Trabajo premiado en el III Concurso Nacional “Caridad Pineda in memoriam” de promoción de la lectura, 2014, otorgado por la Filial Provincial de Bibliotecas, por el acercamiento a un texto que refleja la atmósfera más íntima del amor, por la ternura del relato, la corrección del estilo empleado, así como por la claridad al expresar un acercamiento a la obra haciendo una valoración coherente y premiada de valores.
“La Tregua”
Evidentemente hablar sobre un libro favorito es muy difícil porque a lo largo de la vida se van teniendo de acuerdo con cada edad, mientras más se vive aumentan, y llega un punto donde decidirse por uno es tarea compleja.
De ese modo cuando niño, fue “Granos de oro” y todos los libros de Martí, luego el “Pequeño príncipe”, después, más acá, “Adiós a las armas”, los cuentos y novelas de Manuel Cofiño, en especial “Cuando la sangre se parece al fuego”, “El amor en los tiempos del cólera” del Gabo, en fin, uno va entre los clásicos y los que se adaptan a las necesidades espirituales del momento.
De todos modos, a pesar que de muchos podría decir fueron mis favoritos, me detengo en dos que marcaron mi vida, “El amor en los tiempos del cólera” de García Márquez y “La tregua” de Mario Benedetti.
Entre ellos, me quedaré con “La El libro fue escrito al inicio de la segunda mitad del siglo pasado y parece fue ayer que salió de la imprenta por primera vez al tratar temas tan interesantes y reales como los que encontraremos al salir a la calle mañana o lo que nos pasa ahora mismo, como cuando el día 17 de mayo Santomé le declara su amor a Avellaneda sentados en una cafetería y ella enmudece un rato y luego le dice que ya lo sabía. Uno de los pasajes más hermosos de la historia del libro.
Escrito como un diario en los últimos meses de trabajo de un jefe de departamento en una oficina de Montevideo, Uruguay, nos asume, con las múltiples aristas de la vida y del tiempo.
El autor es capaz de atrapar al lector desde el primer día que el personaje, Martín Santomé escribe, y uno va viviendo lo que el autor dijo hace tantos años.
Así se tratan temas actuales como las diferencias sexuales, la familia, las vivencias cuando el tiempo de trabajo se va terminando y debemos ceder el espacio a otros jóvenes, cosa terrible porque vemos, como se acerca, temeraria la jubilación, con la pérdida de roles sociales y familiares, el quedarnos solos frente a las instituciones y frente a la sociedad, la viudez, la soledad de los años, el envejecimiento cronológico y biológico, los últimos estertores de una juventud que se escapa, las transformaciones de nuestro cuerpo, el amor, esa fuerza que mueve la tierra o nos la derrumba, en el caso del libro seleccionado, un amor de pareja dispareja por la edad, pero amor, y un final desgarrador que conmueve.
Ningún final es alentador, pero algunos son peores, como es el caso de este libro, donde se enfrentan el amor, el desamor, la felicidad y la muerte.
En lo particular he leído varias veces “La tregua” y me hubiera gustado hablarle a su autor, sobre este libro que marcó mi vida. Ahora siento un pesar tremendo por no haberle agradecido las cosas que fui viviendo-sufriendo cada día.
De este libro se han realizado varias películas, dos he visto, en la más lograda y fiel al libro, el papel principal lo interpreta Héctor Alterio como Santomé, y Avellaneda s interpretada por Ana María Picchio, ambos en la versión argentina de 1974, totalmente filmada en locaciones argentinas, que fue nominada al “Óscar” al año siguiente en la mejor película de habla no inglesa, en ella sus rostros eran tan intrascendentes como los imaginaba en el libro.
Hay una versión uruguaya y otra realizada en México, de todos modos, me gusta más leerlo en las páginas amarillas de uno de los tantos ejemplares que conservo, muchos he regalado y otros se han quedado en los lugares, donde todos los que un día amamos, dejamos nuestros pedazos de ternura.
Martín Santomé, una persona gris, apagada, solitaria, triste, con desgano por la vida, con una existencia marcada por la rutina del trabajo que lo aleja de sus hijos, va transitando por las mismas etapas que el lector, o uno va transitando las etapas de Martín Santomé, es como si el autor dijera las cosas que pueden pasar durante nuestra existencia y se cumplan.
La vida es un suspiro y hay que saber descubrir las treguas en cada momento y aprovecharlas.
Laura Avellaneda, joven, de rasgos suaves, ojos serenos, nariz fina de pelo corto color negro y piel muy clara, decidida, segura en si misma y de lo que quiere, inteligente trabajadora, amorosa y entregada, lo saca de la etapa gris de su vida, pasa de ser una simple empleada que llega a la oficina al motivo de la existencia de Santomé y al final muere, no sin antes darle una tregua a la vida de ese hombre.
El amor con Avellaneda fue la tregua que la vida le dio por un tiempo, en el cual Martín cree haber encontrado la felicidad que no había tenido desde la muerte de Isabel, la madre de sus tres hijos. Este amor con Avellaneda fue un tiempo de felicidad, en una vida condenada a la miseria emocional.
El libro nos enseña que no importa la edad o la circunstancia en que nos encontremos, todos podemos hallar la felicidad en algo o en alguien; me enseñó a no perder el tiempo sin aprovechar las oportunidades que la vida da, pues al desperdiciarlas, puede ser que las pierda para siempre y luego me arrepienta.
El mensaje que me dejó fue ese, la esperanza de poder encontrar el lado positivo de cada cosa, de cada minuto en la vida y de aprovecharlo, sin dejar de vivir las pequeñas y que el amor, cuando es explicable y lógico, deja de ser amor.
Este libro debe ser leído, tiene muchas enseñanzas y un poco de misterio, uno se queda esperando qué pasará hasta el momento de su jubilación cuando dice:
…se acabó la oficina. Desde mañana y hasta el día de mi muerte, el tiempo estará a mis órdenes.
Después de tanta espera, esto es el ocio.
¿Qué hacer con él?
El 27 de febrero, tres nuevos empleados entraron bajo el cargo de Santomé: Alfredo Santini, Rodolfo Sierra y Laura Avellaneda, a esta última en todo el diario la describe como Avellaneda, a quien no considera una preciosura, pero es más pasable cuando ella sonríe y ...
Así comienza esta historia de amor y ternuras escondidas en cada página, y la ternura, es terriblemente necesaria en la vida, como el aire, la lluvia, como la primavera.
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“Este es mí Martí”
Autor: DrC. Ricardo Hodelín Tablada rht@medired.scu.sld.cu
La vida y la obra del más universal de los cubanos ha sido reseñada por múltiples autores, muchos de estos libros nos han presentado a un Martí idealizado que roza con la apología, pero esta vez me he encontrado con un Martí diferente, yo diría verdadero. Se trata del libro “De todas partes. Perfiles de José Martí”, publicado por el Centro de Estudios Martianos, La Habana 2012, en su colección Alas de Colibrí, cuya autoría pertenece al historiador Pedro Pablo Rodríguez. Este magnífico ejemplar me hizo recordar la frase del educador brasileño Paulo Freire “leer un texto no es pasear en forma licenciosa e indolente sobre las palabras” y es que precisamente se trata de uno de esos libros capaces de atrapar al lector desde la primera página, obligándolo a pensar y a reflexionar sobre los diferentes planteos que realiza su autor.
“De todas partes. Perfiles de José Martí” es un acercamiento humano al Apóstol desde la óptica del destacado exégeta martiano. Este es un libro, donde hay mucho de aprovechable, que nos presenta una imagen vívida y real del Martí que tanto amamos. Es el Martí que yo buscaba desde hace mucho tiempo, yo diría desde siempre. Es el Martí de verdad que presentía desde que, siendo yo muy niño, leí “La Edad de Oro”. Como bien declara en los inicios el propio autor “Me he animado a entregar mi Martí, el que me he ido haciendo y rehaciendo con el paso del tiempo, desde el privilegio y la oportunidad de haber dedicado parte notable de mi vida al estudio de su vida y de su obra, especialmente a la lectura incesante, repetida una y otra vez, de sus escritos”. Y realmente lo ha logrado al presentarnos el Martí de carne y hueso, un hombre que unido a sus indiscutibles méritos históricos creció como un ser humano excepcional.
No piense usted que por tratarse de un investigador multipremiado con méritos académicos y científicos suficientes -Doctor en Ciencias Históricas, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, Premio Nacional de Historia, Académico de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba, entre otros- encontrará aquí un texto con múltiples citas adecuadamente cotejadas, material inédito y numerosas fuentes consultadas. Pues no, he aquí un libro no académico, escrito con un lenguaje ameno, por momentos altamente poético, que nos regala a un Martí multidimensional retratado desde la pupila del también director de la Edición Crítica de las Obras completas del Maestro. Conocemos entonces al Martí padre, hijo, enamorado, amigo, viajero, revolucionario, entre otras múltiples facetas. Es un Martí que logró conmoverme la fibra noble del alma, para usar las propias palabras del Maestro y me hizo comprender que se puede ser el Héroe Nacional de Cuba y al mismo tiempo continuar amando y soñando.
He aquí un volumen trascendente; lo es en razón de la singular figura que lo motiva y de la forma fervorosa, sencilla y documentada en que se produce la exaltación del más universal de los cubanos, cuya potencia creadora traspasó los límites de esta isla del Caribe para alcanzar la cima de la gloria universal. Un hombre que ahora -despojado de todo hieratismo- nos regala el también Secretario de la Academia de la Historia de Cuba. En consecuencia conocemos detalles del Martí cubano, mexicano, guatemalteco, venezolano, bolivariano, neoyorquino, antillano, español, indio. Es admirable el contexto histórico que acompaña cada texto como por ejemplo en “El indio” donde se recuerda desde la hermosa leyenda de los indios del Orinoco, los cuales consideraban que los seres humanos nacían de la semilla de la palma moriche, hasta las reformas liberales ocurridas en Hispanoamérica durante la segunda mitad del siglo XIX que abrieron paso al avance de los aspectos socioeconómicos, culturales y científicos del que comenzó a llamarse “problema indio”.
Particularmente relevantes son los perfiles dedicados a algunos aspectos poco conocidos del héroe nacional y es aquí precisamente donde veo al Martí más cerca de nosotros. En esta arista conocemos su condición de epistológrafo donde el autor demuestra, con fundamentos convincentes, los valores literarios de sus epístolas, textos originales y singulares en los que la palabra escrita se une a la elocuencia del gesto, de la mirada, de la modulación, en un exquisito diálogo en el cual el remitente siempre está conversando con su interlocutor. Ese es el secreto de su epistolario: escribir a cada individuo, acercarse a esa persona de manera que esta sienta y comprenda cuanto había puesto de sí en esas cartas que iban dirigidas y estaban pensadas exactamente para sus destinatarios. En este aspecto referente a su literatura confidencial descubro que Martí no fue un hombre rígido, de una sola pieza, sino un cubano que, sin ceder en sus convicciones, fue un joven simpático, sufrido y solidario con sus compañeros, que como cualquier joven amaba mucho la vida y supo ganarse el respeto de sus contemporáneos.
Otro matiz poco conocido se lee en “El moderno”, donde se evidencia que fue un hombre de ciencia, divulgador de los avances tecnológicos de la época, que defendió la enseñanza científica frente a la escolástica, entusiasta difusor del uso de la electricidad, de las nuevas construcciones paradigmáticas del mundo moderno, de la industria química, de la descomposición de la luz por los pintores impresionistas y como si fuera poco conminó a los estadistas latinoamericanos a enviar personas a estudiar, en las haciendas de los Estados Unidos, cómo desarrollar una agricultura moderna que se abriese paso en los mercados internacionales. En consecuencia con lo anterior el propio Martí declaró que era precisamente en los libros de ciencia donde encontraba mayor poesía, él que sin dudas demostró con creces su alto vuelo poético.
Acertados planteos se encuentran en “El mexicano”. Si bien en el país azteca José Julián vivió en total solamente veintiséis meses, allí el prometedor adolescente de las tertulias habaneras, el estudiante agitado por el patriotismo en España, entró en el mundo intelectual por la puerta ancha, se hizo un profesional de la prensa, se convirtió en el brillante joven de vasta cultura y colorida escritura que sabía enjuiciar adecuadamente los asuntos políticos que se debatían en aquella nación. En este acápite se evidencia que no fue Manuel Mercado su único amigo mexicano, otros jóvenes dedicados a las letras, a las tablas o la pintura, también le demostraron su amistad. Y de esa amistad salió fortalecido este Martí, verdadero amigo de sus amigos.
En “El teatrista” conocemos que el entretenimiento favorito del líder cubano, además de la lectura, era el teatro. Se comentan ahí sus descripciones de los escenarios madrileños y juicios acerca de los actores y su preferencia por los tres grandes que moldearon su apreciación de la escritura teatral: Esquilo, Shakespeare y Calderón de la Barca. De sus piezas teatrales se reseñan las cuatro que se conocen: “Abdala”, publicada en el único número que circuló de “La Patria Libre”; “Adúltera”, escrita entre Madrid y Zaragoza; “Amor con amor se paga”, que fue la única que subió a las tablas, representada en el Teatro Principal de la ciudad de México y “Patria y libertad (Drama indio)”, creada en Guatemala, en solo cinco días. Se especula sobre algunos indicios de que pudo haber escrito otra obra, dedicada a Francisco Morazán, el prócer centroamericano.
Este compendio de marcada intención ética y humanista nos revela -sin desdorar el ilustre investigador que es su autor- una nueva arista de Pedro Pablo, su capacidad para convencer con una prosa poética cuidadosamente elaborada que se basa en una voz intensa a nivel idiomático, comprensible por todos y escrupulosa en su estilo. En consecuencia nos regala una exposición rica aún fascinante, relato vívido, cálido, minucioso y no tedioso, más bien apasionante del Martí que si bien supo ser maestro, periodista, orador, previsor, diplomático, conspirador, mambí, fue también un hombre que en verdad, amó mucho a pocas mujeres, pero disfrutó el privilegio de levantar pasiones inolvidables. Él que nada hacía sin ponerle toda su pasión porque como escribió “se ama apasionadamente lo que ha de ser siempre rectamente justo”.
Hay todavía otros argumentos por los que defiendo a este Martí, me refiero a la organicidad que existe entre cada uno de los tópicos abordados a pesar de su variedad, incluso en ocasiones se torna cronológico como cuando aborda el mexicano, el guatemalteco, el venezolano y el neoyorquino. Otras veces se agrupan líneas temáticas como al referirse a su condición de hijo, padre, amigo o al relatar sobre sus dotes de pensador, escritor, epistológrafo, maestro, periodista, orador, teatrista y crítico de arte. Vale destacar que los textos se acompañan de ilustraciones realizadas por diez artistas plásticos contemporáneos, todos cubanos, en una interesante mezcla de Premios Nacionales de Artes Plásticas y consagrados, con creadores más noveles. Estos dibujos muestran un mensaje coherente con el relato y en ocasiones son provocadores; ellos, unidos al cuidadoso trabajo de edición de Denia García Ronda, de diseño de Nydia Fernández Pérez y de diseño interior y composición de Vani Pedraza García, contribuyen al acabado final del libro como obra de arte. Finalmente agradezco a Pedro Pablo por haberme regalado a este, mi Martí, y le invito a usted, amigo lector, a disfrutarlo con placer y provecho.
Fotografia: Escritores premiados: Jesús García Clavijo y DrC. Ricardo Hodelín. Santiago de Cuba |
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