Los horrores de imprenta‏

07 septiembre 2015



Es célebre la anécdota, aquella,   de la cólera terrible del "Cantor de América" que remeció el local de un diario limeño,  cuando,  Chocano,  vio  el lecho de su verso convertido en leche (y estoy seguro sin la mínima mala leche).

Por otra parte, recuerdo la confesión de Oscar Wilde refiriendo que permanecía toda una mañana pensando en quitarle una coma a su escrito; al mediodía, por fin,  decidía  sacarla; pero al final de la tarde volvía la coma a su lugar original.

Cuando hacíamos las plaquetas de GREDA,  más de una vez el poeta Rogelio Gallardo estuvo a punto de lincharme por un error de imprenta del cual era yo absolutamente inocente... 

Después sufriría en carne propia por mis comas y otros errores, para mi tan descomunales, pero en la pupila de los  editores tan mínimos que resultaba siendo -yo- un  neurótico de atar.

Y ahora encuentro esta nota a cerca del karma de Ribeyro: piquero por pisquero y sol decía por Sol de íca ¡Cosas mayores!

Yo había encontrado un error en una carta que Julio Ramón  hace a su hermano Antonio  citando un verso de Vallejo:  ¡Oh botella sin vino! ! Oh vino que enviudó de esa botella!; Ribeyro le quita el tilde a enviudó y concluye entonces que Vallejo escribió borracho este poema; claro había -él- enviudado a la botella. Pero al amparo del artículo de Lauer, quizá  es un  error de imprenta y estoy calumniando al célebre  autor de La palabra del mudo.

Un abrazo, maestros.

Ángel Gavidia 

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