Y tal como nos habíamos prometido años
atrás, solemnemente,
en algún hermoso
bulevar de Londres o de París, para siempre,
en un atardecer invernal volveremos a amarnos, intensamente,
paseando, lentamente, por las calles largas y frías de diciembre.
en un atardecer invernal volveremos a amarnos, intensamente,
paseando, lentamente, por las calles largas y frías de diciembre.
Mi corazón maduro, trigal de otoño, aguarda anhelante tu
retorno,
para ofrecerte de mis labios almíbar, y de mi alma dulce ambrosía.
para ofrecerte de mis labios almíbar, y de mi alma dulce ambrosía.
Te abrazaré, con tanto amor, hasta enterrar mi corazón en tu seno,
llenando tus dorados años de intensa emoción y sublime melodía.
Soy voluntad y fiel deseo viviente, el cumplir la sagrada
promesa.
Desciende el Sol en Poniente, vuelve a fulgurar la Luna reluciente.
Así también, amada mía, mi corazón suspira estrecharte ardiente.
¿Qué más disponer falta para tener aderezadas la cama y la mesa?
Dispuesto quedará el magnífico banquete: nuestro paciente amor;
y, así, comeremos y beberemos nuestras carnes, nuestros fluidos.
y, así, comeremos y beberemos nuestras carnes, nuestros fluidos.
Saciados y complacidos, dormiremos en nuestro lecho de sueños,
embelesados en sinfónica armonía de caricias, sumidos en sopor.
Quedará todo consumado, amada mía, mi alma estará en tus manos.
Con el vino de nuestra pasión, el grial de nuestro amor llenaremos;
porque grandioso día de júbilo ya pronto llega, con alegría intensa,
el dulce cumplimiento del compromiso más bello: nuestra promesa.
Con el vino de nuestra pasión, el grial de nuestro amor llenaremos;
porque grandioso día de júbilo ya pronto llega, con alegría intensa,
el dulce cumplimiento del compromiso más bello: nuestra promesa.
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