Historia de Mujeres

17 octubre 2009

Hace algunos años cuando aun mis hijos eran pequeños, me dedicaba a cuidar niños para ganarme algunos dólares y no depender económicamente de mi esposo. En Nueva York, el ser “Babysitter” o nana de un niño/a es una actividad común para muchas mujeres inmigrantes, hay trabajo para todas las categorías y ganando diferente salarios. El estilo de vida hogareña común de los pobladores de esta ciudad es tener dos entradas económicas, para solventar el modo de vida que se haya escogido.

Aquél día era un lunes de verano soleado, ligeramente ventoso, el cielo era azul y cristalino como son en general los días en Nueva York si no está lloviendo, nevando o cubierto de neblinas. Podría haber sido el mes de Julio, no recuerdo exactamente; pero se dibuja en mi mente la figura clara y conocida, con quien siempre nos encontrábamos durante mi obligada marcha por la calle 69 y el boulevard de Queens, en dirección al subway numero 7 (tren subterráneo) que me llevaría a la Isla importante de Manhattan. Mi vecina estaba impecablemente vestida como siempre la veía, un maquillaje exacto ni exagerado, ni muy poco, una falda color celeste tallada, pero adecuada para un día de trabajo profesional, blusa blanca de seda y saco del mismo color de la falda; tenia zapatos negros de tacos medianos estilizados, que hacían juego con el pequeño bolso de mano. Como un gran accesorio no faltaban los aretes pequeños que hacían juego el color de su traje y sus cabellos cortos llevados profesionalmente peinados, formado la imagen perfecta de una mujer latina profesional que pone cuidado a su apariencia.

Como siempre las dos sonreímos amigablemente, nos dimos un saludo fugaz para yo pasarla a pasos agigantados porque tenía que llegar al lugar de trabajo y claro tenía que tomar el trasporte lo más rápido posible. Era una típica mañana en Nueva York, en donde los caminantes nos pasamos unos a otros a veces con un simple saludo, otras ignorándonos, pero todos encerrados en nuestros mundos internos y pensando en nuestras actividades personales entre el mundanal de vidas que atravesamos. Dos horas más tarde en aquel mismo día, tome el ascensor de servicio en el edificio en donde me encontraba para ir al subterráneo en busca de la lavandería pública, para hacer un favor a la madre del niño que tenia a mi cuidado y ponerle a lavar la ropita del día, ya que hacía más de una semana que faltaba la persona que hacia esas tareas. Esta era la primera vez en más de un año que llevaba trabajando con Michael, que se me había pedido hacer una labor como esa y gustosa fue aceptada.

El ascensor se abrió y de espaldas estaba una mujer con cabellos cortos nítidamente peinados vestida con una bata de tela floreada a botones y unas chanclas cómodas para trabajar; ella estaba distraída tratando de separar la ropa de diferentes colores que llevaba en el carrito de lavandería. Luego de mi simple ‘Hello” al entrar ella levanto la cabeza para responder el saludo y las dos sonreímos con sorpresa. Si, era mi vecina, no recuerdo si me dijo que se llamaba “Elba o Etna,” a la pregunta mutua fue -¿qué estábamos haciendo allí?- Ella respondió que cumplía con unas horas de trabajo de limpiar un departamento y lavarles la ropa; hacían 10 años que Elba trabajaba en ese edificio, primero lo hizo 5 veces a la semana ahora hacia solamente 3 veces por semana. Mi respuesta fue simple: “, hago “babysitter” y trabajo con un niño de 3 años que ese día estaba enfermito y no podía salir hacer actividades al aire libre por eso me había comprometido a lavarle la ropa que necesitaba. También aquel día pude enterarme que Elba estaba en los últimos meses para terminar la maestría en Servicio Social Clínico en la Universidad de Nueva York. Por ese motivo de lunes a viernes ella estaba haciendo prácticas, en el hospital de Bellevue de Manhattan desde la 1:00 pm hasta las 6:00 pm por eso salía tan profesionalmente vestida de casa todas las mañanas. Luego al terminar sus limpiezas comía un almuerzo ligero, y se iba a completar su segunda tarea.

Elba y yo nos volvimos a encontrar muchas veces durante el viaje, en cada encuentro entablábamos conversaciones con confianza y respeto. Le conté que yo iba a la universidad de noche, pero como tenia a mis hijos pequeños se me hacía difícil hacer todo las asignaciones correctamente, ella sonreía amigablemente dándome palabras de aliento, me contó, que ella había trabajado para mantener a sus hijos hasta hacerlos profesionales los dos, pues había emigrado de Colombia hacia más de 20 años llegando a Nueva York con sus dos hijos, sin un esposo que los ayudara. Un día cuando le dije que iba a parar de estudiar porque no soportaba la tensión que llevaba, ella me dijo muy enfáticamente: ¡Vickie no pares!- si lo haces vuelve a comenzar en ese entonces, Elba había ya terminado su maestría y estaba trabajando a tiempo completo en el mismo hospital que había hecho la práctica. Volvió a repetir ¡no pares!- y me mientras con una mirada nostálgica dijo que si ella fuera más joven trataría de hacer el doctorado de la carrera, tener un PHD. Yo incrédula le contesté: - ¿cómo más joven?- Si se te ve tan joven Elba, _ Sonriente con el rostro sin edad aparente que tal vez lo tienen muchas mujeres de 40 años me dice: Vickie tengo 70 años, ya estoy cansada llevo más de 10 años estudiando y trabajando quiero descansar un poquito. En aquel momento admire a esta mujer eternamente, mire a mi misma con menos de 40 años quejándome de estar cansada y aun no había terminado un bachillerato y ella termino su Maestría a los 70 y aun deseaba poder hacer el doctorado. Luego de 2 o 3 años ella se mudo de departamento y no he vuelto a verla más, pero la lección aprendida se quedo conmigo.

Ayer tuve la oportunidad de mirar el “Talk show de Oprah Winfred”- entre otros epigramas presento la historia de una mujer africana llamada Tererai Trent- Oprah Winfred, en este momento es la norteamericana de raza negra que esta considera como la mujer que tiene más influencia en el mundo, también la norteamericana más rica del mundo. Ella según sus propias declaraciones hechas en su show, nació entre la pobreza en un estado que hasta ahora no es completamente desarrollado el Mississippi; hija de una madre soltera. Oprah cuenta haber tenido una niñez y adolescencia muy duras, se vestía con ropa hecha de costales de papa mientras que otros niños se burlaban de ella. Sufrió abuso sexual desde los nueve años de parte de miembros de su propia familia, se fue de la casa a los 13 años, fue madre a los 14 de un hijo que murió en la infancia. Sin embargo Oprah al ser recogida por su padre, sobre salió como estudiante y se gano una beca para la universidad del estado de Tennessee. Oprah, trabajo desde su adolescencia y fue redactora de noticias a los 19 años mientras estudiaba comunicaciones. Más adelante en chicago consiguió que un Talk show de tercera categoría, se convirtiera en el número uno en audiencia, triunfo primero a nivel local y luego se hizo un hit a nivel nacional, ahora el show de Oprah es respetado internacionalmente y ella es considerada como una comunicadora de alto calibre mundialmente. Oprah es filantrópica y humana, tiene muchas misiones donde emplea el dinero que gana, incluyendo una escuela para mujeres en el África y por supuesto se codea con las personalidades más influyentes, incluyendo nuestro presidente Barack Obama. En 1985 el año que nació mi hija, Oprah participó en una película llamada el “Color purpura” y fue nominada para un óscar. Oprah ha triunfado ante la adversidad que le brindo la vida al nacer, tuvo sueños de grandeza que los hizo realidad y lo sigue haciendo.

La Historia de Tererai Trent: Nació en una zona rural de zimbabwe en el África donde no había electricidad ni agua potable, como ella misma conto en el show de Oprah y frente a las cámaras de televisión, era una niña que no tenía ningún futuro como lo son muchas que nacen en su misma condición, casi con las lagrimas en los ojos decía: “Recuerdo perfectamente cuando mi padre señalaba a mis hermanos y otros chicos varones diciendo”: Eh allí los trabajadores del mañana, ellos necesitan nuestra ayuda para darles una educación, las mujeres ellas se casan .. Tererai, termina diciendo que a ella le desgarraba el alma y el corazón esas palabras, porque ella llevaba un deseo secreto, de estudiar. Ella sin darse por vencida aprendió a leer y escribir con los libros de sus hermanos, era ella quien le hacia las tareas escolares, Un día una maestra descubrió el secreto y le pidió al padre de Tererai que la dejara estudiar. Luego entonces atendió la escuela pero solo por dos periodos escolares, porque a la edad de 11 años la casaron y se convirtió en ama de casa y madre. A la edad de 18 años Tererai ya era madre de 3 hijos y dice que hasta ahora tiene pesadillas cuando recuerda que no había abandonado su deseo de estudiar y que por expresarlo siempre a su marido este la maltrataba físicamente ya que él se oponía completamente. En el año 1991 Jo Luck de la Organización Heifer internacional, visito la ciudad natal de Tererai y este hecho le cambaría la vida para siempre.

Cuando Jo Luck , le pregunto si ella tenía sueños para el futuro al principio Tererai dijo que ella no podía soñar, luego relato sus mas infinitos deseos de ser una mujer profesional: “ Quiero viajar a los Estados Unidos, luego quiere obtener un Bachillerato, luego una maestría y finalmente un doctorado dijo Tererai. – “Esos sueños son muy fáciles de obtener” le contesto Jo Luck; luego de este encuentro Tererai le comento a su madre la experiencia y sus sueños, esta le brindo su apoyo incondicional, pensando que si su hija hacia realidad sus sueños rompería el siclo de esclavitud que tienen la mujeres en ese país. _ En 1998 Tererai se traslado a Oklahoma con su esposo y sus 5 hijos, tres años después ella terminaba su bachiller en estudios agropecuarios, luego. En el 2003 su esposo fue deportado de los Estados Unidos por las constantes golpizas que le daba a Tererai; en ese mismo año ella obtuvo una Maestría. Este año en 2009 Tereari recibirá su grado de PHD y finalmente podrá marcar todos los sueños cumplidos, aquellos que ella escribió en un papel, lo escondió en una lata vacía y los dejo enterrados debajo una piedra de su pueblo natal. Cada vez que completa un sueño ella viaja y marca lo que ha hecho en el mismo papel arrugado.

Como soy una mujer valiente como ellas, estas historias han tocado mi alma espero que las suyas también toquen y que nada ni nadie apague las llamas de sueños que arden dentro de vuestros corazones. Todo se puede hacer con harto trabajo y un sinfín de valentía y paciencia.

Autora: Arianna Espada Caldas

Ámbar-Perú

Nueva York, Octubre de 2009

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