Georgette Vallejo y la crítica
“Vallejo y yo, práctica y sencillamente,formábamos una sola persona”.Georgette Vallejo
Si la vida y la crítica fueron implacables con Vallejo, no lo fueron menos con Georgette, quien tuvo que salir al frente ante propios y extraños, a defenderse de tantos infundios.
Estas críticas tendenciosas surgen cuando Georgette emprende, con resolución y magnanimidad, el compromiso de hacer conocer a todo el mundo las obras póstumas de Vallejo. Entonces se inicia en esta empresa publicando, con el apoyo de Raúl Porras Barrenechea, Poemas humanos. Esta obra, publicada en 1939, logra situar a Vallejo en la cúspide de la poética mundial y toma renombre fundamentalmente como el poeta más humano. El mundo descubre en su canto una voz natural como el líquido elemento, esencialmente cotidiano, y su aura refleja la solidaridad con el hombre y para el hombre.
Sin embargo, esta obra carece de valor para los críticos. Su “objetividad” no va con la grandeza, con lo eternizante, con lo esencial de la obra georgettiana. Y es esta crítica, que nada en su naturaleza, la autora de “n” acusaciones, como las que a continuación detallo:
Apropiarse de la obra de Vallejo.
Manipulación cronológica de la obra poética vallejiana.
Destrucción de algunos manuscritos y libreta de apuntes, para ocultar dichas manipulaciones.
Diseminar los originales de las obras de Vallejo.
Inventar el Vallejo político.
Maltratadora de Vallejo.
Negarse a tener descendencia con el poeta, y responsable de reiterados malogros.
Apropiarse del cadáver del poeta, no permitiendo que sus restos fueran repatriados al Perú.
Oponerse a la difusión de las obras de Vallejo.
Ignorante en materia literaria e incapaz de administrar la herencia vallejiana.
Explotar y parasitar a Vallejo.
Neurótica, intratable y vesánica.
No ser la esposa de Vallejo.
Poseer un doble conflicto por Vallejo: admiración-odio.
Y las acusaciones continúan...
Permítanme tratar una de las múltiples acusaciones.
Georgette y su conflicto: admiración-odio por Vallejo
A continuación, Fló trata de ensayar una inverosímil teoría sobre los motivos que podrían explicar esa “conducta contradictoria de Georgette”, cuando supone:
La única hipótesis que he podido construir que cuadre con estas desconcertantes actitudes de Georgette es la de que en Georgette existió siempre un doble conflicto, nunca resuelto: un conflicto entre su admiración por Vallejo, y, por otra parte, una suerte de odio o resentimiento por él. Y otro conflicto entre la admiración que por la poesía de Vallejo tuvieron sus amigos y luego el mundo entero —admiración que ella se vio obligada a compartir— y una profunda desconfianza acerca de la buena ley de una obra tan ajena a la idea convencional, que Georgette mantuvo siempre, de lo que es la poesía.
Ambos conflictos, de ser cierto lo que digo, seguramente no estuvieron separados y se deben haber realimentado sobre todo en la medida en la que Georgette se erigió en custodio, intérprete y médium de la obra y de la personalidad del poeta.1
Fló intenta operar bajo la dualidad admiración-odio —conflicto, según él, nunca resuelto— y prácticamente nos induce a pensar que la pareja Georgette-Vallejo mantuvo una relación necesariamente tormentosa y que no se extinguió con la muerte del poeta, es más, cree que Georgette realimentaba estos sentimientos con el paso del tiempo, al asumir el control del legado vallejiano. Asumir como verdad este binomio planteado, nos obligaría a admitir aquella relación en la pareja Vallejo.
Sin embargo, lamento confrontar en ideas con el ensayista uruguayo, considerando que entre Georgette y Vallejo existió más que admiración: el amor. Un amor que nos habló de inmensidades y que traspasó la barrera infranqueable de la muerte. Georgette hizo todo lo que conocemos del escritor-revolucionario, a causa de ese gran amor que profesó por siempre a Vallejo. Si habláramos del odio que sustenta Fló, simplemente la grandeza de la obra georgettiana no sería visible. El odio encarnado por Georgette en diversas circunstancias obedece, fundamentalmente, a la conducta inhumana, informal e irrespetuosa de la que fue víctima, sobre todo de los autodenominados “vallejistas” que sin escrúpulos se la enfrentaron, no importándole para nada el status de dama y esposa de un genio como Vallejo.
El conflicto nacido entre Georgette y “los amigos y el mundo que admiraba a Vallejo”, no tiene asidero bajo ninguna circunstancia, por cuanto Georgette hizo todo lo posible para que el mundo se entere de la magistral obra vallejiana y ello incluye a sus verdaderos amigos, dignos de toda su confianza; es falso, por tanto, que fue obligada a compartir la grandeza de Vallejo. Y finalmente, aquello que Fló denomina desconfianza, es nada más y nada menos el celo que siempre mantuvo Georgette en su lucha por difundir de la manera más fidedigna la memoria de Vallejo.
Para demostrar sus hipótesis, Fló cita una carta enviada por Georgette a Roma el 29 de diciembre de 1976, donde ella dice: “Cuando algo por fin se hace en ese continente, el tiempo transcurrido por la espera inmóvil, embrutecedora, ha disuelto y hecho tomar en horror su misma realización. Hasta nuestra edición había de ser una nueva tortura. Toda América Latina no es más que una red de argollas y sabemos lo que son las argollas. Han logrado hacerme odiar, execrar a Vallejo y su obra”.2
-Y agrega Fló: “Esta declaración, que tiene el tono tremendista y algo impostado propio de Georgette, es, de todos modos, una confesión inquietante. Suena extraño que las dificultades para cumplir su misión —dificultades que ella cree que le son impuestas por el medio— terminen por hacerle odiar a Vallejo y su obra. Y es tentador suponer que el odio que tiene al medio se ha fusionado con un odio inconfesable a Vallejo que, al fin de cuentas, se revela en esas palabras terribles”.3.
A diferencia de Fló, quien equivocadamente considera que esta nota representa en realidad aquel odio de Georgette por Vallejo, pues, contrariamente a ello, concibo en las desgarrantes palabras de Georgette lo siguiente:
Descubre lamentablemente aquel mundo intelectual, muy sensible a sus fuertes y esclarecedoras apreciaciones a las publicaciones sobre Vallejo; sus exigencias elementales para mostrar al Vallejo prístino, al lado de su fineza selectiva de quienes podrían ser dignos de prologar sus obras, genera una especie de rivalidad o rechazo a su encomiable labor. Esta atmósfera da origen a una actitud cerrada, hasta despreciativa sobre Georgette, la que ella conviene justamente en llamar argolla. Es esta atmósfera irrespirable en la que tiene que sobrevivir Georgette, por y para Vallejo, en el que sólo tiene dos opciones:
1) acceder y dejar que se haga de Vallejo todo un escarnio, y que cada quien saque provecho desmesurado, sin importar la integridad del autor, y 2) continuar en su lucha pro-vallejiana, asumiendo no estar exenta de múltiples injurias.
Del libro Georgette Vallejo al fin de la batalla, de Miguel Pachas Almeyda.
Walter Palacios, Max Silva Tuestas, Miguel Pachas Almeyda y Augusto Escalantes, en la presentación del libro en la ciudad de Huacho.
1 comentario:
Felcitamos a Miguel Pachas Almeyda por el libro Georgette al fin de la bastalla, que nació en el seno de Capulí Vallejo y su tierra que preside Danilo Sánchez lihón, quien en su permanente preocupación por reinvindicar a Georgette, nos pedía que escribiéramos sobre ella, y Miguel Pachas lo hizo con buen suceso.
Zulema Vásquez
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