Samuel Cavero Galimidi : HUMOR Y SÁTIRA SOCIAL EN LA CREACIÓN DEL POETA Y NARRADOR RAÚL GÁLVEZ CUELLAR

23 agosto 2012

«Soy poeta para vivir y abogado para sobrevivir», nos dice el distinguido abogado, poeta y narrador Raúl Gálvez, intelectual y pensador muy polifacético.

¡Cuánta verdad hay en tan pocas palabras!

Las aventuras literarias son una variante del instinto de supervivencia. Lo es más Raúl Gálvez Cuellar, un escritor tacneño osado aventurero del tiempo, en esencia caballero de terno y sombrero, hombre corajudo y perseverante, de versos que trasuntan amistad y homenaje a poetas representativos como Chaco Gil, Pablo Quevedo, Carmen Amarilis, Julio Solórzano, entre otros. Pero hay en su poesía también, como buen tacneño, un acerado nacionalismo, ferviente lirismo, desbordada pasión, sentimiento por amores, rebeldía política y social. Escribimos para no morir del todo, para huir de la muerte, escondiéndonos tras unas pocas palabras memorables, para habitar por siempre el corazón del hombre. Ese, quizá, sea el mensaje de las creaciones de Raúl Gálvez Cuellar.

Se pregunta Pere Gimferrer: ¿Qué puede ser el escritor sino una pasión sostenida del lenguaje? Lo mismo nos preguntamos, recordando las poesías, cuentos, pensamientos y aforismos de Raúl Gálvez. Pastor de frases memorables, de discursos muy aplaudidos, de cuentos muchos de ellos autobiográficos y de versos imaginativos. Cosechador de imágenes sociales de nuestro tiempo a través de la palabra que nos duelen por ser verdades, que ejemplariza nuestra sociedad haciendo muchas veces pus o nos conmueve el espíritu. En esto nos recuerda a Manuel Gonzáles Prada. Por ejemplo cuando en uno de sus pensamientos nos dice: «Cuando paseo por el jirón de La Unión ya no necesito ir por el zoológico», o cuando dice: «Si los gallinazos comieran el cadáver de un político, morirían envenenados».

En su poema Suficiente se pregunta «si hay algo más bello que la palabra»; nos dice:

Esgrimo la palabra

En este duelo a muerte
contra mí y la muerte;
y aunque nadie crea,
tengo que degollarla urgentemente.

En ese sentido, desde la urdimbre de la palabra y la representación artística, es también homenaje a sus creaciones, que nos motivan a conocer y estudiar mejor su producción literaria y pedagógica un tanto olvidada por la crítica oficial.

Debo advertir que cuando llegué hasta Raúl Gálvez, gran poeta redivivo, me encontré con un hombre maduro, sombrero de copa, pensé entonces en un académico de renombre, un escritor viajero de fama, de inmensa barba, con cara de revolucionario; lo miré fijamente. Esa fue mi primera impresión. A mi costado se hallaba firmando autógrafos con letra marinera en sus libros. Su propia vida y sus escritos, así la burla que él mismo hace de su calvicie, nos recuerdan a Filemón, personaje de la mitología griega, esposo de Baucis. Filemón, poeta cómico de la Antigua Grecia. Se le considera el creador de la comedia de costumbres. Se dice que murió en plena gloria escénica al ser coronado. Quizá también, como Filemón, Raúl Gálvez muera glorificado por sus escritos, por su extremada sencillez, su nobleza y su manera de ser tan peculiar de ser, pues es además un recreador de nuestra bigarrada vida social y política. El Poema Poetú de su libro Poesía, Cuentos Y Pensamientos, recrea bien el novedoso juego de palabras, su talento imaginativo y su apasionada personalidad:

En mi querido Perú
cualquiera es poetú:
solo hay que tener platú
para ir a la imprentú.

O a veces tan solamente
debes ser ministro:
Sin tener nada en la mente,
pero mucha concha fresca,
Y vivir como adulón
Y morir como sobón.

Leyendo sus libros, a sus ochenta años bien celebrados, Raúl Gálvez nos invita a hacer una gimnasia del alma y un ejercicio autocrítico de nuestra sociedad y de sus politicastros demagogos y badulaques. Cada vez que uno lo lee hace un esfuerzo para no soltar una lágrima o contener una carcajada, consigue dos tipos de efectos: consigue dos efectos: los de carácter físico —contraer los músculos de la cara y de la garganta, encorvarse y respirar de manera artificial— y los de carácter energético.

Y es que Raúl Gálvez sabe que la cara es el espejo del alma. Espíritu fraterno y solidario. Por eso rezan sus versos: «Desciende el poeta desde la alta colina / que levantó su corazón».

La común tendencia a hablar sobre los detalles de los demás no tiene buena reputación. Santiago Risso hizo una magnífica reseña de los rasgos más saltantes de su extraordinaria personalidad. Pero como Raúl Gálvez, la mayor parte de la gente siente, en efecto, la necesidad de escuchar historias y, a su vez, volver a contarlas. Los escritos de Raúl Gálvez no hacen otra cosa que satisfacer esa necesidad humana con palabras sencillas, nada rebuscadas, que nos recuerdan al tradicionista Ricardo Palma. En Gálvez está presente en sus relatos los trabajos por él realizados y sus anécdotas tragicómicas. Así debe comprenderse los cuentos: Sálvese quien pueda, la Feria del Mundo, Director de Correos, Burocracia, Isósceles, Santo y Seña, A. T. R. P, que en buena cuenta es la Asociación de Telegrafistas y Radiotelegrafistas Peruanos que le trajo muchos recuerdos memorables al escritor, entre otros relatos que hemos festejado leyéndolos.

Y es que como ingenioso escritor Raúl Gálvez sabe que la necesidad de escuchar historias se pierde en la noche de los tiempos. Se manifiesta incluso en la vejez y la tierna infancia. Los niños (y adultos), leyéndolo, se muestran en este sentido, alertas. No se resignan a dormirse sin escuchar sus historias. Una y mil veces repetidas, o inventadas sobre la marcha. En el mundo de los adultos el hábito por leerlo tampoco desparece, se potencia cuando sabemos que un viejo como él nos dice grandes verdades. Nuestro deseo lector se transforma en una forma de antropofagia por la lectura. Es deseo de devorar sus historias donde se encierra la memorable anécdota.
El resultado es que, leyéndolo, nos damos cuenta, con esta democracia y políticos pregoneros no hemos alcanzado ni la justicia, ni la felicidad, no la conservación del agua y otros recursos vitales, ni nos hemos desembarazado de la burocracia estatal y como él nos decimos: felizmente no seguimos ya tan atrasados como hace décadas, a manera de consuelo. Pero como Raúl, y sus escritos, nos seguimos preguntando: ¿A qué nos llevó la democracia? ¿A qué nos llevó la libertad tantas veces pregonada? Pues a nada lejos, ya los países latinoamericanos vivimos este nuevo siglo modernizándonos, resolviendo nuestros propios problemas, pero dentro de un clima de inseguridad y zozobra. La pobreza y las desigualdades sociales continúan, han potenciado la violencia social a niveles muy delicados. Será, como dice en el poema Patria o Muerte, dedicado a los mineros bolivianos, que: «ha llegado la hora en la dialéctica regresiva, / en la historia de los pueblos de América Latina / en la espiral del caracol…».

«Soy más viejo, por tanto más libre, por tanto más radical», dice José Saramango.

Siempre pensaremos que Raúl Gálvez fue un gran pensador, hombre de su tiempo, en el sentido de Unamuno y Saramango. Su marxismo herético tiene profundas afinidades con el de escritores marxistas occidentales tan importantes como Antonio Gramsci, Gyorgy Lukács y Walter Benjamín. Y siempre que lo vinculemos con otros escenarios políticos, realidades, países y personajes, el legado ideológico dejado en sus escritos se multiplica, hermana y enriquece.

¡Maestro Gálvez, luego de caernos y levantarnos miles de veces desde las izquierdas, recordaremos que hubo una sabia voz interior que nos advirtió (en sus escritos) sobre lo que debíamos o no hacer, y a veces no le hicimos el menor caso!

Filemón es un nombre propio de origen griego, personaje de la mitología griega, esposo de Baucis. Filemón, poeta cómico de la Antigua Grecia. Se le considera el creador de la comedia de costumbres. Se dice que murió en plena gloria escénica al ser coronado.

¿Cómo definir el perfil de su personalidad solemne, otras veces jocosa y humorística de Raúl Gálvez? Sus cuentos Tormenta, Santo y Seña y otros, son divertidos y de final sorprendente.

Octavio Paz: «Poesía de soledad y poesía de comunión», en Las peras del olmo, tiene su propia filosofía personal respecto a la poesía: Y, sin embargo, la poesía sigue siendo una fuerza capaz de revelar al hombre sus sueños, invita a vivirlos en pleno día. El poeta expresa el sueño del hombre y del mundo y nos dice, como Raúl Gálvez lo hace en sus versos, que somos algo más que una máquina o un instrumento, que mercancía y trabajo, que somos un poco más que esa sangre que se derrama para enriquecer a los poderosos o sostener a la injusticia en el poder. Sus sueños nos invita a vivir despiertos nuestros sueños: a ser no ya soñadores, sino el sueño mismo. También, celebrando los escritos de Raúl Gálvez, nos hace repensar que todos tenemos un Quijote y un Sancho en nosotros mismos, en nuestros propósitos, en nuestros sueños, incluso en nuestros escritos, que evolucionan formando un arco de lira en nuestra curiosa y conflictiva personalidad

Escritor Samuel Cavero, dando lectura a su Ponencia "Humor y Sátira Social en la Creación del Poeta y Narrador Raúl Gálvez Cuéllar" en el marco del I Encuentro Internacional de Poetas y Escritores "Raúl Gálvez Cuéllar" en la Casa de la Cultura de Huacho

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