Las tierras y el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica es hoy, más que nunca, la defensa de Haití, que hoy se estremece y muere, alcanzada y derribada sísmica y sistemáticamente por el inmisericorde zarpazo terrorista económico, social y político de todos los dioses blancos; porque no es la Madre Tierra, ¡NO!! La responsable de que se nos hunda y perezca en el abismo de su infernal pobreza. Las tierras y el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica son los pueblos indígenas y los esclavos negros que se levantaron rompiendo las cadenas de la esclavitud; son los mulatos y los criollos con dignidad, sangre y cultura para responder a la llamada de Bolívar y San Martí, de José Gervasio Artigas para vencer a las mesnadas y espadas de fortuna de la España colonialista y oscurantista de Fernando VII, el Borbón-reptil más vil y venenoso de España. Las tierras y el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica son el verbo y la sangre más fértil y generosa de: Sandino, Zapata, Mariátegui, Emilio Recabarren, Francisco Morazán, Farabundo Martí, Lázaro Cárdenas, Vicente Lombardo Toledano, Salvador Allende, Gladys Marín, Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Fray Bartolomé de las Casas, Leonardo Boff, Jon Sobrino, Camilo Torres, Monseñor Romero, Ignacio Ellacuría y de cuantos han dado y nos dan lo mejor de sí mismos, al darnos los sueños, el amor y la vida en la imparable marcha de todos los pueblos de Latinoamérica hacia su definitiva liberación. Las tierras y el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica están en las voces lúcidas y resueltas, firmes y poderosas de: Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Víctor Jara, Nicanor Parra y Violeta Parra, de Alfonsina Storni, Julio Cortázar, Juan Gelman, Facundo Cabral, Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune y Mercedes Sosa, de Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti y Daniel Viglietti, de Mario de Andrade, César Vallejo, Ciro Alegría y José María Arguedas, de María Mercedes Carranza, Gabriel García Márquez, Andrés Bello y Rómulo Gallegos, de Amado Nervo, Rubén Darío, Ernesto Cardenal y Miguel Ángel Asturias, de Roque Dalton, Alfonso Reyes, Juan Rulfo y José Emilio Pacheco, de Ali Chumacero, José María Heredia, José Martí, Nicolás Guillén y Alejo Carpentier, de Francisco Henriquez y Salomé Ureña, de Julia de Burgos y ANACAONA. Las tierras y el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica están en la ancestral y profunda sabiduría de las comunidades indígenas de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, de Chiapas, Campeche y Yucatán, en las humanas y más dignas razones de los zapatistas, en la desesperación y justa rebeldía que embarga el alma de los más, en la fiel memoria, el amor y el valor de las abuelas de la plaza de Mayo, en la cultura y la nobleza, el valor y la sencillez de los tehuelches y los mapuches, de la población náhuatl, de los mayas y los guaraníes, de los quechuas y aymarás. Las tierras y el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica es la voz profunda y telúrica de los volcanes, de la lluvia y los vientos que defienden la Madre TIERRA; es la luz de sus ancestros Lautaro, Pelantaru, Lientur y Caupolicán, de Túpac Amaru y Micaela Bastidas, de Túpac Katari y Bartolina Sisa, de Manuela Beltrán y José Antonio Galán, de mama Dolores Cacaungo y de otros tantos anónimos en el espíritu Pachakuti de los Pueblos originarios, el nuevo despertar de los hijos de la Pachamama y el Tata Inti. Por la Tierra, el trabajo, el amor y la vida, la voz de los pueblos de Latinoamérica, los Poetas de la Tierra y Amigos de la Poesía desafiarán la hegemonía del Gran Poder, mientras les quede la conciencia y, con ella, el verbo y las manos. Y lo harán haciendo valer la justicia y la tenencia de la tierra, la paz y la libertad yendo de Río Grande a la Patagonia, enfrentándose a las resistencias y a las locuras de los endriagos inhumanos. Los hijos de la Tierra ante el PODER se levantan y toman la palabra, ante el débil se humillan y bajan la mirada, ante su Madre se inclinan y se arrodillan para besarla. Los hijos de la Tierra comen la manzana del árbol de la sabiduría para comprender el por qué de las cosas y huir de la nada. Los hijos de la Tierra son el relámpago en las noches oscuras y el trueno en los tiempos del silencio que corta las alambradas y derriba los muros de la ignorancia. Los hijos de la Tierra, más allá de todo y por encima de las distancias y las diferencias vuelan al encuentro los unos de los otros sobre los mares y océanos de los cinco continentes para darse un cálido, fuerte e inmenso abrazo, para SER, al unirse y recorrer juntos, codo a codo, mano a mano, el largo e irrenunciable camino, la histórica, imparable marcha de los Pueblos Originarios por la restitución de todos sus derechos y tierras ancestrales. Y donde ya no sea posible el restituirles su tierra, el gran PODER tendrá que pedir perdón humildemente, en un acto de público desagravio y de compensación económica y moral que les devuelva algo de lo mucho que se les ha robado durante los últimos cinco siglos, con la ayuda de la cruz y la espada, con sus leyes injustas, insolidarias e inhumanas. Perdón tendrán que pedir todos los dioses blancos por el saqueo y los crímenes que han cometido y cometen a diario, expoliando, destruyendo y matando la Tierra a marchas aceleradas con su inmensurable CODICIA. Y los Poetas de la Tierra le entregarán a los Pueblos Originarios su poesía, el Arma Cargada de Futuro de Celaya que les caracteriza y define como seres humanos. Ante el PODER / Me levanto / Y tomo la palabra Ante el débil / Me inclino / Y bajo la mirada
Olivier Herrera Marín Poetas de la Tierra y Amigos de la Poesía
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