Al hombre del orillero mar
José
Pablo Quevedo
ciudadano de orillero mar y acaracolada existencia
de estatura filosófica y de corazón libre,
con sus pies andantes arrastra sus memorias
por el éxodo perseguido de su pluma
esa inútil barbarie terrenal de mezquina razón.
Pero allí viene José Pablo por el estrecho camino
trayendo en su espalda una carga emotiva de coraje,
ataviando un tercio de pinceles bajo el brazo
caminando en la noche desparramada
bajo el lienzo de su acuarela roja,
tatuando la piel del mundo con sus dedos apretados
sobre los flancos estrellados
amoldando en sus alas desplegadas
en el vuelo de la dimensión justa
de sus versos en su voz y su palabra.
Ese es el anarquista que conocemos,
vestido a la sombra espiritual de Ghandi,
por el dolor que aprieta la garganta
como torsos de guerra que eclipsan el día
en manos cavernarias que habitan la noche .
siendo el Vallejo que se ha quebrado
en el exilio ausente de la patria privada
en cuya tempestad se rompe el silencio
mecida por el tiempo la edad de un niño
y hace pleno el universo de su discurso:
suavizando la conciencia más dura, el ideal más vil
cuyos dardos palpitantes se han ido doblegando
al pensamiento modesto de un eterno forastero,
Pablo.
Perú, mayo del 2014
Oscar Castillo Banda
Presidente
de la Sociedad de Poetas
y
Narradores de la Región Lima
No hay comentarios:
Publicar un comentario