Pablo Cingolani tres textos tres

18 junio 2018

The rolling stone 

A “Chichizo” Lopez

Soy una piedra del abra de Mullumarka
Soy una piedra que he visto a todos los cielos desbarrancarse, he visto a toda el agua fluir, fluir sin cesar, fluir como siempre las aguas fluyen –jamás fue igual
Hoy, que los cielos se me desbarrancan encima y las aguas que fluyen, me roen, me bañan, me halagan
Hoy, que no hay más que lluvia arriba y agua que se desata y me abraza, me ronda y me sacude, me incita, agua que tal vez me arrastre, tal vez me haga rodar
Hoy, estoy anhelante. Hoy, estoy soñando
Soy una piedra
Soy una piedra del abra
Soy una piedra del abra del Mullumarka
Tal vez, mañana, cuando las aguas bajen, si me abajan, si me agasajan, si me hacen rodar, seguiré siendo una piedra
Pero te volveré a hablar desde, quien sabe, mi nueva morada: la quebrada de Huacallani
Oh, dios: Deja que anhele, deja que sueñe, deja que suceda, déjame rodar.

Pablo Cingolani
Río Abajo, 10 de junio de 2018


La balada de las piedras

Yo estoy aquí, viendo cómo la lluvia se desata encima de estas montañas y viendo cómo estas montañas lo agradecen en secreto
Yo estoy aquí, y estoy en silencio, bebiéndome el aliento de esa lluvia, toda esa magia que lava las piedras y las ahuella y las despierta y las hace cantar
Y yo escucho el canto de esas piedras, a esta hora donde la lluvia se agota, y toda el agua caída ya compone con ellas nuevas honduras y nuevos sentimientos y dicen, la piedra y el agua dicen, que el sol de nuevo se acerca
Yo estoy aquí, oyendo el susurro, la balada de las piedras, a la espera del sol, del sol del atardecer, que se acerca, ya viene, ya me abraza, me alimenta.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 10 de junio de 2018


Te vas a quedar en silencio y lo vas a escuchar

Te vas a envolver en tanto frío y te volverás presente siempre, jamás ausencia, porque será el frío el que te devolverá las manos, será el frío el que angostará la angustia, será el frío el que te devolverá la fe y te hará luchar
Te vas a desatar en ese viento que azuza a los molles y a las acacias, las hace gemir de tanto azotarlas pero, a su vez, las fertiliza: no habría flora si el viento no la cría; no habría poesía si el viento no agita las semillas del mundo, de ese mundo que reverdece cada vez que el viento arrecia
Te vas a alumbrar en la noche, en la noche donde vos crees que no hay faros a la distancia: mira hacia arriba
Te vas a quedar en silencio y vas a escuchar todas las palabras que el frio, el viento y la noche tengan que decirte
Te vas entonces a abrigar, a embriagar, a amparar, a dejar volar, en todas las palabras que ellos te digan, en todos los mensajes que te brinden, y vas a seguir su huella
Te podés perder, pero la vas a encontrar
Te podés olvidar, pero la vas a volver a encontrar
El destino nunca cede: uno es el que no lo acompaña, no lo alienta, no lo cuida, no lo arrima al fogón para contarle, no lo acerca al fuego que nunca se apaga, para que él te cuente. En medio del frío, del viento, de la noche: te vas a quedar en silencio y lo vas a escuchar.

Pablo Cingolani

Río Abajo, 10 de junio de 2018

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