OLENKA
La veíamos pasar en silenciosa admiración, bajo sus
mejillas se encajaba una sonrisa perturbadora. Lo más sorprendente era su
extrema sencillez, le bastaba con mojarse el pelo, hacerse una cola y sonreír,
parecía no ser consciente de su belleza porque siempre andaba sencilla y nunca
intentaba llamar la atención, aunque, claro, para nosotros y toda la comunidad
masculina del colegio ella, sin quererlo, acaparaba todas las miradas.
Por
lo que sé, tenía pocas amistades, su círculo social se limitaba a sus amigas de
salón, pero poseía un grueso número de amigos-pretendientes. Lo sé porque era
lo que veía a la hora de entrada, en la tarde, mientras las chicas, estudiantes
de la mañana, salían, yo y mis amigos esperábamos que nos abrieran el portón y
podía observar cómo una fila de muchachos se ofrecía acompañarla hasta la
esquina o invitarle un helado. Ella era amable con todos; no, no confundamos
era amable, solo eso.
Te
acompaño, Olenka, ¿qué dices?, te invito algo, ¿te gustan los helados? ¿Ya no entras al face, no? Y ella, sí, gracias,
sonriente, no, no entro mucho, oye me tengo que ir, mis amigas me dejan, chau,
cuídate… Por ahí otros muchachos se burlaban del galancete, jaja ¡cancela’o! Te
mandó a volar en una… Y él, jaja por lo menos me atrevo a hablarle, no como
ustedes que están que se orinan en un rincón jaja… Todos carcajeaban con sus
mochilas al hombro, el pantalón y la camisa desaliñados, mientras yo la veía
irse tranquila, sin tener la menor idea que nosotros, los mocetones de
entonces, moríamos por ella. Nos duela o no, ella nunca nos hizo caso. Nos
tenía a todos como amigos, eso sí, pero de ahí, nada. El chino Lu se había
atrevido un par de veces y nada, el fortachón Germán, el loco Romero, el chato
Polo y el negro Jairo también y nada. Al final, uno a uno comenzaron a
resignarse y a buscar alguna chica que les quite la mala experiencia que le
dejó la anterior. Yo nunca me mandé, solo la quería en silencio al igual que mi
amigo el cabezón Rodríguez. Así pasamos nuestra vida en esa época, resignados a
ver pasar a nuestra Olenka (así la llamábamos los dos) frente a nosotros distante y dolorosa.
Al colegio había llegado un muchacho algo extraño.
Julio, así se llamaba. Aunque se ganó nuestra confianza rápido, nos siguió
pareciendo extraño porque a diferencia de todos, el fútbol le interesaba un
comino; la mayor parte de la tarde se la pasaba dibujando en un cuaderno de
hojas cuadriculadas y pequeñas. Era chancón y nos soplaba en los exámenes,
quizás por eso se ganó rápido nuestra confianza. Era buen pata, le decíamos brother, me quedé sin pasaje, préstame
pe’, y él, claro, abría su mochila, toma, me lo devuelves cuando puedas, y al
final casi nunca nos cobraba. Nos invitaba a su casa a ver películas y yo le
comencé a enseñar jugar fútbol; su
desinterés por este deporte radicaba en que no sabía jugarlo. Así, poco a poco
le entró más al balón hasta que comenzó a practicarlo. De un momento a otro se
le veía darle duro a la pelota y había comenzado a jugar con nosotros, ¿has
visto? Tenía buen pie, ¿qué? Corría bien (¿viste el partido del Cristal contra
el Garcilaso?) Demoraba en cansarse, ¿y ese milagro? Había comenzado a ir al
gimnasio, ¿qué milagro? Estaba sacando piernas, ¡tú nunca ves partido! Se había
comprado un balón, ¡pa’ que veas pues! Jaja. Ese interés repentino por el
fútbol tenía un nombre: Olenka. Era algo que se veía venir, más bien hubiera
sido raro que no se fije en ella. La había conocido a la hora de entrada.
Mientras ella salía me pidió que se la presente y luego se enteró que le
gustaba el fútbol y entonces a él también tenía que gustarle. A nadie se le
cruzó por la cabeza lo que ocurriría después. A nadie, ni aún a mí que era su
mejor amigo, un hecho que movería los cimientos de nuestra Institución Educativa Emblemática…
Le gustaba el fútbol, por eso le pedí al flaco
Marcos que me enseñe, pucha… Pero qué linda es, bien bonita, estoy templa’o…
Como dice el chino Lu, más templa’o que
cuerda de guitarra, tiene fama de botada, para choteando a todo el mundo,
con ella no se puede florear; no, eso jamás, ella es distinta… Nada de floro
con ella. Hay que conquistarla de otra forma, la voy a dibujar, he descargado
su foto del face, pucha qué linda…
Primero dibujo la forma de su cara… No me gusta el fútbol, todo sea por ella,
me gusta más el básquet… ahora marco las líneas de los ojos, su boquita, su
nariz… Tiempo que no juego básquet, aunque ya aburría también… Ahora marco bien
su carita, su cabello, sombreo, sombreo… ¿Si la invito a salir, quedrá? No mejor no, paso a paso, le
regalaré el dibujo, ¿le gustará? Capaz me chotea… Pucha qué linda… Su boquita,
su nariz, pucha mi borrador… ¿Dónde está? Aquí está… Bien bonita, su nariz, su
boca, básquet… Tiempo no juego, nada de floro con ella, con calma, paso a paso,
como dice mi viejo lento pero seguro, hay
que sombrear por aquí, ojalá que no se me ponga botada, pucha es bien bonita…La
otra vez logré sacarle su número, buen avance me dijo la mancha, pero ahí
quedas. Si supieran que me mensajeo
con ella, se mueren de envidia seguro, pero son buenos patas. A veces vemos
películas, compran la canchita y listo, qué cine ni qué cine, te descargas la peli, alistas la cancha, arreglas el
resorte del mueble y queda listo tu cine… ¿Y si la invito al cine? Pucha ahí si
le caigo, pero estoy misio ni para el pasaje tengo, si vendo mi pelota de
básquet, está buena todavía, no, mejor la cambio por una de fútbol, Pucha ahí
sí que aprendo… ¿invitarla al cine? Nada, paso a paso… Ya está el dibujo, con
trazo suave, dulce, como ella, como tú, Olenka… Pucha qué linda…
Primero me regaló un dibujito, me había dibujado.
Luego me invitó al cine, no sé por qué acepté si sabía que mi papá no me dejaba
salir, tuve que hacer méritos para que me dé permiso. Él era distinto, mis
amigas se dieron cuenta, ese chico quiere contigo, decían, uno más para la
colección, y yo solo me reía, solo es amable conmigo, no sean mal pensadas. En
el salón me comenzaron a fastidiar porque
se enteraron que fui al cine con él. La pasábamos bien, pero no fue allí
donde me cayó, fue en la segunda salida, nos habíamos sentado al último, había
poca gente en la sala, parejas que como nosotros le importaban poco la
película. Estuvimos así tres meses, la única que estaba al tanto de todo era mi
mamá, mi papá no lo sabía… Las veces que íbamos al cine eran hermosas, después
de la película caminábamos por el malecón, luego él me dejaba en la puerta de
mi casa. No sé cómo perdimos la cabeza, fue en la casa de mi abuela, no había nadie
en ella, todos estaban de viaje. Era un lugar tranquilo para conversar. A esta
visita a la casa de mi abuela le sucedieron más, a veces sentía remordimientos
por lo que hacía, pero Julio era todo para mí, a la cuarta o quinta cita
sucedió lo que ya había empezado a temer, tengo que decirte algo, era un temor
que me había tenido con largos insomnios, ¿qué cosa?, los remordimientos habían
aumentado, hace semanas que tengo náuseas y no me viene, temía a mis padres,
¿qué? ¿Estás hablando en serio?, nadie debía enterarse, no bromearía con eso,
tuve miedo y él también lo tuvo. Nos sentimos tan indefensos que quedamos largo
rato en silencio, nos miramos y lloramos abrazados porque el mundo se nos venía
encima; ese día juramos no contárselo a
nadie que no sean nuestros mejores amigos. En la noche, al acostarme, yo no
había dejado de llorar…
Le dije que
lo tome con calma, que no se ponga trágico tan rápido, que con un test
de embarazo…, teníamos que confirmarlo. ¡Salió positivo! Pucha, loco, qué
hiciste, y él, nervioso con la voz entrecortada, ya me fregué, brother, mis viejos…
La noticia me remeció aún más cuando me contó su
plan. El que un adolescente embarace a su enamorada no era novedad, pero que se
fugue con ella, sí. Se habían fugado a
Barranca, flaco, yo te llamo cuando lleguemos, ahí nos esperará la amiga de
ella, una vez que te llame le cuentas todo a mi papá, le dices que estamos
bien… solo cumple con decirle… Él me había llamado, pero no fui a decirle la
noticia a su papá, no tuve valor. Pronto se escuchó, en la voz bronca de un
viejo locutor insomne, la noticia de la
desaparición de dos adolescentes en extrañas circunstancias. Todo se
mantuvo así hasta que un tombo fue a mi casa a preguntarme si sabía algo ya que
yo era amigo de Julio. No pude más y solté la lengua. Los habían encontrado. En
el colegio todos lo comentaban, bromeaban con eso, pero en el fondo nos dolía,
nunca imaginamos un escenario así para nuestra Olenka y, aunque ya todos tenían
sus enamoradas aún veían en ella un amor platónico, irrealizable, tan imposible
como retroceder el tiempo y prevenir el embarazo.
A veces la veo, ya no está con Julio, camina por
algún parque e intento acercarme, pero aparece un rapazuelo juguetón, se lanza
sobre ella y le da un beso. Aún mantiene su belleza y todavía parece que es su
sonrisa su mayor atractivo, aún creo que debe tener embobados a muchos
pretendientes, la buscarán e intentarán conversar con ella, ella siempre será
amigable, entonces me doy cuenta que es la misma, la misma que veía pasar distante y dolorosa.
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