HIMNO A LUIS PARDO
Armando
Alvarado Balarezo (Nalo)
.
Florece
en la tierra una bella historia,
y se
eleva al cielo un grito inmortal,
trinan
las guitarras melodías de gloria
desde
Chiquián hasta Pancal.
.
Hermano
solidario del desvalido,
héroe
anónimo de la justicia social
en tu
memoria el pecho se agranda
cantando
un huayno en el pajonal.
.
Desde el
Huayhuash hasta el Tucu Chira,
sembraste
en tu ruta laureles solidarios
llevando
abrigo a los parajes solitarios
bajo los
ojos del que todo lo mira.
.
Luis
Pardo, bandera de libertad,
fuiste
grande en el corazón del Ande
y más
grande frente a las balas asesinas,
que te
despojaron de todo, menos del Sol.
LUIS PARDO:
.Aquel 5 de enero
Por Armando Alvarado Balarezo
(Nalo)
Como el cóndor alzaste vuelo
batiendo tus sangrantes
alas;
abajo los cuervos quedaron:
¡revoloteando en el suelo!.
Tu Chiquián se ahogó en llanto,
no cantaron los pájaros
ni doblaron las campanas,
¡de dolor!!!!, por el hijo amado.
Fuiste indómito en el amor,
buen amante y compañero,
que hasta a la Muerte hiciste
delirar,
sobre el lecho de un río
embravecido.
Pero no sufras más, Bandolero,
que tu Andarita no está solita,
ella florece con el viento,
con el Sol y la lluvia.
Hoy, un siglo después,
sigues cabalgando bajo la Luna
cuando el pueblo duerme;
ahí, donde retumba el trueno.
Ya un día no muy lejano
¡estaremos frente a frente!,
tú me extenderás la mano,
yo te daré un abrazo de hermano.
Chiquián, 5 ENE 2009
EL CANTO DE
LUIS PARDO
.Por Luis
Pardo Novoa
.
Ven acá
mi compañera;
ven tú,
mi dulce Andarita,
tú sola,
sola, solita,
que me
traes la quimera
de
aquella mi edad primera,
que en el
campo deslizada,
junto a
mi madre amada
y de mi
padre querido,
era
semejante al nido
que hace
el ave en la enramada.
Ven, consuela al solitario
que por
jalcas y oconales,
sin
hallar fin a sus males,
va
arrastrando su calvario.
Fue el destino temerario
al
empujarme inclemente,
como por
rauda pendiente,
desde lo
alto del peñón
se
desgaja algún pedrón
que rueda
y cae inconsciente.
A mi padre lo mataron,
mi madre
murió de pena;
ella, tan
buena, ¡tan buena!
¡Ellos
que tanto me amaron!
Con ambos
me arrebataron
lo más
que en el mundo quise.
Pero aún la suerte me dice:
“Ama,
adora a una mujer”,
que hube
también de perder…
pues nací
para infelice.
De entonces, ¿qué hube de hacer?
Odiar a
los que me odiaron;
matar a
los que mataron
lo que
era el ser de mi ser;
en torno
mío no ver
sino la
maldad humana;
esa
maldad cruel, insana,
que con
el débil se estrella,
que al
desvalido atropella
y de su
crimen se ufana.
Por eso yo quiero al niño;
por eso
yo amo al anciano;
y al
pobre indio, que es mi hermano,
le doy
todo mi cariño.
No tengo el alma de armiño
cuando sé
que se le explota;
toda mi
cólera brota
para su
opresor, me indigna
como la
araña maligna
que sé
aplastar con mi bota.
Yo aborrezco la injusticia;
yo quiero
al que es desgraciado,
al que
vive abandonado
sólo por
torpe malicia;
yo
maldigo la estulticia
de tanta
gente menguada,
porque al
fin de la jornada,
puesto
que la vida es corta,
la vida a
mí qué me importa
porque
¿qué es la vida? ¡Nada!.
De mi provincia las peñas
y el
viento de mis quebradas,
me
delatan las pisadas
del que
me busca en las breñas;
hasta las
ramas son señas
que de la
suerte merezco;
ni me
asusta ni padezco
si
alguien me mira altanero;
yo soy
como el aguacero,
que al
soplo del viento crezco.
Brama, brama, tempestad;
ruge,
trueno, en el espacio,
¡Bendito
sea el palacio
de la
augusta Libertad!
Cielo,
con tu inmensidad
vas mis
pasos amparando.
El rayo me va alumbrando
si viene
la noche oscura,
en medio
de su negrura
para
seguir caminando…
Llega la noche. En el cielo
salta la
luna serena;
dentro
del pecho mi pena
parece
hallar un consuelo;
sobre el
campo, blanco velo
se
extiende, y como visión,
detrás de
cada peñón
parece
ver a mi amada,
que viene
como escapada
a buscar
mi corazón.
Cae la noche, en el cielo
surge la
argentada luna,
triste
como mi fortuna,
sola cual
mi desconsuelo.
A su luz beso el pañuelo
que me
dio a la despedida,
que en su
llanto humedecida
besó ella
con pasión loca
y que
guarda de su boca
la huella
siempre querida.
Y me persiguen, ¡traidores!
siempre
fueron sin entrañas,
les
espanta mis hazañas
que no
son sino rencores.
¿Dónde están mis defensores?
Para mí,
nadie es clemente;
nadie
piensa, nadie siente.
¿Quieren matarme?, ¡en buena
hora!
Que me
maten si es la hora,
¡pero
mátenme de frente!.
.
LUIS PARDO
.(Vals)
Letra:
Abelardo
Gamarra
Música:
Justo
Arredondo
.Ven acá mi compañera,
ven acá dulce Andarita,
tú sola, sola, solita,
que me traes a la quimera.
De aquella mi edad primera,
en los campos desdichados,
junto a mi madre amada,
y de mi padre querido,
era semejante al nido,
que hace el ave en la enramada.
Por eso es que quiero al niño
amo y respeto al anciano,
al indio que es mi hermano,
le doy todo mi cariño.
Yo tengo el alma de armiño
cuando veo que se explota,
toda mi cólera brota,
y de tristeza me indigno;
cual una araña maligna,
que hoy aplasto con mi bota.
Surge la pálida Luna,
sobre la noche serena,
allá en los campos de avena,
se mece como visión.
Detrás de cada peñón
parece ver a mi amada,
que viene como escapada,
en busca de su corazón.
Si me persiguen traidores,
siempre fueron sin entrañas
se espantan de mis hazañas
que no son si no rencores.
Dónde están mis defensores,
ya para mí no hay clemencia,
si han de matarme en buena hora,
pero mátenme de frente.
Yo soy señores Luis Pardo,
el famoso bandolero.
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