Lic. Zaida Cristina
Reynoso Camacho.
Directora
del Colectivo Cultural “El Quijote”
En
Chapala, Jalisco, México.
Ponencia
dentro del tema: “Literatura, Sociedad y Educación”
“SIN HABITACIÓN PROPIA”
“Salas
de Lectura” un ejército de ciudadanos en pro de la Cultura.
Hace
aproximadamente cien años Virginia Woolf afirmaba:“… una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder
escribir novelas…” Su preocupación
iba desde luego hacia las mujeres, porque se suponía que los hombres ya
contaban con ambas cosas, el dinero y la habitación. Si esto fuera cierto, la
Literatura Universal se habría reducido
a menos de la mitad y desde luego que ni Ciro Alegría ni
Juan Rulfo serían nuestras glorias nacionales.
En
el año 2002 la UNESCO dio a conocer el resultado de una encuesta aplicada en el
país en la cual señalaba que el promedio de lectura de los mexicanos era de dos
libros al año, la sociedad en general quedó alarmada, y el gobierno empezó a
tomar medidas, planificar y proyectar acciones tendientes a subsanar la enorme
brecha que separaba a México con respecto a países más desarrollados.
La
Secretaría de Educación Pública tuvo el acierto de instaurar lo que se conoce
como “Biblioteca de Aula” entregando a cada grupo de primera enseñanza de una
buena dotación de libros, desafortunadamente tan gran esfuerzo no arrojó los
resultados esperados, pues si la mayoría de las veces los mismos maestros no
son lectores habituales, poco fue el entusiasmo que pudieron trasmitir a sus
alumnos, quedando muchas veces los libros empolvados en un rincón.
Otro
caso muy diferente fue el proyecto de CONACULTA (Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes), organismo descentralizado, que planeó poner su proyecto
en manos de la sociedad civil con la creación de las “Salas de Lectura”. Convocó entonces a las personas
verdaderamente enamoradas de los libros para que, mediante una capacitación
adecuada, se convirtieran en “mediadores” que sirvieran de vínculo entre el
libro y la población.
Para este
proyecto CONACULTA proporciona la capacitación a todo aquel que desee
convertirse en “mediador”, sin importar la edad ni el grado de estudios, y lo
dota de un variado acervo constantemente renovado. Por su parte, el mediador se
compromete, además de asistir a los cursos de capacitación, a dedicar al menos
dos horas semanarias a la promoción de la lectura, eligiendo él mismo el
horario, el espacio y el público hacia el cual dedicará su trabajo, y esto sin
ningún tipo de remuneración económica.
Con
el paso del tiempo el programa “Salas de Lectura” ha sido tomado por la
sociedad civil con verdadero entusiasmo, incorporando entre sus filas a jóvenes
estudiantes, amas de casa, maestros, profesionistas jubilados, que suman ya
miles en el país, y que lo mismo trabajan en planteles educativos, hospitales,
cárceles, sus propios hogares, parques y hasta en camellones de grandes
avenidas, creando círculos de convivencia alrededor de los libros, despertando
la curiosidad científica, encendiendo la chispa del placer estético y sembrando
las palabras de los grandes autores en el espíritu de nuestro pueblo.
Dignos
son de mención los proyectos:
Sala de Lectura “ México”
mediadores Eliud Ponce y Graciela
Delgado Ramírez Ciudad Juárez, Chihuahua, que trabaja en un centro de reclusión para menores.
Sala de Lectura
“Deshilando Palabras” mediadora Laura Martínez Zaragoza, Uruapan, Mich. Que
organiza recitales poéticos titulados “Háblame con las manos, óyeme con los
ojos” entre jóvenes sordomudos.
Sala
de Lectura “José Revueltas” en el reclusorio
Sur de la Ciudad de México, mediador Enrique Aranda Ochoa, interno que
logró interesar a sus compañeros gracias a la lectura en voz alta de textos de
Allan Poe, Conan Doyle y Agatha Chistie.
Existen
también mediadores itinerantes, que van de pueblo en pueblo ofreciendo sus
lecturas a los niños en los parques los domingos, y el proyecto “Libro Bus” en el que los estudiantes
de la Preparatoria de Chapala, reparten una serie de textos a los pasajeros del
camión para su lectura y los recogen al final del viaje.
La capacitación
de los mediadores ha sido cuidadosamente planeada, y contempla que dentro de
una Sala no sólo se invite a la lectura, sino que se logre crear una verdadera
comunidad con hábitos lectores. Capacitación que comprende ocho diferentes
módulos que incluyen temas como: “Oralidad y Escritura”, “Diferentes niveles de
Lectura”, “Charlas Literarias”, “Lectura en tiempos de diversidad”, “Imagen y
Palabra” entre otros. La mayoría de las veces, la lectura da pie a otras
actividades como pueden ser la proyección de documentales, la audición de
discos, los juegos, el dibujo y pintura, elaboración de carteles, artesanías y
hasta títeres, haciendo de la Sala un espacio de convivencia y superación
humana.
El
resultado de este laborioso trabajo realizado ya por miles de ciudadanos
anónimos ha rebasado las expectativas, ya que el interés por lo libros que ha
sabido despertar en el público, ha ido más allá de la simple lectura, y en la
mayoría de los casos sus integrantes han empezado a escribir. Así nuestra
compañera Clara Luz Montoya, que trabaja con la “Sala María Ancona” en Hermosillo Sonora, elabora sus “Libro Canapé” y Carlotte Carranza en la
Ciudad de México, mantiene un taller de “Autobiografía”
con las amas de casa asistentes a su Sala “Somos Cuentos”. Muchas son los mediadores que, después de una
lectura interesante, incitan a los participantes a redactar una experiencia
propia relacionada con el tema del libro, y de ahí van apareciendo muchas
técnicas para que los lectores se transformen en creadores, cuyas obras
fotocopiadas, se distribuyen entre amigos o son publicadas en los periódicos
locales.
Como
se comprenderá, la gran mayoría de ellos carece tanto de una pensión económica
como de una habitación propia para su labor creativa. Por lo tanto, permítaseme disentir de la opinión de la gran
escritora inglesa, cuya sociedad pudo darse los lujos de un país que había
amasado sus fortunas gracias a la terrible explotación de otros pueblos; pues si
como ella afirmaba: “La libertad intelectual depende de cosas materiales, por
lo que hay que tener 500 libras al año, una habitación propia con cerradura y
acceso a una biblioteca para arribar al mundo…” Nosotros, los mediadores mexicanos, aún necesitamos
trabajar para poder comer, nuestra biblioteca se reduce casi siempre al acervo
de 100 o 150 libros que nos proporciona el proyecto y en cuanto a la
habitación, propia… Si existen salas que trabajan en la banqueta, la cárcel o hasta en el panteón…
Pero estaremos
de acuerdo en que la lectura es motor para el desarrollo, condición para la
equidad, y factor de identidad, por eso el “mediador” abre su casa, destina
tiempos, busca recursos, se sienta a la mesa y escucha a los demás, les hace
saber que lo que dicen le importa, pues su función es la de acompañar al lector,
convirtiéndose en el puente que comunica cuatro mundos: el de los lectores, el
de la palabra escrita que contienen los libros, y el de la palabra oral que se
expresa en la voz de los participantes, y el de la nueva palabra escrita en que
se convierte esa voz nueva.
El trabajo del
mediador resulta casi un trabajo de “escultura” donde empiezas por intentar
conocer el valioso material con el que vas a trabajar, que es el alma del
posible lector, para comenzar a alimentarla según sus necesidades y sus gustos,
poniendo en juego todo lo aprendido, la dedicación, la paciencia, la cultura y
el amor –a los libros y al ser humano en si- y sobre todo, disfrutando de la
actividad y vocación para la que has nacido.
BIBLIOGRAFÍA:
“Una habitación propia” Virginia
Woolf, Ed. Seix Barral. 2ª. Edición, Mex. 1986
“Tiempo de Leer” Dirección Gral. De
Publicaciones CONACULTA, 2011
“Cuadernos de P.N.S.L.” “ “ “
“Leer en Común” Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes” 2013
“México Lee” CONACULTA 2012
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