CELEBRANDO EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
A 190 años de hospitalidad, proclamas, sermones, fiestas patrióticas y avatares militares
JOSÉ FERNÁNDEZ SÁNCHEZ
“El grupo de españoles que formaron en América Latina la legión separatista fueron los criollos ricos,
en especial venezolanos y argentinos, los organizadores y planificadores de la empresa emancipadora y
la negociaron con los ingleses, sin haber antes liquidado el régimen feudal hispano; más bien, éstos, con
atavíos liberales y republicanos lo heredaron e insertaron a la nueva dependencia capitalista inglesa. A L.
nunca llevó a cabo proceso revolucionario emancipador alguno, ni menos democrático burgués, pues si-
guieron vigentes las mismas estructuras económicas, políticas sociales sin resolver las contradicciones
entre las fuerzas de producción y el régimen económico-político feudal. Más bien, tras esta independen-
cia continuaron dominando y explotando a las masas dominadas”
M. ALICIA SALAZAR PINO (1).
PROLEGÓMENO
Como un homenaje a Cristina Fernández presidenta de la hermana república de Argentina, que nos visitara recientemente, así como la posterior presencia frente al Callao de veleros buque-escuelas de los países iberoamericanos cuyo primer recorrido engalanan el inicio oficial del bicen-tenario de la emancipación hispanoamericana. Corresponde sobre todo al pueblo de Huacho reme-morar y resaltar el paso del libertador José de San Martín, por nuestras tierras hace 191 años, du-rante su gesta emancipadora. A la vez, animar el debate aun vigente respecto a cuándo y dónde comienza realmente la guerra de la independencia en el Perú, como ya lo empiezan a celebrar los otros países de la región. Toda vez que el protagonismo de nuestra Patria Chica se halla total y definitivamente involucrada en este gran proceso histórico. De paso, dilucidar algunas omisiones e inexactitudes históricas que suelen verterse aun en el ámbito escolar y los discursos oficiales.
La preocupación no es para menos, ante la cercanía de estas celebraciones que todo el Perú ha de desarrollar con motivo del bicentenario de nuestra independencia, que fue uno de los grandes procesos histórico, después de la conquista hispana en el siglo XVI. Haciendo las salvedades histó-ricas y pedagógicas necesarias para ir despojándolas de mitos e interpretaciones y arbitrarias prefe-rencias que suele difundirse en la historia oficial; recientemente corroboradas, por ejemplo en la con-vocatoria del MED al concurso “Hacia el Bicentenario de la Independencia del Perú 2021; como el pedido del destacado escritor Eduardo González Viaña para adelantar un año antes los festejos a partir de la proclama de la independencia en Trujillo; o el escolar discurso del presidente del Con-greso de la República al condecorar a la ilustre visitante argentina, entre otras actividades oficiales.
Somos conscientes que este proceso de la independencia en el Perú constituye una invitación a una amplia dilucidación que aun no ha concluido ni consensuado sobre la base de una verídica in-formación historiográfica, menos aún ha llegado al dominio curricular de los maestros de aula; en tanto las autoridades educativas impongan arbitrarios y tendenciosos contenidos como sagrados e inalterables considerados como “valores patrios”. Mientras, por otro lado, recuperando archivos de provincias y desempolvando legajos olvidados, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, histo-riadores de nueva horna están esclareciendo no pocos hechos históricos regionales que invalidan algunas sacrosantas verdades respecto al proceso de la independencia en el Perú.
Obviamente, tampoco nos mueve un entusiasmo chauvinista y reduccionista de saber cuándo y qué pueblo fue el primero, el segundo o el último en involucrarse en esta histórica performance; en dónde se proclamó, sermoneó y festejó la independencia en términos más o menos formales o en sendas fiestas patrióticas; qué pueblo hizo más o menos méritos a favor de esta guerra independen-tista; o qué sector social fue el que asumió con mayor protagonismo el peso de esta lucha. Preocu-paciones sí, dentro de otros grandes procesos hay interrogantes más allá de lo coyuntural, como por ejemplo: los grandes cambios políticos y económicos en el contexto internacional. O ¿quiénes fusti-garon nuestra separación de la “madre patria”; ¿quiénes ganaron y quiénes perdieron con este pro-ceso? ¿Se dieron o no se dieron cambios estructurales en nuestra sociedad peruana al término de este conflicto? ¿Fue una guerra civil entre criollos peruanos y extranjeros o una revolución social? ¿Derivó acaso de un proceso social?, y ¿el rol de la masonería internacional?, etc. etc. Son interro-gantes que merecen ser debidamente esclarecidas en otra ocasión, pero que por de pronto nos dan luces y pautas para estudiar el proceso de la independencia en nuestra región nor central del Perú.
“La independencia es un proceso complejo que vive nuestra sociedad desde el siglo XVIII, que se con-
solida en las primeras décadas del XIX. Coincide esto con una concientización espontánea que se da
en nuestros diversos grupos sociales, sobre todo en las provincias, al llevarse a la práctica un cierto
ejercicio de actitud crítica, refrenada hasta entonces por falta de organización, o caudillos que llevan
a criollos, mestizos, gente de color, indios y negros a identificarse con su terruño y a ver como intru-
sos a quienes no teniendo vínculos con el país gozan de mayores derechos que los naturales…”
MARGARITA GUERRA MARTINIÈRE (2)
Por lo pronto, para nosotros -de la región nor central- se nos hace algo difícil consensuar, des-de cuándo y dónde empieza realmente nuestro aporte a la independencia Patria, Quizá entre marzo y abril de 1819, hasta 1821. Porque el protagónico patriotismo y desprendimiento cívico y militar fue a todas luces enorme, si tomamos en cuenta cuidadosamente las fuentes históricas, incluso las pocas conocidas por la historia oficial y centralista. Para lo cual, continuaremos describiendo algunos de los muchos sucesos que siguieron desarrollándose en el mes de abril de 1819 para adelante. Propo-niendo a los lectores, tras reflexionar, valorar y comparar dichos acontecimiento, verlos por sí solos y a la vez articulados, para recordar y reconocer su importancia, por los cuales sentirnos muy orgullos de ser herederos de una rica y gloriosa historia, realmente singular como pocos pueblos peruanos.
HECHOS PREVIOS
Aunque no es empeño central de estos apuntes, confirmaremos que los sucesos independen-tistas no se dan por casualidad ni menos aisladamente. Así, tras el fracaso de los movimientos so-ciales indígenas del siglo XVIII, que sí buscaban la libración colonial y la restitución de la autonomía andina, tócale al siglo siguiente ver el surgimiento de la alternativa separatista de expulsar a España de Hispanoamérica, sin alterar las estructuras socioeconómicas dependientes en manos de la misma clase nobiliaria criolla vía las Juntas de Gobierno, primero, y luego las corrientes libertadoras.
En el Perú, unos monopolistas (sobre todo limeños), y otros liberales, venidos en conspirado-res, toman la iniciativa subversiva, como las acciones militares, casi todas provenientes del exterior, en tiempos del “pacificador” Abascal. Por un lado, los frustrados alzamientos de caudillos criollos y mestizos de Huánuco (1812), de los hermanos Pallardelli (1813), de Pumacahua y Zela (ambos en 1814), hay proclamas y pasquines subversivos en Arequipa (1813) y Huamachuco (1818). Por el otro, las infructuosas incursiones militares por el Alto Perú, provenientes de Argentina, casi todas ellas derrotadas por el coronel Goyeneche y el brigadier Pezuela. “Pero, si hubiese triunfado Túpac Amaru II, inicialmente de dimensiones multiétnicas -mas luego de marcado nacionalismo indio que espantó a los criollos limeños-, ya no hubiese sido necesaria la posterior intervención extranjera”. (3)
“La metrópoli no estaba ya en condiciones de apoyar a sus fuerzas ni menos aún de garantizar
la paz social que requerían sus súbditos y nativos aliados para mantenerse bajo su protección. La ini-
ciativa en el mar fue ganada por el ejército del sur (que incluyó muchos peruanos de la costa normen-
tral)… Mientras que los aliados productores y comerciantes criollos limeños perdían el mercado chile-
no, otros sectores, en cambio vieron en esas acciones la ocasión de independizarse de España, como
tempranamente se expresó el cabildo de Supe, que el 5 de abril de 1819 proclamó su independencia”.
FRANCISCO QUIROZ CHUECA (4)
No era de esperarse que dentro de este infructuoso marco independentista, luego de procla-madas sus independencias de Argentina (1810) y Chile (1812), para asegurar sus autonomías dieran el siguiente paso: ambas repúblicas firman el 5 de febrero de 1819, en Buenos Aires, el convenio de ayuda mutua para invadir e independizar el Perú, ya no por el Alto Perú, ahora directamente por el mar hacia el Bajo Perú, al corazón mismo de la resistencia realista de Sudamérica, cuando Abascal ya se había alejado del país. En tanto se van articulando mejor las redes de espionaje y agentes se-cretos criollos y extranjeros en Lima y el resto de los pueblos del Perú.
Hay proclamas y pasquines subversivos en Huamachuco y Chachapoyas (1818) como en la costa central (1818-19), en Huamanga, en los claustros universitarios e intelectuales liberales limeños como Riva Agüero, Sánchez Carrión, Rodríguez de Mendoza, Francisco J. Mariátegui, José Méndez, el italiano José Rossi, los hermanos Remigio y Mateo Silva, y tantos otros. Luego las actividades insurgentes se desplazan hacia Lima y la costa. Pero, la iniciativa de sacudirnos del yugo realista, si proviene de fuera o de un pequeño grupo de liberales capitalinos, el costo principal lo va asumiendo el pueblo; no todos, pues algunos son incluso adversos a la guerra, pero lo asume con generosidad y desprendimiento, sin cálculos egoístas, más bien llenos de ideales de justicia, libertad y democracia.
De 1819 a 1822, llamada etapa sanmartiniana, son años de gran efervescencia patriótica. Tiempos de un despertar y actuar ante el llamado de los caudillos, sean criollos, mestizos, morenos, sambos e indios; sean intelectuales, comerciantes, religiosos o hacendados conspiradores o subver-sivos, agentes secretos, jefes de guerrillas y montoneras, oficiales extranjeros u oficiales conversos. Las nuevas ideas liberales, profusas y secretamente difundidas por los sectores criollos (aunque em-parentados al poder colonial) convencidos del libre mercado como del pensamiento republicano, pero inspiradas en los valores de libertad, igualdad, democracia, fraternidad, calan en lo hondo de los sen-cillos espíritus del poblador del Perú profundo, sobre todo de indios y esclavos negros. Estos últimos asumen pues, un rol más protagónico que en las etapas siguientes. Así, llegamos al mes de abril de 1819, señalando como hechos memorable las siguientes acciones ante la presencia en nuestro litoral de la expedición del vice almirante Lord Cochrane, en su segundo intento de dominar el mar peruano.
El 5 de abril de 1819, en el pueblo de Supe, actual provincia de Barranca,
“Andrés Reyes, con los vecinos Domingo Aranda, los hermanos Juan y Doroteo
de los Santos, José de Orué, Domingo Fonseca, Juan Muñoz, Tomás Quintín,
Luis Rissi, fray Cayetano Requena, Francisco Vidal Laos, Francisco Villanueva,
Tomás Vargas, José Terán, Francisco y Tomás Manrique y Juan “Inglés”, propa-
gandista argentino, y muchísimos habitantes, proclamaron la independencia”.
LÁZARO COSTA VILLAVICENCIO (5)
Ajustando los aprestos expedicionarios y para efectos de renovar y rotar agentes secretos, llegan al Perú, entre otros, José García, José Fernández y Pablo Jeremías, comisionados del Liber-tador y de O’Higgins para vigilar las acciones de virrey Pezuela, observar la situación de Lima y pro-vincias, hacer campaña, difundir escritos libertarios, levantar mapas, planos y croquis de todo el lito-ral, puertos y valles, posibles de futuras acciones, y coordinar con los patriotas de las zonas más con-vulsionadas. La correspondencia se hace más intensiva. (6) El 18 de mayo de 1819, los hispanos in-terceptan en Supe una carta subversiva, escrita por Antonio Álvarez Jonte, a nombre del general San Martín, dirigida al inquieto criollo limeño José de la Riva Agüero. El 22 de julio, por recomendación de Cochrane, el presidente de Chile O’Higgins nombra al joven Francisco Vidal, de 19 años recién cum-plidos, subteniente, agregado al batallón de infantería de marina del ejército chileno, en reconoci-miento a su invalorable aporte guerrero durante las campañas de la expedición de Cochrane. (7)
APROVISIONAMIENTO Y PARTIDA DE LA EXPEDICIÓN.
El valor de la inversión inicial de la Expedición Libertadora fue de 1’180,000 pesos, de los cua-les el gobierno argentino aportó con 500 mil pesos, el gobierno de Chile con 400 mil, 80 mil por ero-gaciones públicas y 200 mil mediante préstamos de banqueros argentinos y chilenos. Cantidad que permitió contar con 2 fragatas, 3 corbetas y 4 bergantines, todos capitaneados por marinos ingleses; con un total de 2,324 tripulantes, 322 cañones de diversos calibres. En general la expedición terrestre estaba constituida (entre oficiales, asesores, asistentes, ingenieros, médicos, capellanes, topógrafos y tropa) de: 2,285 argentinos, 1,738 chilenos, y 64 de otros países, con un total de 4,119 hombres, además de 800 caballos, 36 cañones, 15 mil fusiles, 2 mil sables, 15 mil cajones de pólvora, balas, vituallas, medicina y víveres. En cambio, el ejército relista contaba de 15,754 plazas, cuyos cuerpos estaban distribuidos a lo largo y ancho del país. La escuadra española lo formaban: 3 fragatas, 6 corbetas, 4 bergantines y 21 entre pailebotes, lanchas cañoneras y obuseras; ejército y escuadra, ambos bajo el mando único del virrey Pezuela. (8)
“Tanto Argentina como Chile, tenían mucho interés en la independencia del Perú. Aparte del asunto
principista de liberar todo el continente, convergía el deseo de los rioplatenses de recuperar el Alto Perú, que
había sido parte de su virreinato desde 1776 (con las minas de Potosí y su extenso y rico mercado para sus pro-
ductos). Chile, por su parte, se proponía el reestablecimiento de su intenso comercio con la costa peruana, que
aprovechaba mucho a los comerciantes y agricultores de su país”.
CARLOS CONTRERAS Y MARCOS CUETO (9)
Mientras tanto, entre junio y setiembre de 1819 Cochrane completa su segunda correría por todo el litoral peruano. Llega primero al puerto de Supe, donde se reembarcan Fray Cayetano Re-quena, Francisco Vidal, José Orué, José Terán, Francisco Villanueva y Domingo Fonseca. En el mes de julio, Cochrane llega al puerto de Pisco y tras breve bombardeo desembarca marinería, que llega hasta la hacienda Cáucato, donde el administrador Juan Saldamano, le entrega gran cantidad de azúcar, ron, ganado y otros víveres; y de donde regresa a su base y puerto de Talcahuano en Chile.
Al año siguiente, el 3 de febrero en el litoral norteño de Chile Cochrane toma la fortificación y el puerto de Valdivia, Osorio y las islas de Chiloé, donde el principal héroe fue el supano Francisco Vidal. Quien por su valentía y audacia fue premiado con medalla de plata y ascendido a teniente pri-mero e incorporado a la cuarta compañía del batallón Nº 8 del Ejército de los Andes, luego enviado al Perú en julio, como emisario secreto de San Martín. En realidad, Valdivia era el último bastión realista que seguía controlando el mar. Este hecho viene a asegurar la real independencia del norte de chile.
“Luego de capturar Valdivia (3-4 de febrero) la más poderosa base naval de España en todo el Pacífico,
la escuadrilla chilena a su mando (Lord Cochrane) en realidad se apropió del Pacífico Sur, interceptan-
do los refuerzos españoles y bloqueando las costas del Perú (golpe mortal para el comercio español” .
CARLOS D. MALAMUD (10)
Siguiendo hacia el norte Cochrane incursiona nuevamente por la costa sur del Perú. El 20 de mayo, con el también ascendido y condecorado comandante Miller desembarcan en el puerto de Ilo y sostiene un encuentro en Miranaves, bahía cercana a Moquegua, contra el aun realista coronel Las Heras. En tanto Vidal atravesaba graves percances en la costa norte, San Martín realizaba los úl-timos preparativos para zarpar hacia el Perú. (11) El 18 de agosto, de Valparaíso parte la Expedición Libertadora del Perú, al mando del general en jefe José de San Martín en el buque San Martín, y la escuadra comandando las fuerzas de mar el vicealmirante Thomas Cochrane en su buque insignia O’Higgins. La expedición dependía formalmente del gobierno de Chile. Primero recala en el puerto chileno de Coquimbo, embarcar parque de guerra y carbón, de allí sigue su marcha el 21 de ese mes.
ACCIONES SIGNIFICATIVAS DE LOS EXPEDICIONARIOS
El 6 de setiembre de 1820 la Escuadra Libertadora arriba a Santa Rosa en Ica, el 7 pasa a San Gallán y ancla en la bahía de Paracas, a 8 km. de Pisco. San Martín ordena el desembarco, en tanto Cochrane bombardea Pisco y desembarca haciendo huir al coronel realista Manuel Químper hacia Ica. Apoderándose de lanchones y botes para apoyar el desembarco de algunos batallones que, al mando de Álvarez de Arenales, Gregorio de las Heras exploran la región y acampan en Chincha. Lugar donde San Martín destituye toda autoridad y dominio realista y establece su cuartel general en Pisco. Donde un grupo de vecinos criollos, ricos comerciantes y hacendados esclavistas, “renunciando a sus investiduras” nobiliarias, rangos y dignidades, se acogen a la nueva autoridad y se incorporan a las filas patriotas. El 9 San Martín nombra al coronel Toribio de Luzuriaga jefe de la reserva y parque de Paracas, y al conde de la Vega del Rhen como su ayudante. En Chincha nombra alcalde y regidores, y como su edecán al rico propietario de la región marqués de San Miguel. Acorde con las instrucciones del gobierno chileno, San Martín aceptar una reunión con el virrey Pezuela, El 20 de setiembre se reúnen en Miraflores los representantes de San Martín y Pezuela, ante puntos de vista irreconciliables, terminado el intrascendental armisticio, se reanuda la guerra.
“Por invitación del virrey Pezuela el 11 el liberador en Chincha envía al capitán de dragones argen-
tino Vicente Suárez, como parlamentario ante el comandante realista, jefe de la guarnición de Cañete, so-
licitando un armisticio, para concertar acuerdos con el Virrey Pezuela”.
LÁZARO COSTA VILLAVICENCIO (12)
El 11 de octubre San Martín envía al coronel Álvarez de Arenales hacia los Andes Centrales, (quizá su primera y única acción militar exitosa del libertador); al ocupar Ica, los realistas Manuel Químper, el conde Montemar y 800 solados se refugian en Changuillo, y en acción rápida toma un cargamento de caudales, pertrechos y de rehenes a oficiales y soldados godos en Acarí el 13. Y el 21, el alcalde, José Salas, nombrado por Álvarez, proclama la independencia de Ica. Siguiendo las instrucciones, la expedición sigue rumbo a la sierra. El 25 llega Castrovirreyna, a 130 km. de la costa y a 3,800 msnm., donde se entera del retiro del coronel realista Montenegro hacia Huamanga, tras breve descanso lo persigue hasta Huancayo, luego de tramontar duros y fríos parajes. En tanto, por decreto, San Martín en Pisco crea la primera bandera del Perú, el 21 de octubre, diseñada por ofi-ciales ingleses. 5 días después toda la expedición se reembarca rumbo al norte. (13) No sabemos si Álvarez de Arenales seguía enarbolando la bandera chilena o la de San Martín.
En Huancayo, ante Álvarez de Arenales, se presentan los criollos Francisco de Paula Otero, Fray Bruno Terreros, Álvarez, Dávila, Huavique, Landeo, Bellido y muchos otros, para enrolarse en el ejército libertario; formándose así los primeros destacamentos de guerrillas de la sierra. La expedición sigue rumbo a Concepción y Jauja, donde vence a Montenegro y Cárdenas el 7 de noviembre, to-mando prisioneros y piezas de artillería. Los realistas huyen a Pasco, mientras los patriotas se dirigen a Tarma, quedando la guerrilla en Jauja bien pertrechada y al mando de Fray Terreros.
“Por lo general, la imagen que tenemos de la independencia es la de un San Martín declarando,
desde un balcón de Huaura, que el Perú era libre e independiente. Ahora hay que tener en cuenta que el
proceso de independencia se inició bastante antes de 1821 y culminó, recién en 1826”. Pero sería recién
en 1808 con la invasión de Napoleón a la península ibérica y la captura de Fernando VII, cuando se daría
rienda suelta al malestar acumulado que existía en las colonias, ante los inesperados cambios a los que
había sido sometidos sus habitantes por el reformismo borbónico”.
SCARLETT O’PHELAN (14)
Enterado, Pezuela envía una formidable división al mando de brigadier O’Relly por la ruta del Chillón y Canta hacia Pasco para dar caza a los patriotas. Álvarez de Arenales decide hacerles fren-te de manera sorpresiva y rápida a pesar de la desproporción de fuerzas; llega primero a Pasco y el 6 de diciembre en un ataque simultáneo de sólo 45 minutos destroza al enemigo, tomando prisioneros al propio O’Relly y a 620 oficiales y soldados, entre ellos al comandante Andrés de Santa Cruz. Al día siguiente se nombra al alcalde y con los vecinos de Pasco proclaman también su independencia.
Aunque los ricos hacendados seguían quejándose de la carga de impuestos más elevados y contribuciones forzosas para mantener la tropa realista, la causa patriota atrajo en la sierra pocas manifestaciones externas hasta el desembarco. En 1820, con los 4 mil soldados argentinos y chilenos en Pisco, a 200 km. al sur de Lima, San Martín, prometiendo la libertad a los esclavos, captó a un gran número de negros, para luego continuar su viaje hacia Huacho, llevando consigo a 650 esclavos que huyeron de las haciendas de Pisco, Chincha e Ica.
“Como Pisco y Pasco, como Ancón, Huacho, Chancay; como Huando, Cáucato, pun-
chauca, Végueta, Supe, Mazo, Ingenio y todo el norte y sur de Lima, Huaura constituyó, un
valioso centro de operaciones en la campaña emancipadora. Sobre todo tiene este lugar el
insigne mérito de que en sus suelos no sólo se alinearon al lado del Libertador miles de pe-
peruanos procedentes de diversas regiones del país, sin que aun antes de llegar la expedi-
ción y cuando era incierto el triunfo y peligrosa la causa, hallaron aquí una halagadora pre-
disposición los ideales de libertad y democracia, lo que contribuyó en forma poderosa a ha-
cer realidad el sueño de San Martín de entrar a Lima sin la menor efusión de sangre y decla-
rar definitivamente la independencia”.
RICARDO CAVERO-EGÚSQUIZA (15)
San Martín parte de Pisco el 26 de octubre, en tanto los realistas se movilizaban de Cañete a Pisco. Mientras, en el Norte Chico van sucediéndose importantes eventos favorables a la causa liber-taria, a cargo de Vidal, Reyes y otros tantos jóvenes patriotas, que van conformando indistintamente sendos destacamentos de guerrillas, ejerciendo una fuerte tarea de propaganda patriota con pro-clamas y juras de la independencia. Mellando así la moral del enemigo y la retirada intempestiva de las tropas realistas, despejando Huaura, por donde llegaría luego un batallón de 200 patriotas y un escuadrón al mando del mayor Andrés Reyes y del capitán Brandsen, respectivamente, “trayendo gran cantidad de ganado vacuno, caballar y mular y víveres, que habían reunido en el fértil y rico valle de Chancay”. Al no hallar aún a la escuadra, continúa hacia Supe, en tanto Brandsen retorna al sur. (16) Como se ve, todas las acciones patriotas se van orientando hacia los valles al norte de Chancay.
Noviembre empieza con otro hecho singular, la del capitán Brandsen y sus 40 jinetes, al atraer a los godos, al mando de Valdez, hacia los angostos callejones de la hacienda Torre Blanca (entre Chancay y Huaral). Para anular la superioridad enemiga, carga con fuerza sobre un escuadrón, que no podía desplegarse, y al retroceder atropella al otro escuadrón, que huyen hasta tener el apoyo de su infantería al mando del realista García Camba. Mientras que en el sur chico, la expedición no gozaba de un ambiente facilitador a la estrategia sanmartiniana, a pesar de las proclamas y prome-sas de San Martín y la jura por la independencia. El norte chico, en cambo está inquieto, no sólo por la aproximación de la expedición, sino con abierto apoyo a la bien articulada estrategia libertadora; su población está presente y animosa por incorporarse a los cuadros militares, cumpliendo su honrosa palabra que empeñaran con amor al proclamar y jurar la independencia el año anterior en Supe.
Un poco antes de la batalla de Cerro de Pasco, donde vence Álvarez de Arenales, Cochrane, en el Callao, en hazaña formidable capturó la fragata hispana más poderosa: La Esmeralda, de 200 tripulantes y 35 cañones, que se hallaba bajo el abrigo de los cañones de los castillos del Real Felipe y protegido por una doble red de cañones y varias hileras de pontones amarrados. En la noche del 5 de noviembre de 1820, Cochrane, con un selecto grupo de anfibios, sigilosamente abordó la fragata, redujo rápida y violentamente a su guardia y la deslizó hacia las posiciones independientes. Con esta pérdida los coloniales quedaron reducidos a la más completa impotencia naval. (17)
Contando con un entrenado y bien informado grupo de patriotas del norte chico, San Martín aprovecha su presencia frente a Carabayllo, Ancón y Chancay, para disponer el desembarco escalo-nado de granaderos, lanceros e infantes, para explorar y asegurar sus desplazamientos hacia Hua-cho. El virrey Pezuela, sospechando dichos movimientos, dispone la concentración de todas sus fuer-zas acantonadas en Supe, Huaura, Canta y los alrededores de Lima, hacia el pueblo de Chancay.
Pero la otra razón de este repliegue realista es porque los patriotas comprovincianos los iban expulsando de los pueblos del norte chico, como lo demuestra Francisco Vidal, formando la primera partida de guerrillas de la costa, con un grupo de familiares y amigos, a fines de octubre toma por asalto en Supe el cuartel de caballería Dragones del Rey al mando del coronel Otermín, que huye por la ruta de Sayán. Vidal toma preso a sus oficiales y convence a la tropa pasarse a las filas patriotas. Requisa más de 400 caballos, reses y víveres y de inmediato los traslada hacia Huacho, para dar el alcance a la expedición que por mar, rumbo al norte se dirigía también a esa localidad. (18)
APOTEÓSICA BIENVENIDA A LOS EXPEDICIONARIOS
Tras esos nuevos acontecimientos del país, los primeros días de noviembre, el pueblo de Chancay deviene también en el centro de congregación de autoridades civiles y militares, jueces, marinos, abogados, alcaldes, funcionarios, médicos, priores y párrocos, de Huacho, Huaura y de Chancay, entre criollos y mestizos, para expresar abiertamente su apoyo y compromiso con la causa libertaria, siguiendo el ejemplo de los primeros precursores de esa región. Los sermones patrióticos dentro y fuera del púlpito eran frecuentes en los pueblos más recónditos de los valles y quebradas de la luego provincia de Chancay. En algunos de ellos, como reguero de pólvora corrían las inquietantes noticias de los desplazamientos por mar de la expedición y de sus requerimientos; en tanto, las tropas rea-listas se iban desplazando hacia Lima.
“Por esta costa todos los pueblos se han pronunciado en nuestro favor: las provincias de Guaylas,
Conchucos, Guarmey, y hasta Casma y Piura han hecho su revolución. También tengo noticias, que Trujillo,
Huánuco y Lambayeque han seguido este ejemplo; nuestra caballería está situada en Huaura y Huacho, y la
Infantería en Supe. El enemigo tiene una división en Chancay de 2 mil hombres…”
GENERAL SAN MARTÍN (19)
Por fin, la Expedición Libertadora llegó a Huacho, pueblo de 6 mil habitantes, indios en su ma-yoría, dieron la bienvenida al general San Martín, con los aplausos más entusiastas y optimitas que pueblo alguno le haya dado. Desembarcan los días 10, 11 y 12 de noviembre de 1820, en las playas de Huacho, Carquín, Ruquia, Végueta, Tambo de Mora, Mazo, Medio Mundo y Supe. El 17 toda la in-fantería se dirige e instala en Supe al mando del general Las Heras. Los granaderos a Caballo en Huaura; y los cazadores a Caballo se quedaron en Huacho. Por una semana Huacho es la sede del cuartel general de San Martín, luego el 20 se establece en la villa de Supe, siendo recibido por sus vecinos con gran euforia y ceremonias cívicas; los batallones se instalaron en las casonas, locales públicos y fundos. Algunos cuerpos se trasladaron luego a Barranca y Pativilca.
Ningún lugar en el Perú dio una espontánea y populosa recepción como la dada por los pue-blos del norte chico a la expedición libertadora durante esa semana de noviembre de 1820. Fue en realidad un extraordinario acontecimiento histórico, lamentablemente hasta ahora desmerecido con el olvido de la historia oficial, por el simple hecho de ser el pueblo el principal protagonista Pero feliz-mente están minuciosamente descritas las acciones de este pueblo generoso y patriota en diversos documentos oficiales, que hermanan a indios, esclavos negros, mestizos y criollos; desde agriculto-res, pescadores, artesanos, comerciantes, hacendados, religiosos, funcionarios, autoridades, jefes de montoneras, entre otros. Que sería difícil signarlos en este material, tan extraordinaria epopeya. Salvo algunas referencias registradas bastan para evaluar su importancia y trascendencia.
“El Libertador, sus edecanes, generales, ayudantes, jefes, desembarcaron el 12 de noviembre y el mismo
día avanzó hasta Huaura, a caballo, en compañía del general Las Heras, el almirante Cochrane y otros per-
sonajes. Los vecinos de Huacho, Huaura, del puerto y de la campiña presentaron su saludo y ofrecieron su
adhesión a la causa de la libertad. Ingresó a Huacho por el callejón del puerto hasta la plaza principal, para
seguir por la amplia calle de Malambo, pasando por Cocharcas y Cruz Blanca, hasta llegar a Huaura, donde
ocupó la casa principal del fundo Ingenio, seguido por la muchedumbre, entre repiques de campana, músi-
cos, dianas y cánticos populares, principalmente de negros esclavos, cuyas mujeres tendieron sus mantas
con flores como alfombras al paso de los próceres y del libertador, mientras los cañones hacían salvas en la
plaza de Huaura, y una delegación de vecinos presentaba, en el puente, al general San Martín sus respetos”.
JESÚS ELÍAS IPINZE JORDÁN (20)
En 14 de noviembre San Martín dispuso la inmediata construcción de 3 reductos en el morro que domina la parte sur del puerto, sobre el Boquerón de la Viuda, para defender toda la bahía de Huacho, a su vez un muelle para facilitar el embarque y desembarque a cargo del ingeniero francés Alberto D’Albe; también, unas defensas en la isla Don Martín, frente a Végueta, y luego otras defen-sas en Huaura. Obras que se hicieron con prontitud y esmero con el respaldo de la población nativa.
Otra forma de bienvenida poco estudiada es la forma cómo los religiosos asumen su rol cues-tionador del sistema colonial de manera controversial. Mientras por un lado, el Papa y los obispos condenaban la insurgencia de los separatistas, “que los hijos de Dios debían combatirlos y huir de ellos”, muchísimos fueron los curas patriotas que apoyaron con sus ingresos económicos, como ca-pellanías o dirigiendo las partidas de guerrilleros para el sostenimiento del ejército libertador. A pesar de todo, fueron los olvidados cuando se trataron de reunir los criollos en el Congreso, para discutir sobre la libertad, la patria, el ciudadano, la nación, la igualdad, la democracia y otros conceptos al-truistas que ni ellos los podían entender y resolver, salvo algunas excepciones. (21)
Pero por otro lado, cuando ya San Martín, en Lima asume el cargo de Protector, en noviembre de 1821, como una forma de reconocer y premiar a todos los patriotas religiosos que colaboraron con la guerra libertadora, entró en funciones una Junta Eclesiástica de Purificación, la que calificaba la idoneidad cívica de los sacerdotes y clérigos para continuar prestando servicios en los diferentes curatos, capellanías y demás cargos eclesiásticos en el Perú libre, como fue el caso del doctor Gregorio Mier, cura y vicario de Huacho que comparece ante dicha junta solicitando retomar sus funciones religiosas bajo nuevos términos eclesiásticos y políticos. (22)
DESPLIEGUE Y GESTIÓN ESTRATÉGICA
“Como es de conocimiento, el general San Martín permaneció en el Perú 24 meses y días, dirigiendo
La gloriosa campaña libertadora de los cuales, 8 meses consecutivos en la provincia de Chancay, al frente de
las fuerzas patriotas, entre Huacho (5 días), Supe (15 días), Retes (15 días) y en forma prolongada en Huaura
(más de 6 meses). Los primeros días de julio de 1821al frente del ejército patriota se desplazó sobre Lima”.
EMILIO ROSAS CUADROS (23)
Mientras van desarrollándose exitosas acciones militares y de propaganda por todo el centro y norte del país; como, la jura de la independencia de Huancayo el 20, el 22 en Jauja, el 28 en Tarma. En cambio, la costa y sierra sur mantenían su lealtad al rey. El 7 de diciembre San Martín traslada su nueva sede de operaciones a Huaura, desde donde continúa las operaciones militares, de corres-pondencia y propaganda contra las fuerzas de Pezuela. En el ínterin de esos días, en tanto el Liber-tador desarrolla una intensísima agenda, suceden varios acontecimientos que van definiendo el sentido del proceso emancipatorio.
El 8 de octubre llega la noticia a Huaura de la conformación de la primera junta de gobierno en Guayaquil. Luego de apresar a las autoridades y jefes militares en una fiesta social, bajo la conduc-ción del capitán peruano Gregorio Escobedo, se forma la junta de gobierno presidida por el des-tacado intelectual patriota Joaquín Olmedo, acompañado por Rafael Jimena y Francisco Roca, que nombran a Gregorio Escobedo Jefe de la guarnición de Guayaquil., quien el 10 de octubre apresa a la goleta española Alcance y la envía a Huaura con una delegación para entregar a los prisioneros y solicitar al general San Martín respaldo militar para sostener la independencia, ante la amenaza española del brigadier de Quito Aimerich. De inmediato, San Martín envía en la misma goleta Alcance al coronel Tomás Guido y al general Toribio de Luzuriaga, pero por diversidad de criterios políticos entre guayaquileños renunciaron a su gestión y retornaron a Huaura. (24).
Entre noviembre de 1820 y marzo del siguiente año, en Huacho y Huaura se constituye un Regimiento de Cívicos, conformado por 6 compañías y 3 escuadrones, con un total de 708 hombres y 669 caballos. Integrados por patriotas de Huacho, Huaura, Végueta, Mazo, Caral, Peñico, Hayba y otras localidades aledañas. El regimiento huachano esta conducido por notables de la localidad. To-dos ofreciendo sus servicios como voluntarios en la forma más valerosa a la causa libertaria. San Martín forma los grupos guerrilleros, bajo el comando de Francisco Vidal, Andrés Reyes y Cayetano Quiroz, figurando también José de Asué, Luis Rissi, Tomás Quintín, Juan Muñoz, Francisco Villanue-va, Domingo Fonseca, los hermanos Juan y Doroteo Santos, y Francisco y Tomás Manrique, entre otros. A su vez, se dispone el entrenamiento militar intensivo a cargo de oficiales y clases en Barranca, Supe y Humaya, para el diestro manejo de armas. Se distribuyen exploradores entrenados y conocedores de sus zonas, a todos los lugares de la región central del país.
El mes de diciembre de 1820 es fructífero para los patriotas. Por invitación de San Martín, el criollo marqués Bernardo de Torre Tagle y otros nobles aristócratas criollos, apresando a los chape-tones, en una residencia proclamaron la independencia de Trujillo el 4 de diciembre. En Huánuco, los cabildantes y vecinos, con el respaldo de los guerrilleros al mando de Álvarez, proclaman la inde-pendencia de dicha ciudad. Del mismo modo, el 27, el alcalde mayor Juan Manuel Iturregui Aguilarte y los cabildantes de Lambayeque capitán Saco Oliveros, José Leguía Meléndez y miembros de la logia masónica local acuerdan proclamar la independencia ante el pueblo, desde el balcón de la casa de la logia. Como se ve son actos con algo de sabor popular y una pizca de oportunismo.
La primera semana de diciembre suceden también dos acontecimientos militares importantes: el del día 2, los americanos del batallón Numancia de 800 plazas que se entregaron al ejército patriota en Huachoc, Retes, cerca de Sayán; por tal motivo, los realistas redoblaron su celo para con sus oficiales criollos y mestizos. Con esta ocasión algunos oficiales peruanos se pasaron al bando patriota, como Agustín Gamarra, Velasco y Eléspuru. El otro hecho fue el día 6, cerca de Pasco tuvo lugar el único triunfo de los patriotas frente a los realistas, cuya caballería comandada por el entonces realista coronel Andrés Santa Cruz, se pasó al lado de los patriotas. Obviamente, los grados militares se respetaban y a veces se les premiaba con automáticos ascensos. (25)
De hecho, Huaura se constituyó en la capital provisional del Perú independiente, eje de las operaciones militares. Donde el libertador recibía la constante adhesión de vecinos y pueblos del norte y centro del país. Dirigía las guerrillas y montoneras que bloqueaban Lima. También es im-portante destacar que en Huaura se dio el Reglamento Provisional, la primera carta política de estado que estaba naciendo, así como importantes decretos, como el que garantizaba la devolución por el Estado de las aportaciones de los ciudadanos y vecinos de las provincias libres del país, para auxiliar al ejército libertador (1 de marzo); otro: que da libertad a todo esclavo que se alistara en las filas pa-triotas (21 de febrero).
En Huaura se funda el periódico El Pacificador, vocero oficial del Libertador, para sostener los principios liberales, bajo la dirección de Monteagudo. También se publicó La Gaceta de Huaura, para difundir las proclamas y comunicados a todos los pueblos. Las guerrillas y montoneras, estaban en manos de sectores medios provinciales, en quienes posteriormente recaería el gobierno local republi-cano. Desde aquí San Martín mantuvo contacto con todas sus fuerzas desplegadas por todo el norte chico, que operaban por mar y sierra, coordinaba el asedio de Lima, bajo la dirección de Cochrane y Álvarez de Arenales. Contaba con la producción de exquisitas frutas de los valles de Huaura y Sayán. Lamentablemente, por el hacinamiento y la poca higiene, la peste invadió el ejército patriota. (26)
“A pesar de esto, los contactos entre el ejército libertador y Pisco no cesaron. En marzo de 1821 San Martín,
bajo el pretexto de “hostilizar al enemigo, envía Miller incursionar al valle. El 22 Miller logró reunir 300 caba-
llos, igual número de reses, carne y algo de mulas. Los pobladores le recibieron con mayor entusiasmo can-
sados de las injusticias sufrido desde que el ejército salió de aquel puerto”.
JUAN LUIS ORREGO PENAGOS (27)
En el extremo norte, en Paita, a principios de marzo de 1821, días de gran trajinar, un aconte-cimiento llenó de alegría al Libertador; los hermanos Victoriano y Andrés Cárcamo, convenciendo a otros 7 compañeros tripulantes, lograron tomar para la patria el pailebote correo español Sacramento, que había salido del Callao rumbo a Panamá. Entre los pasajeros había altos funcionarios y oficiales realistas. Este hecho fue comunicado a las autoridades de Piura y Trujillo, como a los patriotas del norte chico. San Martín dispuso el traslado del Sacramento y sus rehenes a Huacho. (28)
Importantísima fue la dación del Reglamento Provisional (12 de febrero de 1821), por el cual Huaura se convierte en la capital del departamento de la Costa y Huacho adquiere la categoría de capital de distrito, del mismo modo y en la misma fecha: Sayán, Végueta, Barranca, Supe, Pativilca, Ámbar, Aucallama, Huaral, Chancay, Checras y Paccho. La abundancia de toda clase de recursos de sus valles, la cercanía del mar para sortear cualquier peligro por los puertos de Chancay, Huacho y Supe. Si la generosidad y el patriotismo conmovieron al Libertador, bajo el punto de vista estratégico y táctico de abastecimiento y comunicaciones; rica en agricultura, ganadería y minería, y con clima benigno, permitieron a San Martín, tender una línea defensiva, cuyos desiertos al sur aislaban a los realistas y por el norte la retirada estaba asegurada por el puerto de Supe. En Huaura el libertador estuvo 6 meses y días, elevando el ejército a 8 mil hombres, pero antes, habría de sufrir el flagelo de una grave peste, diezmando gran parte de las fuerzas expedicionarias, que a la vez, retarda y da tregua al enemigo que a falta de recursos también pasaba graves apuros en Lima.
Otro acontecimiento penoso, pero de profunda significación humana, única en la his-toria de la independencia, ninguna contribución fue tan decidida como la de los patriotas del norte chico, que se encargaron de cuidar y aliviar a los miles de enfermos afectados por la peste, donde murieron muchos soldados patriotas, pero de inmediato reemplazados sus cuadros por los varones hábiles de nuestra antigua provincia de Chancay, para engrosar además las guerrillas y montoneras y así continuar cercando Lima.
“Entre enero y junio de 1821 en las tropas liberadoras en Huaura, se desató una gran epidemia de pa-
ludismo, terciana y disentería, enfermando a muchos patriotas, por tanto grandes bajas en el ejército. Hubo
más de 2,500 enfermos en los hospitales de Huaura, Huacho, Supe, Barranca, Pativilca y en las haciendas de
Huayto, Galpón y el Ingenio. .En abril pasaban los 3 mil y en mayo 1,131 enfermos. La epidemia hacía estra-
gos en el ejército, sin distingos: jefes, oficiales, clases, soldados. Y también civiles. El propio San Martín ca-
yó muy enfermo, a punto de morir… En realidad, la epidemia no pudo ser controlada por falta de medicina en
la zona. La mitad del ejército sufrió ese azote… La escasa medicina que había pronto se agotó. Los doctores
Paroissien, Manuel Fuentes, Manuel Falcón y José Zapata, así como los sepultureros no se daban tiempo pa-
ra atender a los afectados. Don Guillermo Geraldino, dueño de la farmacia Espíritu Santo de Lima, envió con
varios topiqueros una botica entera surtida sobre todo de sulfato de quinina, y luego con el cura español Lu-
cas Pellicer, salvándose así cientos de vidas. Asimismo, es digno resaltar que un grupo de damas chancaya-
nas prestaron valiosa colaboración atendiendo a los enfermo, preparando los alimentos, confeccionando y la-
vando la ropa y la limpieza de los hospitales.
EMILIO ROSAS CUADROS (29)
Sin embargo, la larga permanencia de San Martín en Huaura, fue motivo de duras críticas, como las del propio Álvarez de Arenales, Cochrane y Miller. Para algunos historiadores fueron injus-tas; para otros, se explicaba por que respondía a la estrategia básica sugerida por el gobierno chileno: “hacerlo todo con la anuencia de la aristocracia criolla y, en lo posible, sin derramamiento de sangre. Obviamente, además de la peste que asoló a los patriotas, y que entorpecían el golpe final, los realistas tampoco se hallaban cómodos en la capital, a pesar del apoyo criollo, porque ya no po-dían abastecerse de alimentos y demás vituallas y aprestos militares, al estar cercados por las gue-rrillas y montoneras patriotas, como las de Cayetano Quiroz, Alejandro Huavique, José Navajas y Antonio Elguera por la sierra; y también por el norte por las tropas de Reyes y Vidal. Sin embargo, podría a decirse, que la retirada de Lima, fue una oportuna y cedida acción al virrey La Serna, y a la vez, una derrota estratégica de San Martín, pues el tiempo favorecía y perjudicaban a ambos, indistintamente para alzarse con el triunfo final. (30)
“El aporte del pueblo en las guerrillas y montoneras es evidentemente y muy importante, conforma-
ron las partidas campesinos pobres, mineros arrieros, pequeños comerciantes y pequeños propietarios,
esclavos cimarrones. En lo esencial, en los pobladores de origen étnico indígenas sus reivindicaciones
sociales y económicas eran más o menos claras. Los dirigentes, en cambio, fueron más bien criollos y
mestizos de clase media y modesta fortuna. Una guerra de posiciones como ésta, tuvo que contar de am-
bos lados con fuerzas informales. Aparte de las dos batallas decisorias (Junín y Ayacucho), casi toda la
guerra fue llevada (o soportada) fundamentalmente por las guerrillas y pequeños destacamentos de tro-
pas regulares de ambos bandos”.
RICARDO CAVERO EGÚSQUIZA (31)
PROCLAMAS, FIESTAS Y ACCIONES PATRIÓTICAS
Muchos fueron los próceres que deslumbraron con luz propia y singular capacidad para apor-tar indistintamente con sabiduría y eficacia al esfuerzo común por liberar al Perú del yugo español. Aunque poco conocidos por nuestros textos escolares, en nuestra vieja provincia de Chancay, mu-chos, destacaron en el campo militar, otros en la diplomacia, otros en la organización y administra-ción, en la difusión, el periodismo y agentes secretos, e incluso en lo religioso. Entre los que podemos nombrar (con temor de obviar a muchos) a Francisco Vidal y Laos (Supe), Andrés Reyes Buitrón (Chancay), Pedro Sayán Reyes (Barranca), Baltazar de La Rosa (Huacho), entre otros.
Es saludable reiterar que antes que San Martín llegara a nuestras costas, el 5 de abril de 1918 ya el cabildo y el pueblo de Supe, deponiendo al alcalde español, proclamaba su independencia. El primero en la historia patria, a despecho de los dubitativos y temerosos señoritos aristócratas y ricos limeños, leales a la corona española. Mientras San Martín instala la su infantería y su cuartel general en dicha villa, del 19 de noviembre hasta el 7 de diciembre de 1820, el 27 del mismotes, Supe reitera su independencia, y al año siguiente, 16 de diciembre, Supe Jura la Independencia por tercera vez. consecutiva. (32)
“Un caso especial de patriota constituye el prócer Baltazar de La Rosa, indio de pura raza, de 42 años, natu-
ral y principal del repartimiento del ayllu de Amay (campiña sur). Era alcalde de naturales de Huacho y por
herencia recaudador de tributos. Siendo un cumplido y leal realista con medalla y título de ciudadano espa-
ñol (por juramento ante las Cortes de Cádiz), y con permiso de organizar una compañía de milicia realista. A
mediados de 1820 se transformó en fervoroso líder patriota, influyente organizador y conductor de hombres.
Bernardo Monteagudo, ministro de guerra y marina lo nombró gobernador político y militar local. Brazo de-
recho de San Martín, que proveía de todo cuanto necesitaba la escuadra surta en la bahía de Huacho, el ejér-
cito acantonado en el valle de Huaura y los hospitales, hasta la partida de San Martín hacia Lima. Fue un pa-
triota y diligente gobernador de Huacho, empeñoso con exactitud e inteligencia de cumplir las órdenes con
eficacia y activo celo, puso a disposición de la causa libertaria toda su capacidad, fortuna y propiedades, y
la de sus herederos. Realmente un paradigma de prócer y patriota, fundador de la libertad como uno de los
tantos olvidados de la historia oficial. Este benemérito de la patria teniente coronel Baltazar de La Rosa fue
reconocido por San Martín y altos jefes militares como por historiadores, menos por los huachano de hoy”.
EMILIO ROSAS CUADROS (33)
Sin embargo, el acontecimiento más significativo, y a la vez sin respaldo de una referencia do-cumentaria precisa, sólo recordado por la tradición y recogido por la historia oral, fue la proclama de la independencia en Huaura, desde el histórico balcón de un edificio colonial que perteneció al duque de San Carlos, para lo cual, el libertador se dio una “escapada” a todo trote desde Supe para cumplir con los huaurinos ese impostergable compromiso de honor, por la gratitud que guardaba a este tam-bién generoso y muy patriota pueblo, retornando el mismo día 27 a su cuartel general en Supe. No era para menos, por la abundancia documentos que sí precisan las proclamas de otros pueblos ale-daños por esos días de noviembre, como en Huacho, Supe, Santa, Huarmey, Pativilca y Barranca, que juraron mantenerse libres con gran regocijo, iluminación, fuegos artificiales y bailes. (34)
“En Huacho, Supe y todos estos pueblos hemos encontrado tal patriotismo y decisión. La independencia se
ha proclamado en todos ellos, los recursos aumentan a favor de nuestra buena disposición y de nuestra infa-
tigable actividad. Los pueblos de Santa y Huarmey se adhirieron a la causa de la Patria; el 26 de noviembre de
1820 las poblaciones de Pativilca y Barranca juraron mantener su independencia; y el 27, Supe hizo lo mismo
–por segunda vez- con gran regocijo: iluminación, fuegos artificiales y bailes…”
JUAN GARCÍA DEL RÍO (35)
Así como los sermones y las fiestas patrióticas, las proclamas y arengas eran las expresiones populares más significativas y democráticas de auténtica convicción patriótica y nacionalista, entre los peruanos emergente más comprometidos en esta etapa de la guerra, que va entre la primera y la se-gunda década del s. XIX. Agentes, caudillos, párrocos, alcaldes de indios y hacendados, alzan sus voces convocando y llamando a la movilización para apoyar al ejército expedicionario. Pero las pro-clamas en las plazas, los sermones desde el púlpito y las fiestas patrióticas, de mayor impacto en el pueblo sencillo, con o sin la presencia de la tropa libertadora, y casi en las narices de los realistas. Son los pueblos que acompañaron con acciones concretas de abierto y generoso apoyo a las hues-tes independentistas, destacando, sin lugar a dudas, los del litoral del norte chico: Chancay, Huaral, Huacho, Carquín, Huaura, Ingenio, Végueta, Mazo, Supe, Barranca, Pativilca, Huarmey y Santa, tam-bién los innumerables pueblos serranos de la antigua provincia de Chancay y el sur de Áncash.
“Viendo la espontánea efervescencia patriótica de los pueblos del norte chico, San Martín solicita al
Dean del cabildo Metropolitano, disponer que los párrocos tomaran el juramento de la independencia en los
pueblos libres, después de una misa solemne, con ocasión del día festivo, incluyendo el discurso, cuya co-
pia sea remitida a la superioridad”.
FERNANDO GAMIO PALACIOS (36)
Estando ya San Martín en Huaura, recibió noticias de Mateo Rondón alcalde de naturales del pueblo de Guanangui de la doctrina de Paccho, (22 de febrero de 1821) que a nombre de los prin-cipales de su comunidad, estaban todos prestos a servir a la patria en todos sus asuntos. (37) El 25 de junio Gregorio de las Heras informa que Necochea había tomado el mando de toda la caballería y se dirigía hacia Chancay, en tanto Borgoña pasaría a situarse en Barranca con prisioneros y curas que habían salido de Lima identificados con la expedición del sur. El presbítero y patriota Gavino Uribe y Villegas envía a San Martín (9 de mayo del mismo año) un excelente plan de acción del Partido de Huaylas, con parte de Conchucos y Cajatambo. El capitán Tomás Olivares, patriota desde 1810, partícipe de la frustrada toma de los Castillos del Callao en 1817 y desterrado al África, luego de 10 años es liberado y retorna a Huacho para ponerse a órdenes del Libertador y se incorpora en las guerrillas de Ninavilca. El cura José María Delgado, capellán de Checras, partido de Sayán, se constituyó en comandante de partida de guerrilla, pasando a defender Cerro de Pasco. El doctor Manuel del Burgo, cura y vicario de la doctrina de Cincos (30 de enero de 1822), cede a la patria sus 100 pesos anuales de renta que produce su capellanía de Huacho. Y así muchos ejemplos de generosidad, desprendimiento y sabiduría, incluso de miembros de la Iglesia. (38)
Durante 1821 y siguientes años, las fiestas patrióticas seguían celebrándose en muchos pue-blos de nuestra antigua provincia de Chancay. Así como en la gran escena histórica de la eman-cipación hispanoamericana, los pequeños pero significativos acontecimiento suelen celebrarse con patriotismo en nuestros pueblos, que la posteridad no debemos omitir nunca. Más aun, tratándose de la esperanza de la libertad, igualdad, democracia y solidaridad aun pendiente, pero forjada por perua-nos sencillos, pero grandes de corazón patriótico. El mejor ejemplo de esta disposición nos la dieron las fiestas celebradas en 1822, por los pueblos de la antigua doctrina de Checras, con su párroco Lorenzo de Coco, con ocasión de la Pascua de Resurrección, donde concurrieron a Chiuchín, para hacer colecta de donaciones, celebrar, danzar con amor y dar vivas por la independencia por el Pro-tector y por la libertadlos pueblos de Checras, Yuracyacu, Parquín, Picoy, Jucul, Mayobamba, Canín, Maray, Puñún, Tulpay, Tongos y Lacsaura. (39) Otro ejemplo digno de recordar es del presbítero Manuel Mariano Zavala, párroco de Ámbar, que tras encendidas proclamas a sus feligreses para que continúen participado y colaborando en la lucha contra los realistas, hizo jurar la independencia el 6 de abril de 1822. (40)
ALGUNOS ESCLARECIMIENTOS FINALES
Las acciones guerrilleras contra los realistas en la sierra central en las alturas de Lima, esta-ban conectadas al gran número de arrieros vinculados a las minas de plata, así como de campesinos, ligados a la economía de mercado, que crearon las condiciones ideales para la organización de mon-toneras por parte de esa burguesía disidente de mineros y comerciantes, en favor de la patria. De ahí, que San Martin, siempre cauto, esperaba que su presencia atrajera a los peruanos a la causa re-belde y convencieran a los realistas lo fútil que era toda resistencia militar, incluso entró en negocia-ciones con los godos ofreciendo un gobierno monárquico independiente. Pero nada logró. Pezuela fue reemplazado por La Serna, quien, por el contrario a mediados de julio de 1821 se retira de Lima hacia la sierra para fortalecer su ejército. Retirada que no sorprendió al libertador. Quedando inde-fensa Lima por 4 días entre disturbios populares y las turbas atacando establecimientos comerciales de mercaderes peninsulares. San Martín entra a la ciudad, sin oposición, más bien ante el ruego de los criollos y rápidamente restableció el orden, incluso, advirtiendo a sus guerrilleros y montoneros.
Tres semanas más tarde, el 28 de julio, se proclama y la jura de la independencia a la típica usanza virreinal. San Martín como protector convoca a la elección de un congreso. Un mes más tarde emitió una serie de decretos demoliberal-nacionalistas, que incluían: la libertad para todo hijo de es-clavos, la abolición del tributo indígena y el trabajo forzado, la expulsión de todos los peninsulares con la correspondiente confiscación de sus propiedades, y declara que todos los indios serían llama-dos peruanos, pero lo ciudadano, sólo era a los blancos y mestizos, vale decir, margina a la gran ma-yoría de habitantes del país. Disposiciones que lamentablemente sólo duraron mientras estuvo en el país. Para los criollos, su monarquismo era contraproducente con sus disposiciones de corte social.
Apenas cumplido el año de su ingreso en Lima, con escasas posibilidades de enfrentar a los realistas fortalecidos en la sierra, su gobierno era un caos. La marina está impaga, Cochrane, al fin y al cabo mercenario, con la flota deserta y retorna a Chile llevándose toda la plata capturada a los crio-llos limeños que habían entregado al virrey. Los comerciantes limeños quedaron a merced del tráfico mercantil bajo la hegemonía de Valparaíso y de Guayaquil. San Martín soportó aun más dificultades por el deterioro de su salud. Enfermo e incapaz de movilizar su ejército hacia la sierra y desafiar a la formidable fuerza realista, viajó en julio a Guayaquil para reunirse con el general Bolívar. Retorna a Lima y en setiembre presentó su renuncia al Congreso y partió de inmediato a casa, con el beneplá-cito de los criollos republicanos y de los mismos monarquistas. Pronto su hermosa gesta fue olvidada.
“Los jefes de guerrillas, al igual que San Martín ofrecieron a los indígena la abolición del tribu-to y al esclavo la manumisión. Ambos demostraban un compromiso genuino con el ejército patriota, pero las Cortes de Cádiz ya habían demostrado que los alcances de esas medidas eran casi im-practicables como coyunturales en su ofrecimiento. Las nuevas repúblicas no habían madurado lo suficiente como para que el erario nacional prescindiera del significativo ingreso monetario del dis-criminante tributo indígena; lo mismo, las haciendas y plantaciones no tuvieron la capacidad de operar efectivamente sin la mano de obra esclava. Sólo en la década del 50, con el guano y con Castilla, el Perú podría hacer realidad parcial los proyectos abolicionistas y liberadores. (41)
Los esclavos negros huyeron de las haciendas de la costa para unirse al ejército invasor de San martín. Por otro lado, el ejército realista estaba conformado en su mayoría por campesinos reclu-tados en las regiones del Cusco, el Altiplano y de Huanta. Sin embargo el grueso del campesinado indígena permaneció como un espectador pasivo en la lucha por la independencia, presintiendo correctamente que el resultado, en manos de la elite criolla, no produciría ningún cambio fundamental en sus condiciones de subordinación colonial. -Preferían malo conocido que bueno por conocer-. (42)
No es que queramos desvirtuar los hechos. Ahí está la nota del 7 de junio de 1821 que el cabildo de Lima (criollos) pasa al general La Serna, donde después de un largo preámbulo, acerca de los dones de la paz, se quejan y lamentan de que se hallan expuestos al peligro de las montoneras de San Martín. “Expuestos al peligro de una masacre generalizada a manos de los esclavos e indios de Lima (chusma) en torno de 25 leguas (que ocupaba el ejército libertador) reina el más espantoso caos... Un enjambre que obstruye los canales de nuestra provisión, insulta y saquea nuestros ho-gares”. (43)
En la mayoría de los casos el tema de las montoneras y las guerrillas es clave para plantear otro mayor referente al carácter que tuvo la independencia en el Perú. Demuestra una participación genuinamente peruana en las luchas directas y, lo que es más valioso aún, la participación popular en ellas. Pero no se debe olvidar que la sola presencia de personajes del pueblo no identifica como popular el carácter de un movimiento. El pueblo estuvo tanto con los insurgentes como con los realistas, de la manera en que también estuvo en uno u otro bando en innumerables ocasiones en tiempos coloniales y republicanos. El estudio de estos sucesos permite vislumbrar con claridad la actitud de los dirigentes de la independencia con respecto a los sectores populares. (44)
San Martín, saliendo del guión y encargo de los liberales argentinos y chilenos, pero conster-nado por tanta generosidad y animosidad de los pueblos que habían sufrido la opresión colonial, y también para asegurar el pleno respaldo popular, con entusiasmo e ingenuidad, se inclinaría a de-cretar leyes sociales en perjuicio de los intereses de los criollos y españoles suprimiendo el tributo de indígena y liberando a los esclavos negros, y, entre otras cosas: un himno, una biblioteca, una ban-dera. Pero también, propuso a los peninsulares una monarquía al estilo brasileño. Por eso, que no logró ni lo uno ni lo otro, porque su “ingenuo” proyecto no estaba dentro de los planes de los masones liberales para Hispanoamérica bajo la batuta de Londres. Es decir, era mejor un entendimiento entre “gringos” que la independencia se desbocase en un incontrolable movimiento social. (45)
Definitivamente, ahora sabemos, que la población indígena estuvo impedida de ejercer sus derechos políticos y sociales, como se habría aspirado durante la guerra de la independencia a la medida de los criollos ricos. Más aun, el registro de los acontecimientos históricos se circunscribieron oficialmente para obviar o reducir a lo anecdótico el inmenso aporte protagónico del pueblo y de sus líderes, como potenciales modelos revolucionarios, como el caso de los patriotas mestizos e indios que la historiografía liberal se ha cuidado de minimizarlos. Porque la ruptura liberal independentista no significó la quiebra del ordenamiento económico, político y social del sistema colonial, más bien fue un paso necesario para modernizar la dependencia de Hispanoamérica, hacia el nuevo estilo mercantil inglés. (46)
Sería apropiado deslindar el término de caudillo, designado indistintamente por la historia oficial,
a criollos, mestizos y morenos; sean intelectuales conspiradores, subversivos, jefes de guerrillas y mon-
toneros ,oficiales extranjeros, oficiales conversos, presidentes o candidatos a tales, que después se cons-
tituirán en “jefes de guerra que buscaban convertir su clientela regional en un feudo personal de soldados,
dependientes y tributarios, que no se preocupó mucho de pretender que todos los adultos varones fueran
“ciudadanos” nacionales iguales ante la ley, y dedicó pocos esfuerzos a forjar una nación integrando los
territorios provinciales. Los caudillos excepcionales -como Vidal, Santa Cruz, Castilla- que trataron de con-
trolar a sus contrapartes menos excepcionales, y para forjar la maquinaria de rentas, coerción y patronaz-
go necesarios para colocar al Estado sobre un terreno más firme. -Ya a mediados del s. XIX-… En ninguna
otra parte más problemática fue la construcción de “naciones” que en Perú y Bolivia, países andinos cu-
yas “cuestiones nacionales” permanecen irresueltas hasta hoy…. Desgarradas profundamente por divisio-
nes étnicas y clasistas…”(47)
STEVE J. STER (47)
REFERENCIA
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(23) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia de Chancay… op.cit. p. 108.
(24) COSTA VILLAVICENCIO, Lázaro. p. 91.
(25) QUIROZ CHUECA. Francisco. Op. cit. p. 735.
(26) LEÓN, Edmundo Huaura, Villa y Región. Antes y después de la Independencia. SER- Huaura- CEP. Lima, 1996. pp. 47 y 72)
(27) ORREGO PENAGOS, San Martín en Pisco: La historia de un valle costeño durante las guerras de independencia. En: BIRA 23 (Lima) Lima, 1996. p. 168. Citando al CDIP, Asuntos Militares, t. VI. 2, p.191.
(28) IGREDA HUAMÁN, Óscar. Huacho, Fidelísima Ciudad. Huaura, símbolo de la libertad. Edición del autor. Lima, 2000. pp. 33-35.
(29) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia de Chancay… op.cit. pp. 117-118.
(30) LEÓN, Edmundo. Op. cit. p. 73.
(31) CAVERO EGÚSQUIZA, Ricardo. Páginas de la historia Sanmartiniana en el Perú. Antología
1820-1822. Instituto Sanmartiniano del Perú. Lima, 1970. pp. 139-140.
(32) ROSAS CUADROS, Emilio. Citado por José Fernández. En: Huaura: una historia no bien contada ni bien aprendida. ÏNSULA Huacho. 2008. p. 3.
(33) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia de Chancay… Op. cit. pp. 240-244.
(34) IBIDEM, pp. 106-107.
(35) GARCÍA DEL RÍO, Juan. Anotaciones para un Diario. Del 18 de agosto de 1820 as marzo de 1821. En: Tomo XXVI. Volumen 2º Memorias, Diarios y Crónicas. Colección Documental de la Independencia del Perú. en: Emilio Rosas Cuadros. La provincia….p. 107.
(36) GAMIO PALACIOS, Fernando. Prólogo a La Provincia de Chancay en la colonia y la emancipa- ción de Emilio Rosas. Op.cit. p. 10.
(37) SOLÍS PACHECO, Oswaldo César. Distrito de Leoncio Prado en la historia del Perú. Huacho, 2003. p. 28.
(38) ADANAQUÉ VELÁSQUEZ, Raúl. Huacho y la Iglesia en la independencia del Perú. UNMSM. En: Diócesis de Huacho Una Iglesia joven con una rica historia. 50 años de servicio pastoral. Obispado de Huacho. Gráfica IMAGEN, Huacho, 2008. pp. 205-208.
(39) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia… op.cit. pp. 199-200.
(40) SOLÓRZANO MURGA, Julio Teófilo. Ámbar, Historia y Poesía. Sociedad de Poetas y Narradores. Ediciones Luz de Vida. Huacho, 2005. p. 8.
(41) O’PHELAN, Scarlett. Repensando la independencia del Perú. En: Historia de la Cultura Peruana II. Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima, 2001. p.369.
(42) KLAREN, Peter. Caída del gobierno realista y el advenimiento de la independencia. En:
Nación y sociedad en la historia del Perú. IEP. Lima, 2004. pp. 160-171. Compilado por
José Fernández Sánchez en: Bosquejo histórico de la independencia en el Perú.
ÍNSULA Huacho, 2008.
(43) CASTRO POZO, Hildebrando Formación social y el proceso de la independencia. En; Del
:ayllu al cooperativismo socialista. Populibros. Lima 1975.
(44) QUIROZ CHUECA, Francisco. Op.cit. pp.747-74
(45) FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, José. Huaura, una historia…op.cit. p.2.
(46) SALAZAR PINO, Alicia. La emancipación latinoamericana como empresa de explotación y dominación. Lima, 2003. pp. 206-207.
(47) STERN, Steve. Rebeliones y la formación del Estado-Nación: Perspectivas del s. XIX En: Resistencia, rebelión y conciencia campesina en los Andes. Siglos XVIII al XX. Instituto de Estudios Peruanos. IEP. Lima, 1990. p. 203.
A 190 años de hospitalidad, proclamas, sermones, fiestas patrióticas y avatares militares
JOSÉ FERNÁNDEZ SÁNCHEZ
“El grupo de españoles que formaron en América Latina la legión separatista fueron los criollos ricos,
en especial venezolanos y argentinos, los organizadores y planificadores de la empresa emancipadora y
la negociaron con los ingleses, sin haber antes liquidado el régimen feudal hispano; más bien, éstos, con
atavíos liberales y republicanos lo heredaron e insertaron a la nueva dependencia capitalista inglesa. A L.
nunca llevó a cabo proceso revolucionario emancipador alguno, ni menos democrático burgués, pues si-
guieron vigentes las mismas estructuras económicas, políticas sociales sin resolver las contradicciones
entre las fuerzas de producción y el régimen económico-político feudal. Más bien, tras esta independen-
cia continuaron dominando y explotando a las masas dominadas”
M. ALICIA SALAZAR PINO (1).
PROLEGÓMENO
Como un homenaje a Cristina Fernández presidenta de la hermana república de Argentina, que nos visitara recientemente, así como la posterior presencia frente al Callao de veleros buque-escuelas de los países iberoamericanos cuyo primer recorrido engalanan el inicio oficial del bicen-tenario de la emancipación hispanoamericana. Corresponde sobre todo al pueblo de Huacho reme-morar y resaltar el paso del libertador José de San Martín, por nuestras tierras hace 191 años, du-rante su gesta emancipadora. A la vez, animar el debate aun vigente respecto a cuándo y dónde comienza realmente la guerra de la independencia en el Perú, como ya lo empiezan a celebrar los otros países de la región. Toda vez que el protagonismo de nuestra Patria Chica se halla total y definitivamente involucrada en este gran proceso histórico. De paso, dilucidar algunas omisiones e inexactitudes históricas que suelen verterse aun en el ámbito escolar y los discursos oficiales.
La preocupación no es para menos, ante la cercanía de estas celebraciones que todo el Perú ha de desarrollar con motivo del bicentenario de nuestra independencia, que fue uno de los grandes procesos histórico, después de la conquista hispana en el siglo XVI. Haciendo las salvedades histó-ricas y pedagógicas necesarias para ir despojándolas de mitos e interpretaciones y arbitrarias prefe-rencias que suele difundirse en la historia oficial; recientemente corroboradas, por ejemplo en la con-vocatoria del MED al concurso “Hacia el Bicentenario de la Independencia del Perú 2021; como el pedido del destacado escritor Eduardo González Viaña para adelantar un año antes los festejos a partir de la proclama de la independencia en Trujillo; o el escolar discurso del presidente del Con-greso de la República al condecorar a la ilustre visitante argentina, entre otras actividades oficiales.
Somos conscientes que este proceso de la independencia en el Perú constituye una invitación a una amplia dilucidación que aun no ha concluido ni consensuado sobre la base de una verídica in-formación historiográfica, menos aún ha llegado al dominio curricular de los maestros de aula; en tanto las autoridades educativas impongan arbitrarios y tendenciosos contenidos como sagrados e inalterables considerados como “valores patrios”. Mientras, por otro lado, recuperando archivos de provincias y desempolvando legajos olvidados, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, histo-riadores de nueva horna están esclareciendo no pocos hechos históricos regionales que invalidan algunas sacrosantas verdades respecto al proceso de la independencia en el Perú.
Obviamente, tampoco nos mueve un entusiasmo chauvinista y reduccionista de saber cuándo y qué pueblo fue el primero, el segundo o el último en involucrarse en esta histórica performance; en dónde se proclamó, sermoneó y festejó la independencia en términos más o menos formales o en sendas fiestas patrióticas; qué pueblo hizo más o menos méritos a favor de esta guerra independen-tista; o qué sector social fue el que asumió con mayor protagonismo el peso de esta lucha. Preocu-paciones sí, dentro de otros grandes procesos hay interrogantes más allá de lo coyuntural, como por ejemplo: los grandes cambios políticos y económicos en el contexto internacional. O ¿quiénes fusti-garon nuestra separación de la “madre patria”; ¿quiénes ganaron y quiénes perdieron con este pro-ceso? ¿Se dieron o no se dieron cambios estructurales en nuestra sociedad peruana al término de este conflicto? ¿Fue una guerra civil entre criollos peruanos y extranjeros o una revolución social? ¿Derivó acaso de un proceso social?, y ¿el rol de la masonería internacional?, etc. etc. Son interro-gantes que merecen ser debidamente esclarecidas en otra ocasión, pero que por de pronto nos dan luces y pautas para estudiar el proceso de la independencia en nuestra región nor central del Perú.
“La independencia es un proceso complejo que vive nuestra sociedad desde el siglo XVIII, que se con-
solida en las primeras décadas del XIX. Coincide esto con una concientización espontánea que se da
en nuestros diversos grupos sociales, sobre todo en las provincias, al llevarse a la práctica un cierto
ejercicio de actitud crítica, refrenada hasta entonces por falta de organización, o caudillos que llevan
a criollos, mestizos, gente de color, indios y negros a identificarse con su terruño y a ver como intru-
sos a quienes no teniendo vínculos con el país gozan de mayores derechos que los naturales…”
MARGARITA GUERRA MARTINIÈRE (2)
Por lo pronto, para nosotros -de la región nor central- se nos hace algo difícil consensuar, des-de cuándo y dónde empieza realmente nuestro aporte a la independencia Patria, Quizá entre marzo y abril de 1819, hasta 1821. Porque el protagónico patriotismo y desprendimiento cívico y militar fue a todas luces enorme, si tomamos en cuenta cuidadosamente las fuentes históricas, incluso las pocas conocidas por la historia oficial y centralista. Para lo cual, continuaremos describiendo algunos de los muchos sucesos que siguieron desarrollándose en el mes de abril de 1819 para adelante. Propo-niendo a los lectores, tras reflexionar, valorar y comparar dichos acontecimiento, verlos por sí solos y a la vez articulados, para recordar y reconocer su importancia, por los cuales sentirnos muy orgullos de ser herederos de una rica y gloriosa historia, realmente singular como pocos pueblos peruanos.
HECHOS PREVIOS
Aunque no es empeño central de estos apuntes, confirmaremos que los sucesos independen-tistas no se dan por casualidad ni menos aisladamente. Así, tras el fracaso de los movimientos so-ciales indígenas del siglo XVIII, que sí buscaban la libración colonial y la restitución de la autonomía andina, tócale al siglo siguiente ver el surgimiento de la alternativa separatista de expulsar a España de Hispanoamérica, sin alterar las estructuras socioeconómicas dependientes en manos de la misma clase nobiliaria criolla vía las Juntas de Gobierno, primero, y luego las corrientes libertadoras.
En el Perú, unos monopolistas (sobre todo limeños), y otros liberales, venidos en conspirado-res, toman la iniciativa subversiva, como las acciones militares, casi todas provenientes del exterior, en tiempos del “pacificador” Abascal. Por un lado, los frustrados alzamientos de caudillos criollos y mestizos de Huánuco (1812), de los hermanos Pallardelli (1813), de Pumacahua y Zela (ambos en 1814), hay proclamas y pasquines subversivos en Arequipa (1813) y Huamachuco (1818). Por el otro, las infructuosas incursiones militares por el Alto Perú, provenientes de Argentina, casi todas ellas derrotadas por el coronel Goyeneche y el brigadier Pezuela. “Pero, si hubiese triunfado Túpac Amaru II, inicialmente de dimensiones multiétnicas -mas luego de marcado nacionalismo indio que espantó a los criollos limeños-, ya no hubiese sido necesaria la posterior intervención extranjera”. (3)
“La metrópoli no estaba ya en condiciones de apoyar a sus fuerzas ni menos aún de garantizar
la paz social que requerían sus súbditos y nativos aliados para mantenerse bajo su protección. La ini-
ciativa en el mar fue ganada por el ejército del sur (que incluyó muchos peruanos de la costa normen-
tral)… Mientras que los aliados productores y comerciantes criollos limeños perdían el mercado chile-
no, otros sectores, en cambio vieron en esas acciones la ocasión de independizarse de España, como
tempranamente se expresó el cabildo de Supe, que el 5 de abril de 1819 proclamó su independencia”.
FRANCISCO QUIROZ CHUECA (4)
No era de esperarse que dentro de este infructuoso marco independentista, luego de procla-madas sus independencias de Argentina (1810) y Chile (1812), para asegurar sus autonomías dieran el siguiente paso: ambas repúblicas firman el 5 de febrero de 1819, en Buenos Aires, el convenio de ayuda mutua para invadir e independizar el Perú, ya no por el Alto Perú, ahora directamente por el mar hacia el Bajo Perú, al corazón mismo de la resistencia realista de Sudamérica, cuando Abascal ya se había alejado del país. En tanto se van articulando mejor las redes de espionaje y agentes se-cretos criollos y extranjeros en Lima y el resto de los pueblos del Perú.
Hay proclamas y pasquines subversivos en Huamachuco y Chachapoyas (1818) como en la costa central (1818-19), en Huamanga, en los claustros universitarios e intelectuales liberales limeños como Riva Agüero, Sánchez Carrión, Rodríguez de Mendoza, Francisco J. Mariátegui, José Méndez, el italiano José Rossi, los hermanos Remigio y Mateo Silva, y tantos otros. Luego las actividades insurgentes se desplazan hacia Lima y la costa. Pero, la iniciativa de sacudirnos del yugo realista, si proviene de fuera o de un pequeño grupo de liberales capitalinos, el costo principal lo va asumiendo el pueblo; no todos, pues algunos son incluso adversos a la guerra, pero lo asume con generosidad y desprendimiento, sin cálculos egoístas, más bien llenos de ideales de justicia, libertad y democracia.
De 1819 a 1822, llamada etapa sanmartiniana, son años de gran efervescencia patriótica. Tiempos de un despertar y actuar ante el llamado de los caudillos, sean criollos, mestizos, morenos, sambos e indios; sean intelectuales, comerciantes, religiosos o hacendados conspiradores o subver-sivos, agentes secretos, jefes de guerrillas y montoneras, oficiales extranjeros u oficiales conversos. Las nuevas ideas liberales, profusas y secretamente difundidas por los sectores criollos (aunque em-parentados al poder colonial) convencidos del libre mercado como del pensamiento republicano, pero inspiradas en los valores de libertad, igualdad, democracia, fraternidad, calan en lo hondo de los sen-cillos espíritus del poblador del Perú profundo, sobre todo de indios y esclavos negros. Estos últimos asumen pues, un rol más protagónico que en las etapas siguientes. Así, llegamos al mes de abril de 1819, señalando como hechos memorable las siguientes acciones ante la presencia en nuestro litoral de la expedición del vice almirante Lord Cochrane, en su segundo intento de dominar el mar peruano.
El 5 de abril de 1819, en el pueblo de Supe, actual provincia de Barranca,
“Andrés Reyes, con los vecinos Domingo Aranda, los hermanos Juan y Doroteo
de los Santos, José de Orué, Domingo Fonseca, Juan Muñoz, Tomás Quintín,
Luis Rissi, fray Cayetano Requena, Francisco Vidal Laos, Francisco Villanueva,
Tomás Vargas, José Terán, Francisco y Tomás Manrique y Juan “Inglés”, propa-
gandista argentino, y muchísimos habitantes, proclamaron la independencia”.
LÁZARO COSTA VILLAVICENCIO (5)
Ajustando los aprestos expedicionarios y para efectos de renovar y rotar agentes secretos, llegan al Perú, entre otros, José García, José Fernández y Pablo Jeremías, comisionados del Liber-tador y de O’Higgins para vigilar las acciones de virrey Pezuela, observar la situación de Lima y pro-vincias, hacer campaña, difundir escritos libertarios, levantar mapas, planos y croquis de todo el lito-ral, puertos y valles, posibles de futuras acciones, y coordinar con los patriotas de las zonas más con-vulsionadas. La correspondencia se hace más intensiva. (6) El 18 de mayo de 1819, los hispanos in-terceptan en Supe una carta subversiva, escrita por Antonio Álvarez Jonte, a nombre del general San Martín, dirigida al inquieto criollo limeño José de la Riva Agüero. El 22 de julio, por recomendación de Cochrane, el presidente de Chile O’Higgins nombra al joven Francisco Vidal, de 19 años recién cum-plidos, subteniente, agregado al batallón de infantería de marina del ejército chileno, en reconoci-miento a su invalorable aporte guerrero durante las campañas de la expedición de Cochrane. (7)
APROVISIONAMIENTO Y PARTIDA DE LA EXPEDICIÓN.
El valor de la inversión inicial de la Expedición Libertadora fue de 1’180,000 pesos, de los cua-les el gobierno argentino aportó con 500 mil pesos, el gobierno de Chile con 400 mil, 80 mil por ero-gaciones públicas y 200 mil mediante préstamos de banqueros argentinos y chilenos. Cantidad que permitió contar con 2 fragatas, 3 corbetas y 4 bergantines, todos capitaneados por marinos ingleses; con un total de 2,324 tripulantes, 322 cañones de diversos calibres. En general la expedición terrestre estaba constituida (entre oficiales, asesores, asistentes, ingenieros, médicos, capellanes, topógrafos y tropa) de: 2,285 argentinos, 1,738 chilenos, y 64 de otros países, con un total de 4,119 hombres, además de 800 caballos, 36 cañones, 15 mil fusiles, 2 mil sables, 15 mil cajones de pólvora, balas, vituallas, medicina y víveres. En cambio, el ejército relista contaba de 15,754 plazas, cuyos cuerpos estaban distribuidos a lo largo y ancho del país. La escuadra española lo formaban: 3 fragatas, 6 corbetas, 4 bergantines y 21 entre pailebotes, lanchas cañoneras y obuseras; ejército y escuadra, ambos bajo el mando único del virrey Pezuela. (8)
“Tanto Argentina como Chile, tenían mucho interés en la independencia del Perú. Aparte del asunto
principista de liberar todo el continente, convergía el deseo de los rioplatenses de recuperar el Alto Perú, que
había sido parte de su virreinato desde 1776 (con las minas de Potosí y su extenso y rico mercado para sus pro-
ductos). Chile, por su parte, se proponía el reestablecimiento de su intenso comercio con la costa peruana, que
aprovechaba mucho a los comerciantes y agricultores de su país”.
CARLOS CONTRERAS Y MARCOS CUETO (9)
Mientras tanto, entre junio y setiembre de 1819 Cochrane completa su segunda correría por todo el litoral peruano. Llega primero al puerto de Supe, donde se reembarcan Fray Cayetano Re-quena, Francisco Vidal, José Orué, José Terán, Francisco Villanueva y Domingo Fonseca. En el mes de julio, Cochrane llega al puerto de Pisco y tras breve bombardeo desembarca marinería, que llega hasta la hacienda Cáucato, donde el administrador Juan Saldamano, le entrega gran cantidad de azúcar, ron, ganado y otros víveres; y de donde regresa a su base y puerto de Talcahuano en Chile.
Al año siguiente, el 3 de febrero en el litoral norteño de Chile Cochrane toma la fortificación y el puerto de Valdivia, Osorio y las islas de Chiloé, donde el principal héroe fue el supano Francisco Vidal. Quien por su valentía y audacia fue premiado con medalla de plata y ascendido a teniente pri-mero e incorporado a la cuarta compañía del batallón Nº 8 del Ejército de los Andes, luego enviado al Perú en julio, como emisario secreto de San Martín. En realidad, Valdivia era el último bastión realista que seguía controlando el mar. Este hecho viene a asegurar la real independencia del norte de chile.
“Luego de capturar Valdivia (3-4 de febrero) la más poderosa base naval de España en todo el Pacífico,
la escuadrilla chilena a su mando (Lord Cochrane) en realidad se apropió del Pacífico Sur, interceptan-
do los refuerzos españoles y bloqueando las costas del Perú (golpe mortal para el comercio español” .
CARLOS D. MALAMUD (10)
Siguiendo hacia el norte Cochrane incursiona nuevamente por la costa sur del Perú. El 20 de mayo, con el también ascendido y condecorado comandante Miller desembarcan en el puerto de Ilo y sostiene un encuentro en Miranaves, bahía cercana a Moquegua, contra el aun realista coronel Las Heras. En tanto Vidal atravesaba graves percances en la costa norte, San Martín realizaba los úl-timos preparativos para zarpar hacia el Perú. (11) El 18 de agosto, de Valparaíso parte la Expedición Libertadora del Perú, al mando del general en jefe José de San Martín en el buque San Martín, y la escuadra comandando las fuerzas de mar el vicealmirante Thomas Cochrane en su buque insignia O’Higgins. La expedición dependía formalmente del gobierno de Chile. Primero recala en el puerto chileno de Coquimbo, embarcar parque de guerra y carbón, de allí sigue su marcha el 21 de ese mes.
ACCIONES SIGNIFICATIVAS DE LOS EXPEDICIONARIOS
El 6 de setiembre de 1820 la Escuadra Libertadora arriba a Santa Rosa en Ica, el 7 pasa a San Gallán y ancla en la bahía de Paracas, a 8 km. de Pisco. San Martín ordena el desembarco, en tanto Cochrane bombardea Pisco y desembarca haciendo huir al coronel realista Manuel Químper hacia Ica. Apoderándose de lanchones y botes para apoyar el desembarco de algunos batallones que, al mando de Álvarez de Arenales, Gregorio de las Heras exploran la región y acampan en Chincha. Lugar donde San Martín destituye toda autoridad y dominio realista y establece su cuartel general en Pisco. Donde un grupo de vecinos criollos, ricos comerciantes y hacendados esclavistas, “renunciando a sus investiduras” nobiliarias, rangos y dignidades, se acogen a la nueva autoridad y se incorporan a las filas patriotas. El 9 San Martín nombra al coronel Toribio de Luzuriaga jefe de la reserva y parque de Paracas, y al conde de la Vega del Rhen como su ayudante. En Chincha nombra alcalde y regidores, y como su edecán al rico propietario de la región marqués de San Miguel. Acorde con las instrucciones del gobierno chileno, San Martín aceptar una reunión con el virrey Pezuela, El 20 de setiembre se reúnen en Miraflores los representantes de San Martín y Pezuela, ante puntos de vista irreconciliables, terminado el intrascendental armisticio, se reanuda la guerra.
“Por invitación del virrey Pezuela el 11 el liberador en Chincha envía al capitán de dragones argen-
tino Vicente Suárez, como parlamentario ante el comandante realista, jefe de la guarnición de Cañete, so-
licitando un armisticio, para concertar acuerdos con el Virrey Pezuela”.
LÁZARO COSTA VILLAVICENCIO (12)
El 11 de octubre San Martín envía al coronel Álvarez de Arenales hacia los Andes Centrales, (quizá su primera y única acción militar exitosa del libertador); al ocupar Ica, los realistas Manuel Químper, el conde Montemar y 800 solados se refugian en Changuillo, y en acción rápida toma un cargamento de caudales, pertrechos y de rehenes a oficiales y soldados godos en Acarí el 13. Y el 21, el alcalde, José Salas, nombrado por Álvarez, proclama la independencia de Ica. Siguiendo las instrucciones, la expedición sigue rumbo a la sierra. El 25 llega Castrovirreyna, a 130 km. de la costa y a 3,800 msnm., donde se entera del retiro del coronel realista Montenegro hacia Huamanga, tras breve descanso lo persigue hasta Huancayo, luego de tramontar duros y fríos parajes. En tanto, por decreto, San Martín en Pisco crea la primera bandera del Perú, el 21 de octubre, diseñada por ofi-ciales ingleses. 5 días después toda la expedición se reembarca rumbo al norte. (13) No sabemos si Álvarez de Arenales seguía enarbolando la bandera chilena o la de San Martín.
En Huancayo, ante Álvarez de Arenales, se presentan los criollos Francisco de Paula Otero, Fray Bruno Terreros, Álvarez, Dávila, Huavique, Landeo, Bellido y muchos otros, para enrolarse en el ejército libertario; formándose así los primeros destacamentos de guerrillas de la sierra. La expedición sigue rumbo a Concepción y Jauja, donde vence a Montenegro y Cárdenas el 7 de noviembre, to-mando prisioneros y piezas de artillería. Los realistas huyen a Pasco, mientras los patriotas se dirigen a Tarma, quedando la guerrilla en Jauja bien pertrechada y al mando de Fray Terreros.
“Por lo general, la imagen que tenemos de la independencia es la de un San Martín declarando,
desde un balcón de Huaura, que el Perú era libre e independiente. Ahora hay que tener en cuenta que el
proceso de independencia se inició bastante antes de 1821 y culminó, recién en 1826”. Pero sería recién
en 1808 con la invasión de Napoleón a la península ibérica y la captura de Fernando VII, cuando se daría
rienda suelta al malestar acumulado que existía en las colonias, ante los inesperados cambios a los que
había sido sometidos sus habitantes por el reformismo borbónico”.
SCARLETT O’PHELAN (14)
Enterado, Pezuela envía una formidable división al mando de brigadier O’Relly por la ruta del Chillón y Canta hacia Pasco para dar caza a los patriotas. Álvarez de Arenales decide hacerles fren-te de manera sorpresiva y rápida a pesar de la desproporción de fuerzas; llega primero a Pasco y el 6 de diciembre en un ataque simultáneo de sólo 45 minutos destroza al enemigo, tomando prisioneros al propio O’Relly y a 620 oficiales y soldados, entre ellos al comandante Andrés de Santa Cruz. Al día siguiente se nombra al alcalde y con los vecinos de Pasco proclaman también su independencia.
Aunque los ricos hacendados seguían quejándose de la carga de impuestos más elevados y contribuciones forzosas para mantener la tropa realista, la causa patriota atrajo en la sierra pocas manifestaciones externas hasta el desembarco. En 1820, con los 4 mil soldados argentinos y chilenos en Pisco, a 200 km. al sur de Lima, San Martín, prometiendo la libertad a los esclavos, captó a un gran número de negros, para luego continuar su viaje hacia Huacho, llevando consigo a 650 esclavos que huyeron de las haciendas de Pisco, Chincha e Ica.
“Como Pisco y Pasco, como Ancón, Huacho, Chancay; como Huando, Cáucato, pun-
chauca, Végueta, Supe, Mazo, Ingenio y todo el norte y sur de Lima, Huaura constituyó, un
valioso centro de operaciones en la campaña emancipadora. Sobre todo tiene este lugar el
insigne mérito de que en sus suelos no sólo se alinearon al lado del Libertador miles de pe-
peruanos procedentes de diversas regiones del país, sin que aun antes de llegar la expedi-
ción y cuando era incierto el triunfo y peligrosa la causa, hallaron aquí una halagadora pre-
disposición los ideales de libertad y democracia, lo que contribuyó en forma poderosa a ha-
cer realidad el sueño de San Martín de entrar a Lima sin la menor efusión de sangre y decla-
rar definitivamente la independencia”.
RICARDO CAVERO-EGÚSQUIZA (15)
San Martín parte de Pisco el 26 de octubre, en tanto los realistas se movilizaban de Cañete a Pisco. Mientras, en el Norte Chico van sucediéndose importantes eventos favorables a la causa liber-taria, a cargo de Vidal, Reyes y otros tantos jóvenes patriotas, que van conformando indistintamente sendos destacamentos de guerrillas, ejerciendo una fuerte tarea de propaganda patriota con pro-clamas y juras de la independencia. Mellando así la moral del enemigo y la retirada intempestiva de las tropas realistas, despejando Huaura, por donde llegaría luego un batallón de 200 patriotas y un escuadrón al mando del mayor Andrés Reyes y del capitán Brandsen, respectivamente, “trayendo gran cantidad de ganado vacuno, caballar y mular y víveres, que habían reunido en el fértil y rico valle de Chancay”. Al no hallar aún a la escuadra, continúa hacia Supe, en tanto Brandsen retorna al sur. (16) Como se ve, todas las acciones patriotas se van orientando hacia los valles al norte de Chancay.
Noviembre empieza con otro hecho singular, la del capitán Brandsen y sus 40 jinetes, al atraer a los godos, al mando de Valdez, hacia los angostos callejones de la hacienda Torre Blanca (entre Chancay y Huaral). Para anular la superioridad enemiga, carga con fuerza sobre un escuadrón, que no podía desplegarse, y al retroceder atropella al otro escuadrón, que huyen hasta tener el apoyo de su infantería al mando del realista García Camba. Mientras que en el sur chico, la expedición no gozaba de un ambiente facilitador a la estrategia sanmartiniana, a pesar de las proclamas y prome-sas de San Martín y la jura por la independencia. El norte chico, en cambo está inquieto, no sólo por la aproximación de la expedición, sino con abierto apoyo a la bien articulada estrategia libertadora; su población está presente y animosa por incorporarse a los cuadros militares, cumpliendo su honrosa palabra que empeñaran con amor al proclamar y jurar la independencia el año anterior en Supe.
Un poco antes de la batalla de Cerro de Pasco, donde vence Álvarez de Arenales, Cochrane, en el Callao, en hazaña formidable capturó la fragata hispana más poderosa: La Esmeralda, de 200 tripulantes y 35 cañones, que se hallaba bajo el abrigo de los cañones de los castillos del Real Felipe y protegido por una doble red de cañones y varias hileras de pontones amarrados. En la noche del 5 de noviembre de 1820, Cochrane, con un selecto grupo de anfibios, sigilosamente abordó la fragata, redujo rápida y violentamente a su guardia y la deslizó hacia las posiciones independientes. Con esta pérdida los coloniales quedaron reducidos a la más completa impotencia naval. (17)
Contando con un entrenado y bien informado grupo de patriotas del norte chico, San Martín aprovecha su presencia frente a Carabayllo, Ancón y Chancay, para disponer el desembarco escalo-nado de granaderos, lanceros e infantes, para explorar y asegurar sus desplazamientos hacia Hua-cho. El virrey Pezuela, sospechando dichos movimientos, dispone la concentración de todas sus fuer-zas acantonadas en Supe, Huaura, Canta y los alrededores de Lima, hacia el pueblo de Chancay.
Pero la otra razón de este repliegue realista es porque los patriotas comprovincianos los iban expulsando de los pueblos del norte chico, como lo demuestra Francisco Vidal, formando la primera partida de guerrillas de la costa, con un grupo de familiares y amigos, a fines de octubre toma por asalto en Supe el cuartel de caballería Dragones del Rey al mando del coronel Otermín, que huye por la ruta de Sayán. Vidal toma preso a sus oficiales y convence a la tropa pasarse a las filas patriotas. Requisa más de 400 caballos, reses y víveres y de inmediato los traslada hacia Huacho, para dar el alcance a la expedición que por mar, rumbo al norte se dirigía también a esa localidad. (18)
APOTEÓSICA BIENVENIDA A LOS EXPEDICIONARIOS
Tras esos nuevos acontecimientos del país, los primeros días de noviembre, el pueblo de Chancay deviene también en el centro de congregación de autoridades civiles y militares, jueces, marinos, abogados, alcaldes, funcionarios, médicos, priores y párrocos, de Huacho, Huaura y de Chancay, entre criollos y mestizos, para expresar abiertamente su apoyo y compromiso con la causa libertaria, siguiendo el ejemplo de los primeros precursores de esa región. Los sermones patrióticos dentro y fuera del púlpito eran frecuentes en los pueblos más recónditos de los valles y quebradas de la luego provincia de Chancay. En algunos de ellos, como reguero de pólvora corrían las inquietantes noticias de los desplazamientos por mar de la expedición y de sus requerimientos; en tanto, las tropas rea-listas se iban desplazando hacia Lima.
“Por esta costa todos los pueblos se han pronunciado en nuestro favor: las provincias de Guaylas,
Conchucos, Guarmey, y hasta Casma y Piura han hecho su revolución. También tengo noticias, que Trujillo,
Huánuco y Lambayeque han seguido este ejemplo; nuestra caballería está situada en Huaura y Huacho, y la
Infantería en Supe. El enemigo tiene una división en Chancay de 2 mil hombres…”
GENERAL SAN MARTÍN (19)
Por fin, la Expedición Libertadora llegó a Huacho, pueblo de 6 mil habitantes, indios en su ma-yoría, dieron la bienvenida al general San Martín, con los aplausos más entusiastas y optimitas que pueblo alguno le haya dado. Desembarcan los días 10, 11 y 12 de noviembre de 1820, en las playas de Huacho, Carquín, Ruquia, Végueta, Tambo de Mora, Mazo, Medio Mundo y Supe. El 17 toda la in-fantería se dirige e instala en Supe al mando del general Las Heras. Los granaderos a Caballo en Huaura; y los cazadores a Caballo se quedaron en Huacho. Por una semana Huacho es la sede del cuartel general de San Martín, luego el 20 se establece en la villa de Supe, siendo recibido por sus vecinos con gran euforia y ceremonias cívicas; los batallones se instalaron en las casonas, locales públicos y fundos. Algunos cuerpos se trasladaron luego a Barranca y Pativilca.
Ningún lugar en el Perú dio una espontánea y populosa recepción como la dada por los pue-blos del norte chico a la expedición libertadora durante esa semana de noviembre de 1820. Fue en realidad un extraordinario acontecimiento histórico, lamentablemente hasta ahora desmerecido con el olvido de la historia oficial, por el simple hecho de ser el pueblo el principal protagonista Pero feliz-mente están minuciosamente descritas las acciones de este pueblo generoso y patriota en diversos documentos oficiales, que hermanan a indios, esclavos negros, mestizos y criollos; desde agriculto-res, pescadores, artesanos, comerciantes, hacendados, religiosos, funcionarios, autoridades, jefes de montoneras, entre otros. Que sería difícil signarlos en este material, tan extraordinaria epopeya. Salvo algunas referencias registradas bastan para evaluar su importancia y trascendencia.
“El Libertador, sus edecanes, generales, ayudantes, jefes, desembarcaron el 12 de noviembre y el mismo
día avanzó hasta Huaura, a caballo, en compañía del general Las Heras, el almirante Cochrane y otros per-
sonajes. Los vecinos de Huacho, Huaura, del puerto y de la campiña presentaron su saludo y ofrecieron su
adhesión a la causa de la libertad. Ingresó a Huacho por el callejón del puerto hasta la plaza principal, para
seguir por la amplia calle de Malambo, pasando por Cocharcas y Cruz Blanca, hasta llegar a Huaura, donde
ocupó la casa principal del fundo Ingenio, seguido por la muchedumbre, entre repiques de campana, músi-
cos, dianas y cánticos populares, principalmente de negros esclavos, cuyas mujeres tendieron sus mantas
con flores como alfombras al paso de los próceres y del libertador, mientras los cañones hacían salvas en la
plaza de Huaura, y una delegación de vecinos presentaba, en el puente, al general San Martín sus respetos”.
JESÚS ELÍAS IPINZE JORDÁN (20)
En 14 de noviembre San Martín dispuso la inmediata construcción de 3 reductos en el morro que domina la parte sur del puerto, sobre el Boquerón de la Viuda, para defender toda la bahía de Huacho, a su vez un muelle para facilitar el embarque y desembarque a cargo del ingeniero francés Alberto D’Albe; también, unas defensas en la isla Don Martín, frente a Végueta, y luego otras defen-sas en Huaura. Obras que se hicieron con prontitud y esmero con el respaldo de la población nativa.
Otra forma de bienvenida poco estudiada es la forma cómo los religiosos asumen su rol cues-tionador del sistema colonial de manera controversial. Mientras por un lado, el Papa y los obispos condenaban la insurgencia de los separatistas, “que los hijos de Dios debían combatirlos y huir de ellos”, muchísimos fueron los curas patriotas que apoyaron con sus ingresos económicos, como ca-pellanías o dirigiendo las partidas de guerrilleros para el sostenimiento del ejército libertador. A pesar de todo, fueron los olvidados cuando se trataron de reunir los criollos en el Congreso, para discutir sobre la libertad, la patria, el ciudadano, la nación, la igualdad, la democracia y otros conceptos al-truistas que ni ellos los podían entender y resolver, salvo algunas excepciones. (21)
Pero por otro lado, cuando ya San Martín, en Lima asume el cargo de Protector, en noviembre de 1821, como una forma de reconocer y premiar a todos los patriotas religiosos que colaboraron con la guerra libertadora, entró en funciones una Junta Eclesiástica de Purificación, la que calificaba la idoneidad cívica de los sacerdotes y clérigos para continuar prestando servicios en los diferentes curatos, capellanías y demás cargos eclesiásticos en el Perú libre, como fue el caso del doctor Gregorio Mier, cura y vicario de Huacho que comparece ante dicha junta solicitando retomar sus funciones religiosas bajo nuevos términos eclesiásticos y políticos. (22)
DESPLIEGUE Y GESTIÓN ESTRATÉGICA
“Como es de conocimiento, el general San Martín permaneció en el Perú 24 meses y días, dirigiendo
La gloriosa campaña libertadora de los cuales, 8 meses consecutivos en la provincia de Chancay, al frente de
las fuerzas patriotas, entre Huacho (5 días), Supe (15 días), Retes (15 días) y en forma prolongada en Huaura
(más de 6 meses). Los primeros días de julio de 1821al frente del ejército patriota se desplazó sobre Lima”.
EMILIO ROSAS CUADROS (23)
Mientras van desarrollándose exitosas acciones militares y de propaganda por todo el centro y norte del país; como, la jura de la independencia de Huancayo el 20, el 22 en Jauja, el 28 en Tarma. En cambio, la costa y sierra sur mantenían su lealtad al rey. El 7 de diciembre San Martín traslada su nueva sede de operaciones a Huaura, desde donde continúa las operaciones militares, de corres-pondencia y propaganda contra las fuerzas de Pezuela. En el ínterin de esos días, en tanto el Liber-tador desarrolla una intensísima agenda, suceden varios acontecimientos que van definiendo el sentido del proceso emancipatorio.
El 8 de octubre llega la noticia a Huaura de la conformación de la primera junta de gobierno en Guayaquil. Luego de apresar a las autoridades y jefes militares en una fiesta social, bajo la conduc-ción del capitán peruano Gregorio Escobedo, se forma la junta de gobierno presidida por el des-tacado intelectual patriota Joaquín Olmedo, acompañado por Rafael Jimena y Francisco Roca, que nombran a Gregorio Escobedo Jefe de la guarnición de Guayaquil., quien el 10 de octubre apresa a la goleta española Alcance y la envía a Huaura con una delegación para entregar a los prisioneros y solicitar al general San Martín respaldo militar para sostener la independencia, ante la amenaza española del brigadier de Quito Aimerich. De inmediato, San Martín envía en la misma goleta Alcance al coronel Tomás Guido y al general Toribio de Luzuriaga, pero por diversidad de criterios políticos entre guayaquileños renunciaron a su gestión y retornaron a Huaura. (24).
Entre noviembre de 1820 y marzo del siguiente año, en Huacho y Huaura se constituye un Regimiento de Cívicos, conformado por 6 compañías y 3 escuadrones, con un total de 708 hombres y 669 caballos. Integrados por patriotas de Huacho, Huaura, Végueta, Mazo, Caral, Peñico, Hayba y otras localidades aledañas. El regimiento huachano esta conducido por notables de la localidad. To-dos ofreciendo sus servicios como voluntarios en la forma más valerosa a la causa libertaria. San Martín forma los grupos guerrilleros, bajo el comando de Francisco Vidal, Andrés Reyes y Cayetano Quiroz, figurando también José de Asué, Luis Rissi, Tomás Quintín, Juan Muñoz, Francisco Villanue-va, Domingo Fonseca, los hermanos Juan y Doroteo Santos, y Francisco y Tomás Manrique, entre otros. A su vez, se dispone el entrenamiento militar intensivo a cargo de oficiales y clases en Barranca, Supe y Humaya, para el diestro manejo de armas. Se distribuyen exploradores entrenados y conocedores de sus zonas, a todos los lugares de la región central del país.
El mes de diciembre de 1820 es fructífero para los patriotas. Por invitación de San Martín, el criollo marqués Bernardo de Torre Tagle y otros nobles aristócratas criollos, apresando a los chape-tones, en una residencia proclamaron la independencia de Trujillo el 4 de diciembre. En Huánuco, los cabildantes y vecinos, con el respaldo de los guerrilleros al mando de Álvarez, proclaman la inde-pendencia de dicha ciudad. Del mismo modo, el 27, el alcalde mayor Juan Manuel Iturregui Aguilarte y los cabildantes de Lambayeque capitán Saco Oliveros, José Leguía Meléndez y miembros de la logia masónica local acuerdan proclamar la independencia ante el pueblo, desde el balcón de la casa de la logia. Como se ve son actos con algo de sabor popular y una pizca de oportunismo.
La primera semana de diciembre suceden también dos acontecimientos militares importantes: el del día 2, los americanos del batallón Numancia de 800 plazas que se entregaron al ejército patriota en Huachoc, Retes, cerca de Sayán; por tal motivo, los realistas redoblaron su celo para con sus oficiales criollos y mestizos. Con esta ocasión algunos oficiales peruanos se pasaron al bando patriota, como Agustín Gamarra, Velasco y Eléspuru. El otro hecho fue el día 6, cerca de Pasco tuvo lugar el único triunfo de los patriotas frente a los realistas, cuya caballería comandada por el entonces realista coronel Andrés Santa Cruz, se pasó al lado de los patriotas. Obviamente, los grados militares se respetaban y a veces se les premiaba con automáticos ascensos. (25)
De hecho, Huaura se constituyó en la capital provisional del Perú independiente, eje de las operaciones militares. Donde el libertador recibía la constante adhesión de vecinos y pueblos del norte y centro del país. Dirigía las guerrillas y montoneras que bloqueaban Lima. También es im-portante destacar que en Huaura se dio el Reglamento Provisional, la primera carta política de estado que estaba naciendo, así como importantes decretos, como el que garantizaba la devolución por el Estado de las aportaciones de los ciudadanos y vecinos de las provincias libres del país, para auxiliar al ejército libertador (1 de marzo); otro: que da libertad a todo esclavo que se alistara en las filas pa-triotas (21 de febrero).
En Huaura se funda el periódico El Pacificador, vocero oficial del Libertador, para sostener los principios liberales, bajo la dirección de Monteagudo. También se publicó La Gaceta de Huaura, para difundir las proclamas y comunicados a todos los pueblos. Las guerrillas y montoneras, estaban en manos de sectores medios provinciales, en quienes posteriormente recaería el gobierno local republi-cano. Desde aquí San Martín mantuvo contacto con todas sus fuerzas desplegadas por todo el norte chico, que operaban por mar y sierra, coordinaba el asedio de Lima, bajo la dirección de Cochrane y Álvarez de Arenales. Contaba con la producción de exquisitas frutas de los valles de Huaura y Sayán. Lamentablemente, por el hacinamiento y la poca higiene, la peste invadió el ejército patriota. (26)
“A pesar de esto, los contactos entre el ejército libertador y Pisco no cesaron. En marzo de 1821 San Martín,
bajo el pretexto de “hostilizar al enemigo, envía Miller incursionar al valle. El 22 Miller logró reunir 300 caba-
llos, igual número de reses, carne y algo de mulas. Los pobladores le recibieron con mayor entusiasmo can-
sados de las injusticias sufrido desde que el ejército salió de aquel puerto”.
JUAN LUIS ORREGO PENAGOS (27)
En el extremo norte, en Paita, a principios de marzo de 1821, días de gran trajinar, un aconte-cimiento llenó de alegría al Libertador; los hermanos Victoriano y Andrés Cárcamo, convenciendo a otros 7 compañeros tripulantes, lograron tomar para la patria el pailebote correo español Sacramento, que había salido del Callao rumbo a Panamá. Entre los pasajeros había altos funcionarios y oficiales realistas. Este hecho fue comunicado a las autoridades de Piura y Trujillo, como a los patriotas del norte chico. San Martín dispuso el traslado del Sacramento y sus rehenes a Huacho. (28)
Importantísima fue la dación del Reglamento Provisional (12 de febrero de 1821), por el cual Huaura se convierte en la capital del departamento de la Costa y Huacho adquiere la categoría de capital de distrito, del mismo modo y en la misma fecha: Sayán, Végueta, Barranca, Supe, Pativilca, Ámbar, Aucallama, Huaral, Chancay, Checras y Paccho. La abundancia de toda clase de recursos de sus valles, la cercanía del mar para sortear cualquier peligro por los puertos de Chancay, Huacho y Supe. Si la generosidad y el patriotismo conmovieron al Libertador, bajo el punto de vista estratégico y táctico de abastecimiento y comunicaciones; rica en agricultura, ganadería y minería, y con clima benigno, permitieron a San Martín, tender una línea defensiva, cuyos desiertos al sur aislaban a los realistas y por el norte la retirada estaba asegurada por el puerto de Supe. En Huaura el libertador estuvo 6 meses y días, elevando el ejército a 8 mil hombres, pero antes, habría de sufrir el flagelo de una grave peste, diezmando gran parte de las fuerzas expedicionarias, que a la vez, retarda y da tregua al enemigo que a falta de recursos también pasaba graves apuros en Lima.
Otro acontecimiento penoso, pero de profunda significación humana, única en la his-toria de la independencia, ninguna contribución fue tan decidida como la de los patriotas del norte chico, que se encargaron de cuidar y aliviar a los miles de enfermos afectados por la peste, donde murieron muchos soldados patriotas, pero de inmediato reemplazados sus cuadros por los varones hábiles de nuestra antigua provincia de Chancay, para engrosar además las guerrillas y montoneras y así continuar cercando Lima.
“Entre enero y junio de 1821 en las tropas liberadoras en Huaura, se desató una gran epidemia de pa-
ludismo, terciana y disentería, enfermando a muchos patriotas, por tanto grandes bajas en el ejército. Hubo
más de 2,500 enfermos en los hospitales de Huaura, Huacho, Supe, Barranca, Pativilca y en las haciendas de
Huayto, Galpón y el Ingenio. .En abril pasaban los 3 mil y en mayo 1,131 enfermos. La epidemia hacía estra-
gos en el ejército, sin distingos: jefes, oficiales, clases, soldados. Y también civiles. El propio San Martín ca-
yó muy enfermo, a punto de morir… En realidad, la epidemia no pudo ser controlada por falta de medicina en
la zona. La mitad del ejército sufrió ese azote… La escasa medicina que había pronto se agotó. Los doctores
Paroissien, Manuel Fuentes, Manuel Falcón y José Zapata, así como los sepultureros no se daban tiempo pa-
ra atender a los afectados. Don Guillermo Geraldino, dueño de la farmacia Espíritu Santo de Lima, envió con
varios topiqueros una botica entera surtida sobre todo de sulfato de quinina, y luego con el cura español Lu-
cas Pellicer, salvándose así cientos de vidas. Asimismo, es digno resaltar que un grupo de damas chancaya-
nas prestaron valiosa colaboración atendiendo a los enfermo, preparando los alimentos, confeccionando y la-
vando la ropa y la limpieza de los hospitales.
EMILIO ROSAS CUADROS (29)
Sin embargo, la larga permanencia de San Martín en Huaura, fue motivo de duras críticas, como las del propio Álvarez de Arenales, Cochrane y Miller. Para algunos historiadores fueron injus-tas; para otros, se explicaba por que respondía a la estrategia básica sugerida por el gobierno chileno: “hacerlo todo con la anuencia de la aristocracia criolla y, en lo posible, sin derramamiento de sangre. Obviamente, además de la peste que asoló a los patriotas, y que entorpecían el golpe final, los realistas tampoco se hallaban cómodos en la capital, a pesar del apoyo criollo, porque ya no po-dían abastecerse de alimentos y demás vituallas y aprestos militares, al estar cercados por las gue-rrillas y montoneras patriotas, como las de Cayetano Quiroz, Alejandro Huavique, José Navajas y Antonio Elguera por la sierra; y también por el norte por las tropas de Reyes y Vidal. Sin embargo, podría a decirse, que la retirada de Lima, fue una oportuna y cedida acción al virrey La Serna, y a la vez, una derrota estratégica de San Martín, pues el tiempo favorecía y perjudicaban a ambos, indistintamente para alzarse con el triunfo final. (30)
“El aporte del pueblo en las guerrillas y montoneras es evidentemente y muy importante, conforma-
ron las partidas campesinos pobres, mineros arrieros, pequeños comerciantes y pequeños propietarios,
esclavos cimarrones. En lo esencial, en los pobladores de origen étnico indígenas sus reivindicaciones
sociales y económicas eran más o menos claras. Los dirigentes, en cambio, fueron más bien criollos y
mestizos de clase media y modesta fortuna. Una guerra de posiciones como ésta, tuvo que contar de am-
bos lados con fuerzas informales. Aparte de las dos batallas decisorias (Junín y Ayacucho), casi toda la
guerra fue llevada (o soportada) fundamentalmente por las guerrillas y pequeños destacamentos de tro-
pas regulares de ambos bandos”.
RICARDO CAVERO EGÚSQUIZA (31)
PROCLAMAS, FIESTAS Y ACCIONES PATRIÓTICAS
Muchos fueron los próceres que deslumbraron con luz propia y singular capacidad para apor-tar indistintamente con sabiduría y eficacia al esfuerzo común por liberar al Perú del yugo español. Aunque poco conocidos por nuestros textos escolares, en nuestra vieja provincia de Chancay, mu-chos, destacaron en el campo militar, otros en la diplomacia, otros en la organización y administra-ción, en la difusión, el periodismo y agentes secretos, e incluso en lo religioso. Entre los que podemos nombrar (con temor de obviar a muchos) a Francisco Vidal y Laos (Supe), Andrés Reyes Buitrón (Chancay), Pedro Sayán Reyes (Barranca), Baltazar de La Rosa (Huacho), entre otros.
Es saludable reiterar que antes que San Martín llegara a nuestras costas, el 5 de abril de 1918 ya el cabildo y el pueblo de Supe, deponiendo al alcalde español, proclamaba su independencia. El primero en la historia patria, a despecho de los dubitativos y temerosos señoritos aristócratas y ricos limeños, leales a la corona española. Mientras San Martín instala la su infantería y su cuartel general en dicha villa, del 19 de noviembre hasta el 7 de diciembre de 1820, el 27 del mismotes, Supe reitera su independencia, y al año siguiente, 16 de diciembre, Supe Jura la Independencia por tercera vez. consecutiva. (32)
“Un caso especial de patriota constituye el prócer Baltazar de La Rosa, indio de pura raza, de 42 años, natu-
ral y principal del repartimiento del ayllu de Amay (campiña sur). Era alcalde de naturales de Huacho y por
herencia recaudador de tributos. Siendo un cumplido y leal realista con medalla y título de ciudadano espa-
ñol (por juramento ante las Cortes de Cádiz), y con permiso de organizar una compañía de milicia realista. A
mediados de 1820 se transformó en fervoroso líder patriota, influyente organizador y conductor de hombres.
Bernardo Monteagudo, ministro de guerra y marina lo nombró gobernador político y militar local. Brazo de-
recho de San Martín, que proveía de todo cuanto necesitaba la escuadra surta en la bahía de Huacho, el ejér-
cito acantonado en el valle de Huaura y los hospitales, hasta la partida de San Martín hacia Lima. Fue un pa-
triota y diligente gobernador de Huacho, empeñoso con exactitud e inteligencia de cumplir las órdenes con
eficacia y activo celo, puso a disposición de la causa libertaria toda su capacidad, fortuna y propiedades, y
la de sus herederos. Realmente un paradigma de prócer y patriota, fundador de la libertad como uno de los
tantos olvidados de la historia oficial. Este benemérito de la patria teniente coronel Baltazar de La Rosa fue
reconocido por San Martín y altos jefes militares como por historiadores, menos por los huachano de hoy”.
EMILIO ROSAS CUADROS (33)
Sin embargo, el acontecimiento más significativo, y a la vez sin respaldo de una referencia do-cumentaria precisa, sólo recordado por la tradición y recogido por la historia oral, fue la proclama de la independencia en Huaura, desde el histórico balcón de un edificio colonial que perteneció al duque de San Carlos, para lo cual, el libertador se dio una “escapada” a todo trote desde Supe para cumplir con los huaurinos ese impostergable compromiso de honor, por la gratitud que guardaba a este tam-bién generoso y muy patriota pueblo, retornando el mismo día 27 a su cuartel general en Supe. No era para menos, por la abundancia documentos que sí precisan las proclamas de otros pueblos ale-daños por esos días de noviembre, como en Huacho, Supe, Santa, Huarmey, Pativilca y Barranca, que juraron mantenerse libres con gran regocijo, iluminación, fuegos artificiales y bailes. (34)
“En Huacho, Supe y todos estos pueblos hemos encontrado tal patriotismo y decisión. La independencia se
ha proclamado en todos ellos, los recursos aumentan a favor de nuestra buena disposición y de nuestra infa-
tigable actividad. Los pueblos de Santa y Huarmey se adhirieron a la causa de la Patria; el 26 de noviembre de
1820 las poblaciones de Pativilca y Barranca juraron mantener su independencia; y el 27, Supe hizo lo mismo
–por segunda vez- con gran regocijo: iluminación, fuegos artificiales y bailes…”
JUAN GARCÍA DEL RÍO (35)
Así como los sermones y las fiestas patrióticas, las proclamas y arengas eran las expresiones populares más significativas y democráticas de auténtica convicción patriótica y nacionalista, entre los peruanos emergente más comprometidos en esta etapa de la guerra, que va entre la primera y la se-gunda década del s. XIX. Agentes, caudillos, párrocos, alcaldes de indios y hacendados, alzan sus voces convocando y llamando a la movilización para apoyar al ejército expedicionario. Pero las pro-clamas en las plazas, los sermones desde el púlpito y las fiestas patrióticas, de mayor impacto en el pueblo sencillo, con o sin la presencia de la tropa libertadora, y casi en las narices de los realistas. Son los pueblos que acompañaron con acciones concretas de abierto y generoso apoyo a las hues-tes independentistas, destacando, sin lugar a dudas, los del litoral del norte chico: Chancay, Huaral, Huacho, Carquín, Huaura, Ingenio, Végueta, Mazo, Supe, Barranca, Pativilca, Huarmey y Santa, tam-bién los innumerables pueblos serranos de la antigua provincia de Chancay y el sur de Áncash.
“Viendo la espontánea efervescencia patriótica de los pueblos del norte chico, San Martín solicita al
Dean del cabildo Metropolitano, disponer que los párrocos tomaran el juramento de la independencia en los
pueblos libres, después de una misa solemne, con ocasión del día festivo, incluyendo el discurso, cuya co-
pia sea remitida a la superioridad”.
FERNANDO GAMIO PALACIOS (36)
Estando ya San Martín en Huaura, recibió noticias de Mateo Rondón alcalde de naturales del pueblo de Guanangui de la doctrina de Paccho, (22 de febrero de 1821) que a nombre de los prin-cipales de su comunidad, estaban todos prestos a servir a la patria en todos sus asuntos. (37) El 25 de junio Gregorio de las Heras informa que Necochea había tomado el mando de toda la caballería y se dirigía hacia Chancay, en tanto Borgoña pasaría a situarse en Barranca con prisioneros y curas que habían salido de Lima identificados con la expedición del sur. El presbítero y patriota Gavino Uribe y Villegas envía a San Martín (9 de mayo del mismo año) un excelente plan de acción del Partido de Huaylas, con parte de Conchucos y Cajatambo. El capitán Tomás Olivares, patriota desde 1810, partícipe de la frustrada toma de los Castillos del Callao en 1817 y desterrado al África, luego de 10 años es liberado y retorna a Huacho para ponerse a órdenes del Libertador y se incorpora en las guerrillas de Ninavilca. El cura José María Delgado, capellán de Checras, partido de Sayán, se constituyó en comandante de partida de guerrilla, pasando a defender Cerro de Pasco. El doctor Manuel del Burgo, cura y vicario de la doctrina de Cincos (30 de enero de 1822), cede a la patria sus 100 pesos anuales de renta que produce su capellanía de Huacho. Y así muchos ejemplos de generosidad, desprendimiento y sabiduría, incluso de miembros de la Iglesia. (38)
Durante 1821 y siguientes años, las fiestas patrióticas seguían celebrándose en muchos pue-blos de nuestra antigua provincia de Chancay. Así como en la gran escena histórica de la eman-cipación hispanoamericana, los pequeños pero significativos acontecimiento suelen celebrarse con patriotismo en nuestros pueblos, que la posteridad no debemos omitir nunca. Más aun, tratándose de la esperanza de la libertad, igualdad, democracia y solidaridad aun pendiente, pero forjada por perua-nos sencillos, pero grandes de corazón patriótico. El mejor ejemplo de esta disposición nos la dieron las fiestas celebradas en 1822, por los pueblos de la antigua doctrina de Checras, con su párroco Lorenzo de Coco, con ocasión de la Pascua de Resurrección, donde concurrieron a Chiuchín, para hacer colecta de donaciones, celebrar, danzar con amor y dar vivas por la independencia por el Pro-tector y por la libertadlos pueblos de Checras, Yuracyacu, Parquín, Picoy, Jucul, Mayobamba, Canín, Maray, Puñún, Tulpay, Tongos y Lacsaura. (39) Otro ejemplo digno de recordar es del presbítero Manuel Mariano Zavala, párroco de Ámbar, que tras encendidas proclamas a sus feligreses para que continúen participado y colaborando en la lucha contra los realistas, hizo jurar la independencia el 6 de abril de 1822. (40)
ALGUNOS ESCLARECIMIENTOS FINALES
Las acciones guerrilleras contra los realistas en la sierra central en las alturas de Lima, esta-ban conectadas al gran número de arrieros vinculados a las minas de plata, así como de campesinos, ligados a la economía de mercado, que crearon las condiciones ideales para la organización de mon-toneras por parte de esa burguesía disidente de mineros y comerciantes, en favor de la patria. De ahí, que San Martin, siempre cauto, esperaba que su presencia atrajera a los peruanos a la causa re-belde y convencieran a los realistas lo fútil que era toda resistencia militar, incluso entró en negocia-ciones con los godos ofreciendo un gobierno monárquico independiente. Pero nada logró. Pezuela fue reemplazado por La Serna, quien, por el contrario a mediados de julio de 1821 se retira de Lima hacia la sierra para fortalecer su ejército. Retirada que no sorprendió al libertador. Quedando inde-fensa Lima por 4 días entre disturbios populares y las turbas atacando establecimientos comerciales de mercaderes peninsulares. San Martín entra a la ciudad, sin oposición, más bien ante el ruego de los criollos y rápidamente restableció el orden, incluso, advirtiendo a sus guerrilleros y montoneros.
Tres semanas más tarde, el 28 de julio, se proclama y la jura de la independencia a la típica usanza virreinal. San Martín como protector convoca a la elección de un congreso. Un mes más tarde emitió una serie de decretos demoliberal-nacionalistas, que incluían: la libertad para todo hijo de es-clavos, la abolición del tributo indígena y el trabajo forzado, la expulsión de todos los peninsulares con la correspondiente confiscación de sus propiedades, y declara que todos los indios serían llama-dos peruanos, pero lo ciudadano, sólo era a los blancos y mestizos, vale decir, margina a la gran ma-yoría de habitantes del país. Disposiciones que lamentablemente sólo duraron mientras estuvo en el país. Para los criollos, su monarquismo era contraproducente con sus disposiciones de corte social.
Apenas cumplido el año de su ingreso en Lima, con escasas posibilidades de enfrentar a los realistas fortalecidos en la sierra, su gobierno era un caos. La marina está impaga, Cochrane, al fin y al cabo mercenario, con la flota deserta y retorna a Chile llevándose toda la plata capturada a los crio-llos limeños que habían entregado al virrey. Los comerciantes limeños quedaron a merced del tráfico mercantil bajo la hegemonía de Valparaíso y de Guayaquil. San Martín soportó aun más dificultades por el deterioro de su salud. Enfermo e incapaz de movilizar su ejército hacia la sierra y desafiar a la formidable fuerza realista, viajó en julio a Guayaquil para reunirse con el general Bolívar. Retorna a Lima y en setiembre presentó su renuncia al Congreso y partió de inmediato a casa, con el beneplá-cito de los criollos republicanos y de los mismos monarquistas. Pronto su hermosa gesta fue olvidada.
“Los jefes de guerrillas, al igual que San Martín ofrecieron a los indígena la abolición del tribu-to y al esclavo la manumisión. Ambos demostraban un compromiso genuino con el ejército patriota, pero las Cortes de Cádiz ya habían demostrado que los alcances de esas medidas eran casi im-practicables como coyunturales en su ofrecimiento. Las nuevas repúblicas no habían madurado lo suficiente como para que el erario nacional prescindiera del significativo ingreso monetario del dis-criminante tributo indígena; lo mismo, las haciendas y plantaciones no tuvieron la capacidad de operar efectivamente sin la mano de obra esclava. Sólo en la década del 50, con el guano y con Castilla, el Perú podría hacer realidad parcial los proyectos abolicionistas y liberadores. (41)
Los esclavos negros huyeron de las haciendas de la costa para unirse al ejército invasor de San martín. Por otro lado, el ejército realista estaba conformado en su mayoría por campesinos reclu-tados en las regiones del Cusco, el Altiplano y de Huanta. Sin embargo el grueso del campesinado indígena permaneció como un espectador pasivo en la lucha por la independencia, presintiendo correctamente que el resultado, en manos de la elite criolla, no produciría ningún cambio fundamental en sus condiciones de subordinación colonial. -Preferían malo conocido que bueno por conocer-. (42)
No es que queramos desvirtuar los hechos. Ahí está la nota del 7 de junio de 1821 que el cabildo de Lima (criollos) pasa al general La Serna, donde después de un largo preámbulo, acerca de los dones de la paz, se quejan y lamentan de que se hallan expuestos al peligro de las montoneras de San Martín. “Expuestos al peligro de una masacre generalizada a manos de los esclavos e indios de Lima (chusma) en torno de 25 leguas (que ocupaba el ejército libertador) reina el más espantoso caos... Un enjambre que obstruye los canales de nuestra provisión, insulta y saquea nuestros ho-gares”. (43)
En la mayoría de los casos el tema de las montoneras y las guerrillas es clave para plantear otro mayor referente al carácter que tuvo la independencia en el Perú. Demuestra una participación genuinamente peruana en las luchas directas y, lo que es más valioso aún, la participación popular en ellas. Pero no se debe olvidar que la sola presencia de personajes del pueblo no identifica como popular el carácter de un movimiento. El pueblo estuvo tanto con los insurgentes como con los realistas, de la manera en que también estuvo en uno u otro bando en innumerables ocasiones en tiempos coloniales y republicanos. El estudio de estos sucesos permite vislumbrar con claridad la actitud de los dirigentes de la independencia con respecto a los sectores populares. (44)
San Martín, saliendo del guión y encargo de los liberales argentinos y chilenos, pero conster-nado por tanta generosidad y animosidad de los pueblos que habían sufrido la opresión colonial, y también para asegurar el pleno respaldo popular, con entusiasmo e ingenuidad, se inclinaría a de-cretar leyes sociales en perjuicio de los intereses de los criollos y españoles suprimiendo el tributo de indígena y liberando a los esclavos negros, y, entre otras cosas: un himno, una biblioteca, una ban-dera. Pero también, propuso a los peninsulares una monarquía al estilo brasileño. Por eso, que no logró ni lo uno ni lo otro, porque su “ingenuo” proyecto no estaba dentro de los planes de los masones liberales para Hispanoamérica bajo la batuta de Londres. Es decir, era mejor un entendimiento entre “gringos” que la independencia se desbocase en un incontrolable movimiento social. (45)
Definitivamente, ahora sabemos, que la población indígena estuvo impedida de ejercer sus derechos políticos y sociales, como se habría aspirado durante la guerra de la independencia a la medida de los criollos ricos. Más aun, el registro de los acontecimientos históricos se circunscribieron oficialmente para obviar o reducir a lo anecdótico el inmenso aporte protagónico del pueblo y de sus líderes, como potenciales modelos revolucionarios, como el caso de los patriotas mestizos e indios que la historiografía liberal se ha cuidado de minimizarlos. Porque la ruptura liberal independentista no significó la quiebra del ordenamiento económico, político y social del sistema colonial, más bien fue un paso necesario para modernizar la dependencia de Hispanoamérica, hacia el nuevo estilo mercantil inglés. (46)
Sería apropiado deslindar el término de caudillo, designado indistintamente por la historia oficial,
a criollos, mestizos y morenos; sean intelectuales conspiradores, subversivos, jefes de guerrillas y mon-
toneros ,oficiales extranjeros, oficiales conversos, presidentes o candidatos a tales, que después se cons-
tituirán en “jefes de guerra que buscaban convertir su clientela regional en un feudo personal de soldados,
dependientes y tributarios, que no se preocupó mucho de pretender que todos los adultos varones fueran
“ciudadanos” nacionales iguales ante la ley, y dedicó pocos esfuerzos a forjar una nación integrando los
territorios provinciales. Los caudillos excepcionales -como Vidal, Santa Cruz, Castilla- que trataron de con-
trolar a sus contrapartes menos excepcionales, y para forjar la maquinaria de rentas, coerción y patronaz-
go necesarios para colocar al Estado sobre un terreno más firme. -Ya a mediados del s. XIX-… En ninguna
otra parte más problemática fue la construcción de “naciones” que en Perú y Bolivia, países andinos cu-
yas “cuestiones nacionales” permanecen irresueltas hasta hoy…. Desgarradas profundamente por divisio-
nes étnicas y clasistas…”(47)
STEVE J. STER (47)
REFERENCIA
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(11) FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, José. Francisco Vidal y Laos. Prócer y héroe de la independencia. Laboratorio Pedagógico de Ciencias Histórico Sociales. Serie: Biografía y contexto. Lima, 2009. pp. 7-8.
(12) COSTA VILLAVICENCIO, Lázaro. Op.cit. p.87.
(13) IBIDEM. p. 83
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(15) CAVERO-EGÚSQUIZA, Ricardo. Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú. Discurso del 27 de noviembre de 1958. En: Páginas de la historia Sanmartiniana en el Perú. Antología:
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(16) ROSAS CUADROS, Emilio E. El prócer Francisco Vidal y su contribución a la emancipa- ción del Perú. Edición del autor. Lima, 1971. pp. 59-60.
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(18) FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, José Hechos memorables durante… op.cit. p.7.
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(23) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia de Chancay… op.cit. p. 108.
(24) COSTA VILLAVICENCIO, Lázaro. p. 91.
(25) QUIROZ CHUECA. Francisco. Op. cit. p. 735.
(26) LEÓN, Edmundo Huaura, Villa y Región. Antes y después de la Independencia. SER- Huaura- CEP. Lima, 1996. pp. 47 y 72)
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(29) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia de Chancay… op.cit. pp. 117-118.
(30) LEÓN, Edmundo. Op. cit. p. 73.
(31) CAVERO EGÚSQUIZA, Ricardo. Páginas de la historia Sanmartiniana en el Perú. Antología
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(32) ROSAS CUADROS, Emilio. Citado por José Fernández. En: Huaura: una historia no bien contada ni bien aprendida. ÏNSULA Huacho. 2008. p. 3.
(33) ROSAS CUADROS, Emilio. La provincia de Chancay… Op. cit. pp. 240-244.
(34) IBIDEM, pp. 106-107.
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(41) O’PHELAN, Scarlett. Repensando la independencia del Perú. En: Historia de la Cultura Peruana II. Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima, 2001. p.369.
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(44) QUIROZ CHUECA, Francisco. Op.cit. pp.747-74
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(46) SALAZAR PINO, Alicia. La emancipación latinoamericana como empresa de explotación y dominación. Lima, 2003. pp. 206-207.
(47) STERN, Steve. Rebeliones y la formación del Estado-Nación: Perspectivas del s. XIX En: Resistencia, rebelión y conciencia campesina en los Andes. Siglos XVIII al XX. Instituto de Estudios Peruanos. IEP. Lima, 1990. p. 203.
1 comentario:
ESTA BIEN, EN FORMA RESUMIDA SE APRECIA EL PAPEL QUE JUGARON NO SOLAMENTE HUACHO SINO EL NORTE CHICO Y OTROS PUEBLOS EN LA CAUSA DE LA INDEPENDENCIA.FELICITACIONES SOY DE PARAMONGA E HISTORIADORA ASÍ QUE ME EMOCIONO LEER ESTE ARTLÍCULO
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