CESAR HUAPAYA AMADO

26 febrero 2014

CESAR HUAPAYA AMADO, estudioso de la décima peruana, chilena e iberoamericana. Cultor de la misma. Una memoria prodigiosa cargada de historias, anécdotas y revelaciones sobre un arte que vuelve a brillar en la actualidad, como en muchos años.
Por Zejo Cortez
@elzejo 
¿La décima en el Perú, sigue viva?
Aquí en Perú, hasta el año 89, los círculos de gente que hacía décima eran mínimos. Nicomedes se fue del Perú en el año 82 y en el libro ‘La décima en el Perú’, publicada el mismo año por el Instituto de Estudios Peruanos, tiene un acápite que dice ‘Los últimos decimistas’ y él es el último (Hijinio Quintana, Carlos y Porfirio Vásquez Aparicio y Nicomedes Santa Cruz). Y se acabó. Pero, aparte de algunas observaciones metodológicas, creo que otra persona o los editores “metieron mano”. Yo lo encuentro un poco desordenado; parece que hay tres libros en uno. No sé si Nicomedes lo pensó así.
Muy fuerte decir ‘los últimos decimistas’…
Mi mayor observación radica en que son varias personas que él conoció como decimistas y no los mencionó. Uno de ellos, su compadre Juan Urcariegui García; Nicomedes era padrino del hijo mayor, Juan Carlos Urcarieguii Reyes; ambos, discípulos del mismo maestro, Porfirio Vásquez. Ojo, se supone que Porfirio tuvo tres discípulos: el más viejo, 1923, médico ginecólogo, Javier Valera De la Cuadra; el segundo, Nicomedes Santa Cruz Gamarra, 1925; el tercero, Juan Urcariegui García, 1928. En el libro, Nicomedes no menciona ni a Valera ni Urcariegui. Sin embargo, él menciona a gente que no conoció. Además de ellos, conoció a otros cultores como Álvaro Morales Charún (Cañete, 1919); Blanca Nava quien era de Sayán, 1925.
Antes en el Diario Expreso existía la ‘Revista Estampa’; ahí Nicomedes tenía la columna ‘Décimas de hogaño’ de la cual tengo el recorte donde él menciona a tres decimistas y pone una composición de cada uno: Luis Enrique Torres, Juan Urcariegui García y Blanca Nave López. A ninguno de los tres, a pesar que los puso en su columna, los pone en el libro.
¿Qué otras omisiones tuvo Nicomedes Santa Cruz?
El coronel Eduardo Román Thomson del Callao, de la rama de infantería, chalaco que nació en 1905, veinte años mayor que Nicomedes, y que murió en 1964; casado con Esther Morey, uno de sus hijos es embajador. El año 1968, le publicaron su libro ‘Inspiración’, donde la mayoría son décimas de pie forzado y otras libres. La señora Esther, me regaló el libro y manifestó: Nosotros fuimos a canal cuatro con mi hijo y le dijimos al señor Santa Cruz ‘aquí le traemos un libro de mi esposo’. Libro con bastantes composiciones en décimas y tampoco este inmenso hallazgo aparece en el libro ‘La décima en el Perú’.
Hay una profesora, Edelmira Lizarzaburu Leiva, se supone que es trujillana, digo se supone porque he encontrado su tumba en el Cementerio El Ángel, pero no tengo el dato preciso sobre su nacimiento, que llegó a publicar dos libros de puras décimas en la década del 70’, los originales de esos libros los tiene el sobrino de Nicomedes, Octavio Santa Cruz Urquieta, el guitarrista. Él tenía los originales y me los prestó, los fotocopié.
Ni qué hablar de los zañeros: no menciona a Cristian Colchado, a Eduardo Colchado y, sobre todo, a Juan Leiva. Ahí hay un problema porque la familia Leiva dice que hay composiciones que Nicomedes asume como suyas y que son de Leiva; Octavio Santa Cruz dice que no es de esta manera.
En el repertorio de un decimista hay décimas propias y ajenas; en decimistas antiguos, más ajenas que propias porque como iban a contrapunto confrontaban disco duro contra disco duro; uno ponía su composición y el otro contestaba con otra composición por el mismo tema; entonces, por ahí tenía alguna suya, pero gran parte, de otros cultores o de la tradición. En la actualidad es al revés, la gente tiene composiciones propias y por ahí se agarra de algún amigo o colega. Por ejemplo, hay gente que ni a cañones le sale una décima jocosa, entonces se aprende una. Yo por ejemplo, como no soy chistoso, no tengo una jocosa; he aprendido una de Saúl Anchante Baylón (Ica, 1940), que refleja la realidad de ciertos comensales del país.
Entonces digo ¿qué pasó con estas omisiones?, pero esa es la realidad hasta el año 89’; una realidad en la que no se difundía a todos los cultores de la décima en el país,habían sesgos. No existía un movimiento nacional. Incluso en un mismo departamento teníamos cultores que no se conocían entre sí.
¿Cómo empezó tu labor de reunión de los decimistas?
A principios de 1990 conozco a Juan Urcariegui García; él me presenta a Ernesto López Soto (Barrios Altos) y a Saúl Anchante (Ica); luego, por mi hermano Rubén, conozco a un Técnico de la FAP, Ángel Barrionuevo Spencer; el papá de una amiga profesora, del Valle del Tambo (Arequipa), sabía décimas que nadie conocía y que había aprendido cuando era joven, me refiero a Juan Talavera Salas. También, otra amiga, me presenta a Eleuterio Villón Flores, que residía en Barrios Altos; el finado Pedro Delgado Rosado me comunica con dos decimista, Víctor Parraguez Vásquez (Ferreñafe) e Hildebrando Briones Vela (Zaña).
Entonces organicé el Primer Encuentro de la Décima en julio de 1991 que se inauguró en la entonces Asociación Nacional de Escritores y Artistas ANEA, siguió en la Casa del Maestro y clausuró en la Sala Capitular del Convento Santo Domingo. Vinieron dos amigos chilenos, Juan Pérez Ibarra y Luis Ortúzar Araya. De ahí empezamos a hacer un encuentro nacional cada año, el décimo se hizo en el año 2000 y pasamos de los 82 cultores de la décima en el Perú, vivitos. Por tanto, la afirmación de que no había decimistas en el Perú, se podía demostrar que no era exacta.  Y, encima, se conocían.
Fue un grupo grande al que, asumo, fue difícil organizar al principio…
Se sabe que los grupos cuando son pequeños, están unidos, y cuando son grandes, empiezan a dividirse. Por ello, seguramente, se juntan los más muchachos, que memorizan con rapidez, pueden hacer improvisación, tienen mejor dicción y presencia de escenario; a los viejos, los relegaron. Yo me separé de ellos y me dediqué a buscar a los viejos. Después, a la gente que estaba en el campo, que son los que realmente tienen un oficio diverso y la poesía para ellos es una pasión. En cambio, los urbanos empiezan a hacer actividades para vivir de la décima y se empiezan con el espectáculo para entretener y ya no es un cultivo de la palabra profunda, directa y sencilla o para hacer las reuniones del canto a lo divino, las vigilias, la décima religiosa, etc.
La búsqueda de los decimistas se convirtió en un trabajo de años…
Comencé a indagar en el pasado. Porque la única referencia era la de Nicomedes y me decía: ‘¿Solamente esto ha habido en el Perú? Y me he encontraba con ¡puff! (risas) bastantes decimistas peruanos. Hay otros que no siendo peruanos estuvieron mucho tiempo en el Perú, caso del Juan del Valle y Caviedes (Siglo XVII), que hacía décimas; otro posible hallazgo, Adriano D’Alecio (hijo de Mateo Pérez D’Alecio que murió en 1600) que sería el cultor peruano más antiguo, según la ‘Oración fúnebre’ que está en décimas tal como lo manifiesta Luis Alberto Sánchez. Habrá que seguir buscando el material.
Esas son las cosas que traté de hacer aquí desde el año 89’, en dos líneas: indagar sobre el pasado y si existían decimistas en el Perú. Después de tantos años se puede decir que el pasado de la décima en el Perú era más amplio de lo que se conocía hasta lo que presentó Nicomedes. La décima continúa hasta ahora. Existen movimientos. Justamente, ha juramentado recientemente, una junta de escritores en Chancay donde la mayoría son decimistas; ahí Antonio Silva, que es chancayano y vivió mucho tiempo en Chincha Baja, está haciendo sus aportes; Augusto Palomares, está haciendo sus aportes con jóvenes.
El nueve de diciembre del año pasado, se le hizo un homenaje a Godofredo Camacho Guevara, de Chepén, lugar donde hay varias versiones de encuentros anuales de la décima dentro de la Semana Turística de Chepén. En Chiclayo hay todo un movimiento con decimistas como Iván Santa María, Miguel Reinoso, Nancy Flores, Raúl Ramírez, Carlos Távara. La gente que está en Moquegua con Fidel Alcántara; en Nasca con Jorge Gamboa; hay tantos…
¿Cuál fue el motor que impulsó las investigaciones?
Conocí a un viejo en el año 85’, mi maestro y amigo Lázaro Salgado Aguirre (1902 – 1987), que me dijo, ‘¿cómo es la décima en su país?’ y yo no tenía ni idea. Entonces vine a Lima, reuní materiales; luego de leerle los libros que llevé me hizo dos observaciones centrales: Una, ‘Ustedes son un país que tiene más tradición que nosotros y en su país tiene que haber más’, fueron sus palabras; otra, ‘La tradición no desaparece tan fácilmente’. Estas opiniones se transformaron, cuando vine en diciembre del 89’ en mis dos hipótesis de trabajo, y he laborado en esas dos líneas.
Había que ir a Zaña, había que darse vueltas por Ica, Chiclayo y comenzaron a aparecer los decimistas… Nos reuníamos todos los sábados en la tarde y por varios años; además de conversar, teníamos una parte de la reunión a la que le decíamos ‘el quirófano’: unos colegas leían sus composiciones y venían los bisturís, los alicates, y entonces ‘lee otra vez la segunda décima, parece que está corta’; se hacían otro tipo de observaciones ‘¿cómo en vuelos de un avestruz?’ ¡no sabía que un avestruz vuela!
Ese período fue importante porque se corrigieron métrica, rima y además significó que la gente ampliara su repertorio y tuviera mayor variedad temática. En los encuentros nacionales decíamos ‘no hay décimas para los niños’ entonces unos comenzaron a hacer sobre juegos infantiles, otros empezaron a voltear cuentos traducidos en décimas. O leyendas. Yo hice la leyenda del Lago Titicaca en décimas y El Principito; Óscar Navarro, ‘El padre Pata’, una de las Tradiciones de Ricardo Palma.
Creaciones por demás divertidas y que despiertan imaginación…
Óscar Vega hizo un partido de fútbol de las frutas contra las verduras y yo hice un partido de fútbol de las aves contra los mamíferos, tratando que sean de la fauna peruana. Luego entramos a utilizar técnicas: el cabo roto, el redoblado, la esdrújula. Tú revisa la obra de Nicomedes y no tienes ningún verso que termine en esdrújula, él no manejaba ello. Con el punto fijo, tiene una, ‘Cómo me duele la frente’, que también está en el repertorio de Juan Leiva de Zaña.
¿La figura de Nicomedes Santa Cruz es importante para la décima peruana?
Como he mencionado a Nicomedes me gustaría hacer algunas precisiones. No existe el mejor decimista en el Perú; es imposible, por la variedad temática, el manejo de técnicas, el repertorio, la profundidad en el tratamiento.
En Nicomedes, me parece,  tres aspectos fundamentales: es uno de los mayores difusores de la décima en el Perú, aproximadamente de los años 60’ a los 80’; estuvo en la prensa escrita, en la radio y en la televisión; publicó discos long play y cassettes, libros, creo que eso es importantísimo.
En segundo lugar es un gran intérprete en la declamación, caso del ‘Meme neguito’ que es una interpretación muy buena. En tercer lugar, Nicomedes es el que inicia el estudio de la décima en el Perú; anterior a él, no hay; Donayre Bizarreta, hizo algo pequeño en ‘Campiña iqueña’; igual Matos Mar con ‘Erasmo’ y José Durán, al que habían acusado de ser un huaquero del criollismo (risas).
Durán, al ser un tipo culto y conocedor de la décima, tenía bastante material…
Al respecto, siendo Durán un tipo que sabía tanto, y me imagino tenía mucho material, no produjo lo que podía y, lamentablemente, por boca de un maestro sanmarquino, el archivo de Durán lo vendieron a una entidad académica norteamericana. Lo mismo, pasa con la biblioteca de Nicomedes, ¿dónde está? ¿En España?
En cuanto a mí, además de los depósitos legales de mis trabajos y de otros amigos, he realizado donaciones de otros libros a la Biblioteca Nacional; he ofrecido organizar un archivo de poesía tradicional castellana, no solamente con impresos sino también material sonoro y audiovisual, pero no les interesa y me dicen que no está considerado en el organigrama. Creo que si no fuera por el General José de San Martín, ni tendríamos Biblioteca Nacional hasta ahora (risas).
¿Cómo es el panorama en otros países?
La Biblioteca Nacional de Chile, en Santiago, creó un archivo justo cuando se va Pinochet y entra la democracia. Micaela Navarrete es la fundadora del Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares, ubicado en el tercer piso de la sede antigua; ahora, la titular es Soledad Abarca. A pesar de las limitaciones, realizan envidiable trabajo y que es un buen referente acerca de cómo han rescatado narraciones, poesía y, además, los poetas populares pueden ir y los atienden como corresponde, les ponen los audífonos y escuchan cosas de hace mucho tiempo.
He trabajado tanto tiempo recolectando todo este material que quisiera donarlo a una entidad que no solo pueda guardarlo sino, sobre todo, ponerlo a disposición gratuita de los poetas populares y no donde pirañas y gallinazos con dos pies podrían hacer que desaparezca, no. Este problema, también lo tiene un amigo en Chile, Santiago Morales, que es payador y doctor en química y farmacia; similar, otro amigo en Argentina, Abel Zabala. Un buen hijo o hija guardará el archivo como recuerdo, en memoria del padre pero sin disponibilidad para los poetas y la colectividad; otros, cuando muere el loco que reunió tanto material dirá ‘¿cuándo valdrá? Ah, 180 mil dólares, ya está, lo vendo’.
Concluimos, luego de esta entrevista, que hay movimiento de decimistas en Perú y el mundo, y para rato…
Existe un tremendo movimiento en la mayoría de los países de habla castellana y portuguesa con cultores y estudiosos de la décima. Se suceden eventos y constantemente hay publicaciones diversas, impresas, sonoras y audiovisuales.
Me siento contento porque en varios eventos de la décima donde asisto, los aprecio con tranquilidad y nadie me conoce; digo, qué bueno, ahora hay más gente que cultiva la décima. Algo similar me decía Águeda Zamorano, a la que le dediqué el libro “Flores de la décima. Mujeres de Iberoamérica”, quien iba a todos los eventos de la décima y no la reconocían.
Tengo otros trabajos que poco a poco irán saliendo. Me preocupo de terminarlos y ya no tanto de publicarlos pues se pierde mucho tiempo y no siempre hay respuestas apropiadas. La décima del Perú es inmensa y hermosa, somos una particularidad en el conjunto iberoamericano. Con paciencia, laboriosidad y algo de terquedad, seguiremos avanzando. 

Cortesía: Germán Súnico 

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