Allá por los años 1890, existió en la campiña de Santa María, un personaje muy querido y ligado al desarrollo de la campiña, “La Huasa” una de las últimas terratenientes de descendencia Inca en nuestro pueblo. Se dice que esta importante dama tenía sus dominios en casi toda Pampa de Ánimas, Jopto y Santa Rosalía, tierras netamente agrícolas y las más prósperas de la zona; se dedicaba además con gran éxito a la ganadería y a la crianza de aves; para tal efecto contaba con un gran número de peones, en su mayoría descendientes incas que tenían sus moradas en la parte alta de la campiña, es decir por los arenales, hoy conocidos como Pampa de Ánimas y por el camino que va hacia Santa Rosalía. Estos personajes eran hombres de baja estatura, piel trigueña y pocos comunicativos pues no acostumbraban a relacionarse con los trabajadores procedentes de otros lugares de la campiña y del barrio de Amay, ellos prestaban sus servicios de manera puntual y eficiente en los fundos de la referida señora, por quien sentían un gran respeto y admiración.
Era la Huasa, una típica mujer de armas tomar, de carácter fuerte y voz gruesa, que a la mínima expresión ordenaba a sus peones cumplir con sus faenas diarias. Acostumbraba ella a supervisar personalmente sus campos montada en su caballo blanco, su apariencia era imponente, de cabellos largos y rubios que le llegaban hasta la cintura, su tez trigueña curtida por el sol del campo la hacían más temible aún, considerando que tenía por costumbre cabalgar con una pistola al cinto.
Esta famosa terrateniente Huachana, una de las últimas hacendadas de nuestra campiña, falleció a la edad de ochenta años, su velatorio fue al aire libre debido a la gran cantidad de personas que la acompañaron, especialmente los nativos llegados de Pampa de Ánimas, Jopto, Santa Rosalía, Cañaveral, Amay y un gran sector de la campiña, a quien ella dio protección y trabajo por muchos años. Fue enterrada en la zona que hoy se conoce como el cerro El Panteón.
Según contaron personas de aquella época, la señora Rosario Romero Llontop, conocida bruja y curandera de la campiña Huachana, esposa del famoso brujo don Daniel Martínez, acostumbraba a contar que ella en cierta oportunidad intentó extraer los restos de la famosísima Huasa que pernoctaban en su tumba, para apoderarse de su influencia espiritual, y que no pudo hacerlo, toda vez que una fuerza sobrenatural impidió que ella pudiera sacar el cajón con los restos de la mencionada occisa. La fuerza fue tal que la señora Rosario terminó convulsionando en el lugar, perdiendo por un tiempo toda fuerza para sus rituales de brujería y curanderilla.
Los restos de la Huasa continúa como siempre, descansando en el cerro El Panteón rodeada de todas sus joyas y enseres valiosos, como se acostumbraban a enterrar a los personajes importantes de esa época, más aún si estos eran de descendencia Inca.
Julio Solórzano Murga
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