Nació en la provincia de Cajatambo, historiador y escritor, autor de una gama de cuentos y leyendas cajatambinas. Es consultor de historia, arte y cultura de las provincias de Oyón, Cajatambo y Huaura. Combina la literatura con su labor de guía turístico que tiene como centro de operaciones el Museo Histórico de Huaura. Una de las rutas que suele recorrer con los turistas de espíritu aventurero, es por el camino del Inca desde el distrito Ámbar a Cajatambo, cruzando la cordillera a pie.
Escribe en dos blog virtuales de literatura e historia, Episodios y Museo de citas.
Es autor del libro Evocaciones y semblanzas.
PRIMER AMOR
(Cuento)
“Aun cuando jamás olvidé su existencia. La realidad maravillosa de su presencia. Nunca pude saber quien era aquella niña dueña de mi memoria. Me resigné a convivir con su recuerdo, que era también su olvido. Sin embargo, de manera incidental, en una conversación descubrí de quien se trata. De manera que hoy nos une el secreto. Y por tratarse de la flor de mis secretos, sólo diré que, a diferencia de mi mismo y de tantos cajatambinos, que no pueden vivir sin Cajatambo ni en Cajatambo, ella decidió ser madre y esposa, allí donde nacimos y descubrimos -con nuestras propias manos y con nuestros cuerpos- cuanto de espiritual tiene el amor".
No sé como llegó. Ni quién es treinta años después.
Solo sé que teníamos seis o siete años e íbamos a la misma escuela.
Pero recuerdo que fue al atardecer. (Yo jugaba en la carretera cerca de la huerta de la abuela).
También me son ajenas las cosas que dijimos al vernos. Lo cierto es que algo ocurrió a través de las palabras.
La vi de pronto franquear el zaguán. Cruzar el patio desierto y desparecer tras el cuarto de calamina.
Bajo la sombra cómplice de las cuatro paredes la puerta hizo tanto ruido que, a su modo, creo, celebró aquel ansioso descubrimiento. Apenas unos retazos de luz invadían nuestra menuda privacidad. Entonces no nos dábamos cuenta de la atroz soledad que rodean los actos del amor. Solo sabíamos que estábamos solos y eso bastaba.
Quien sabe si ladraría algún perro a lo lejos. O acaso el trote apurado de algún caballo con su jinete nos pusiera algo nerviosos.
No lo sé.
Yo solo veo juntarse -igual que estas palabras- su cuerpo tierno bajo mi cuerpo pequeño.
Así fue, o así me parece que fue. (Tanto no puedo equivocarme).
A los pocos días, muy a mi pesar, me vi con espanto abandonar la tierra donde nací. Una escuela nueva y una ciudad distinta me esperaban.
Pasaron los años y en las calles donde anduve de niño soy ahora casi un extraño. Qué más da.
Un extraño que extraña su sombra amada en la oscuridad del tiempo.
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