma
esa inútil barbarie terrenal de mezquina razón.
Pero allí viene José Pablo por el estrecho camino
trayendo en su espalda una carga emotiva de coraje,
ataviando un tercio de pinceles bajo el brazo
caminando en la noche desparramada
bajo el lienzo de su acuarela roja,
tatuando la piel del mundo con sus dedos apretados
sobre los flancos estrellados
amoldando en sus alas desplegadas
el vuelo de la dimensión justa
en los versos de su voz y su palabra.
Ese es el anarquista que conocemos,
vestido a la sombra espiritual de Ghandi,
por el dolor que aprieta la garganta
como torsos de guerra que eclipsan el día
en manos cavernarias que habitan la noche.
siendo el Vallejo que se ha quebrado
en el exilio ausente de la patria privada
en cuya tempestad se rompe el silencio
mecida por el tiempo la edad de un niño
haciendo pleno el universo de su discurso,
suavizando la conciencia más dura, el ideal más vil
cuyos dardos palpitantes se han ido doblegando
al pensamiento modesto del eterno forastero, Pablo.

 Del Libro "Alas para el tiempo" de Oscar Castillo Banda.




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