Houston Texas, EE UU
Mientras la bella Argentina,
su pendón izaba al cielo,
rememorando el consuelo, de su independencia ansiada.
Viles manos impregnadas, de sangre, de horror y duelo
cegaban el caro anhelo,
de un gaucho y su voz pausada.
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Una mustia campanada,
cundió la tierra del trigo,
mataron al viejo amigo, quedó su guitarra sola.
La noticia cual negra ola, sacude como un castigo
ya se esfuman sin abrigo,
sus versos en fumarola.
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La metralla y la pistola,
siguen asolando al mundo,
acabaron con Facundo, que sólo era paz y amor.
Argentina en su dolor, y su sentir más profundo,
alza su puño rotundo,
por su eximio decidor.
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Murió el rebelde cantor,
viejo, andariego poeta,
calló su excelsa trompeta, su reflección de cristal.
Cortez llora a su carnal, que se eleva cual cometa,
juglar, cantor o un asceta,
nuestro: FACUNDO CABRAL.
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