Jorge Luis Borges.: ¿Qué será del caminante fatigado?

07 agosto 2011


¿En cual de mis ciudades moriré?
¿En Ginebra, donde recibí la revelación no de Calvino, sino de Tácito?

 ¿En Montevideo donde Luis Melián  Lafinur, ciego y cargado de años murió entre los archivos de esa imparcial historia del Uruguay que no escribió nunca?

¿En Nara, donde en una hostería japonesa dormí en el suelo y soñé con la terrible imagen de Buda, que yo había tocado y no visto, pero que vi en el sueño?

¿En Buenos Aires, donde casi soy un forastero dados mi muchos años, o una costumbre de la gente que me pide un autógrafo?

En Austin, Texas donde mi madre y yo, en el otoño de 1961 descubrimos América otros lo sabrán y lo olvidarán.

¿En qué idioma habré de morir? ¿En castellano que usaron mis mayores para
 comandar una carga o para conversar un truco?

¿En el inglés de aquella Biblia que mi abuela leía frente al desierto?

Otros lo sabrán, y lo olvidarán
¿Qué hora será?
¿La del crepúsculo de la paloma, cuando no hay colores la del crepúsculo del cuervo, cuando la noche simplifica y abstrae las cosas visibles, o la hora trivial, las dos de la tarde?
Otros lo olvidarán
Estas preguntas no son digresiones del miedo, si no de la impaciente espera

Son parte de la trama fatal de efectos y causas, que ningún hombre puede predecir o  acaso ningún dios.
                                                                                        

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