Alan García inició el mes de julio recorriendo el norte del país en lo que podría denominarse la campaña aprista con miras al 2016. A su paso por Chimbote, Trujillo y Chiclayo hizo derroche de promesas electorales como optimizar los servicios de agua y electrificación, así como combatir la inseguridad ciudadana. ¿A qué juega García?
Al respecto, el secretario institucional del Partido Aprista, Omar Quesada, ha declarado que el expresidente no ha iniciado ninguna campaña y que solo ha ido a juramentar a los nuevos dirigentes, recientemente elegidos al interior del partido. Sin embargo, quedan las dudas sobre sus verdaderos propósitos. El congresista Javier Velásquez Quesquén también ha anunciado a los medios que García lanzaría su candidatura oficialmente en el mes de octubre.
En la última encuesta realizada por GFK, García ha obtenido un 10% de intención de voto. Tal porcentaje haría dudar a cualquier candidato pero no a él, quien aspira a ganar. Su ego le impide rendirse antes de iniciar la competencia, aunque tenga que arrastrar consigo un grueso interminable de acusaciones. Todo indica que en sus planes está ganar o ganar. No tentar por la presidencia podría significar no solo una derrota personal, sino también, un duro golpe para su partido.
Sin embargo, también está el hecho de haber sido dos veces presidente y que la gente podría ver esta postulación postrera como una ambición desmedida que solo toma en cuenta su interés personal, pero no llevar adelante algún proyecto político. Por ello, si lo que el líder aprista desea es llegar nuevamente al sillón presidencial, debe tener en cuenta que en esta ocasión no la tiene nada fácil. Alrededor suyo gira una serie de cuestionamientos, principalmente ligados a corrupción durante su última gestión.
Las denuncias
Recientemente García ha tenido que responder ante la megacomisión por el caso ‘Petroaudios’. En la última sesión a la que asistió, sus argumentos fueron poco claros, evasivos y no lograron convencer a los magistrados. Los votos en aquella oportunidad estuvieron divididos, lo que representa un problema para el juez superior Andrés Tapia Gonzales, quien tendrá que decidir el futuro de García en los próximos días a través de su voto dirimente.
Cabe señalar que el caso ha vuelto a generar polémica, con la última entrega masiva de correos que ha realizado Rómulo León al Poder Judicial. Dichos correos comprobarían que Alan García tenía conocimiento de los lobbies con la empresa noruega DPI, meses antes de que esta fuera favorecida con la buena pro para la explotación de cinco pozos petroleros.
Pero eso no es todo, en una eventual campaña, García tendría que lidiar también con el estigma de los narcoindultos. Todavía se recuerda que durante su gobierno se Indultó a más de 400 acusados de narcotráfico. Nada les cuesta a sus adversarios sacar a la luz nuevamente esta denuncia y traerse abajo al líder del partido de la estrella.
Por otro lado, queda pendiente la investigación en torno a las empresas brasileñas y los sobornos que se habrían pagado por la adjudicación de obras de infraestructura, como la carretera interoceánica o el Metro de Lima. Este último escándalo de corrupción implicaría un motivo más para quedar rezagado en la carrera electoral.
Sin embargo, todo este tiempo Alan García ha aprovechado muy bien las debilidades del sistema jurídico para salir bien librado de las investigaciones en su contra. Es muy probable que en esta oportunidad, esa no sea la excepción.
En recientes apariciones en la prensa no ha dudado en atacar a la pareja presidencial. Los ha tildado de ‘vivos’ por llamar calumnia a toda acusación en su contra. García se muestra agresivo, inquisidor, como si esta actitud fuera la que requiere para sumar votos. Más de lo que hemos visto en anteriores ocasiones, especialmente durante su última campaña. Recordemos que durante el gobierno de Alejandro Toledo, García promovió la vacancia presidencial por incapacidad moral mediante el congresista Jorge del Castillo. El líder aprista mide su agresividad de acuerdo a la ocasión. Por estos días pareciera que está haciendo uso de la misma estrategia.
Aún tenemos que esperar unos meses para determinar de qué lado se acomodará el ex mandatario. Y sobre todo, si es que esta vez le rendirá frutos tal movida. No obstante, en esta oportunidad, García está frente a otro escenario político que no le perdonará fácilmente tantas faltas, que ya no cree en palabrería y que no espera nada nuevo de él. Teniendo presente todo esto, ¿aún estará dispuesto a postular? El tiempo lo dirá.
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