El dueño de la hora (Cuento) Luis Eduardo Aguilera, La Serena - Chile

12 junio 2013


(Del apresamiento del  Dueño de la Hora y de cómo  se detuvo el Tiempo).A: Germán Leguá 

Aquel maldito día que a la policía se le ocurrió detener, en plena vía pública, al Dueño de la Hora, sin prever las graves consecuencias que traería tamaña imprudencia a la comunidad, fue sencillamente como si el tiempo se hubiese detenido en cada uno de los transeúntes.
Sus amigos trataban de comunicarse en forma infructuosa para dar la señal de alarma. Lucho, más conocido popularmente como: "Su Excelencia", "Cardenal" o "Monseñor" y que se preciaba ser el guía espiritual de “La Cofradía”, sintió un escalofrío en todo su cuerpo al observar la escena, nada pudo hacer. Caminó sigiloso detrás del acongojado detenido, que era conducido casi en vilo por dos agentes policiales al cuartel más cercano. En vano le hacía señas para que se deshiciera de los relojes; su delicada y altruista acción que efectuara en esos largos e interminables minutos, no fructificó.
Nuestro común amigo, respondía a ciertas características. Mediana estatura, contextura corpulenta, pelo castaño ondulado y rebelde, cejas hirsutas, nariz aguileña, reposado al caminar, lenguaje avasallador, de mirada magnética, ademanes caballerescos y envolventes, quizás lo más notable de su persona fuese su sonrisa amplia, honesta y alegre.
Todo comenzó en el momento mismo que decidió cambiar su oficio desempeñado por largos años, como dependiente de una tiendecita llamada "El Cóndor", ubicada en pleno centro de la ciudad; en Arturo Prat, entre O'Higgins y Balmaceda, por el de vendedor de relojes.
Mil novecientos setenta y ocho, fue para él un año importante, sería la fecha que, en definitiva, marcaría toda su vida y existencia, al iniciarse en el difícil arte de la venta de relojes. 
Los tenía de todos los tipos y marcas, variados modelos, de colores sobrios y extravagantes, con seguros de vida incorporados. Para damas, varones, niños, elegantes, corrientes, económicos y otros no tanto; de épocas antiguas y modernas, en fin, estaban los Suizos, Yangkey, extra planos, Quartz, Casio, Citizen, Titanium, con doble horario, Cornavin 17 rubíes con base de metal, Aceikon automático, Bikeboy, Riviera, Osahi Sport, Triple A Crystal 21 rubies.
Estaban además los relojes de mesa, murales, de pilas, automáticos y a cuerda, con correa de cuero, metálicas, resinas, brazaletes y de bolsillo, como los que usaban y lucían nuestros abuelos.
Hoy, con toda la experiencia de sus treinta y tres  años de labor a cuestas, no podía comprender cómo era posible que a él, justo a él, lo llevaran detenido por el único y grave delito de vender relojes en la vía pública, cuando su exclusiva finalidad era que todo el mundo anduviera a la hora y sin atrasarse un sólo minuto, no entendía cómo estas honestas intenciones, podían constituirse en tan grave delito para los agentes de la policía. Todo ello pasaba por su mente, mientras era conducido en forma  rauda a la Primera Comisaría, para luego secarlo en la cárcel.  El "Dueño de la Hora" se había ganado este justo y respetable apelativo entre sus compañeros de “La Cofradía”, a fuerza de un laborioso accionar en la venta de relojes. Hugo Alfredo, hombre reflexivo, captador de imágenes y situaciones inverosímiles, así lo había observado y sentenciado; ¡Serás el "Dueño de la Hora"!
Con el correr del tiempo, muchos que se consideraban sus amigos, lo constataron en forma efectiva, con diferentes fórmulas: datos históricos extraídos de almanaques, Archivo Municipal, Instituto Nacional de Estadísticas e Implementos de cálculos y precisión; llegando a determinar que, a la fecha, habría vendido en forma diaria y en diferentes circunstancias (Fiestas religiosas de la Virgen de Andacollo, El Niño de Sotaquí, La Candelaria, La Tirana; ferias libres, fuentes de soda y lenocinios que visitaba en las correrías nocturnas con diferentes Cofradianos), 10,4 relojes, lo que significaba que a la semana habrían sido 72,8, al mes 291.2 , al año 3.394,4 ,proyectado en 33 años de ventas ininterrumpidas, llegaba a un total de 112.015,2. Debiendo agregar en forma obligatoria, todo el radio de acción que significaba, venta e  información de cada uno de ellos, lo que redundaba en dar la hora a por lo menos tres transeúntes diarios, beneficiando a 336.045,6,  lo que implica un total de 448.060.8, que a estas alturas estarán muy atormentados por la detención de su honorable y bien amado benefactor.
Desde ese momento aciago, todo el mundo quedó desconcertado, sorprendido, por decir lo menos y  quienes deambulaban por los alrededores de la Recova, entristecieron, nadie tenía ánimo para entablar la más mínima conversación, cantar o reír. La incertidumbre se fue apoderando más y más del común de la gente que solía orientarse con tan ilustre personaje.

El pleno de los integrantes de la Cofradía, concordaron que Rodrigo, en su condición de abogado y amigo de los poetas, debería acudir a gestionar su libertad y sacarlo del calabozo o mazmorra en que lo tenían recluido.
Transcurrieron las horas elevando escritos para solicitar su "libertad bajo fianza"; los días, las semanas, "con  recursos de  amparos (Habeas Corpus) y de  protección, "varios meses  e incluso se llegó a tal grado de desesperación que se invocó la declaración universal de los derechos humanos en su Art.10 "Toda persona tiene derecho, en condiciones de  plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal". Y Art. 11 "Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa"; no obstante,   el noble servidor del Dios Cronos, no regresaba de su calvario, la desolación cundía, el desgano hizo presa del ánimo de todos los lugareños. La niebla, parecía cubrirlo todo, sin un atisbo de luz. 
Una noche, el dilecto grupo de amigos, que se había acostumbrado a reunirse con el fin de obtener hasta la más mínima información que emanara desde el interior del recinto carcelario, fue sorprendido por un tumulto de gente que irrumpía en dirección a la  plazoleta de La Recova, en medio de alegres manifestaciones; payasos, lanzafuegos, magos, malabaristas, equilibristas, zanquistas; carros alegóricos, banderas de todos colores, chaya, serpentinas, globos, cornetas y juegos pirotécnicos alusivos.
Un "globo aerostático" y un  "planeador" sobrevolaban la celebración, transportando a los camarógrafos y corresponsales acreditados de radios, diarios y de canales televisivos de la localidad, el resto del país y el extranjero.
El alegre desfile era antecedido por las más altas autoridades del poder judicial, eclesiástico, civiles y militares, fuerzas vivas de la comunidad: Boys Scout, Ejercito de Salvación, Cruz Roja, Admistía Internacional y la banda de músicos que solían animar la retreta de los domingos. Risas, gritos, exclamaciones de júbilo, alabanzas y más de un ¡Aleluya!, quebró la noche. 
¡El "Dueño de la Hora" había sido liberado! Lo traían en andas, al más puro estilo romano, luciendo impecable su honesta, amplia y alegre sonrisa.
Desde aquel día y hasta hoy, el tiempo no se ha detenido y a nuestro dilecto amigo se le suele divisar desarrollando su delicado arte de la venta de relojes, por las inmediaciones de La Recova, despejando de modo definitivo, la niebla que había impuesto su detención.
 ***Cuento del libro: “El dueño de la Hora y los Duendes Transparentes”. Ganador del Tercer Concurso del Fondo Editorial Essco 2003. Premio publicación de la obra,  La Serena - Chile

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