PRESAGIO, AMOR Y PESADILLA

18 junio 2013

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Nicacho Catire Antaurco está por salir de su casa para verse con su enamorada, cuando unos aullidos lastimeros estremecen la noche.
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- El diablo anda cerca, no salgas hijito, los perros nos avisan cuando ronda el mal -le advierte su mamá Ipicha.
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Haciendo oídos sordos Nicacho acude a la cita. Al llegar a la plazoleta de Quihuillán dan muestras de vida: la luz de un candil en la ventana de una casa y el canto de los grillos. Es miércoles 28 de diciembre de 1949, y como todos los pueblos del interior de la sierra de Ancash, Chiquián 
no cuenta con alumbrado público.
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Mecánicamente sus piernas lo llevan al sitio de siempre: la banca de la esquina más oscura, lugar de sus encuentros amorosos con Juana. Prende un cigarrillo y fuma, mientras su pensamiento lo conduce a los brazos de su amada. Y así, pensando y fumando, uno tras otro cigarrillo 'Inka" van pasando las horas. A las 12 se apaga el candil y el lugar queda en tinieblas. Enciende un palillo de fósforo y mira su reloj de bolsillo.
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- Es medianoche y Juanita no viene -dice apenado, oteando en la oscuridad el camino de llegada.
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Cuando está a punto de retornar a su casa, el ruido de unos tacones hacen que vuelva la mirada; va a hablar, mas unos labios sellan sus palabras con un beso apasionado.
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- No digas nada amor -susurra la mujer.
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Nicacho comprende que las palabras sobran y se recuestan para amarse como todos los mié
rcoles de fin de mes. Esfumado el clímax, nota algo tibio en su hombro derecho, pasa sus dedos, los lleva a sus labios y siente el sabor a sangre.
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- ¿Qué raro, me habrá lastimado el hombro con el taco de su zapato
? -se pregunta.
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Pone su mano en el pie de su amada y se topa con una pata de gallo. ¡Dios mío, es el diablo suplantándola! -piensa asustado, se para como puede y corre sujetando su correa hasta su casa sin detenerse. Siente que lo siguen.

. Sobre la mesa de noche aguarda una nota que le han enviado hace unas horas: 'Amor, no pude ir a la cita, mi mamá no ha retornado de Huaraz y mi hermanito no quiere quedarse solo. Juanita”.
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Termina de leer y asegura la puerta. La nota de Juanita confirma sus dudas y sabe que el diablo lo vigila para un "mañanero" de despedida; descorcha una botella de anisado y bebe todo el contenido intentando calmarse.
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En unas horas el licor hace efecto y el sopor le crea una sensación de vacío e ingresa a un sueño donde no puede moverse, los muros aprisionan su cuerpo, su piel transpira, el bochorno es irresistible, quiere hablar, gritar, pero no puede articular palabra ni mover los brazos, las sílabas se anudan en su garganta... las ánimas del purgatorio copan su mente atormentada hasta el alba. De pronto: ¡PUN PUN PUN! tocan fuerte la puerta y abre los ojos con sobresalto,  pero se tranquiliza al escuchar:

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- Despierta hijo, vas a llegar tarde al trabajo, don Tiburcio es muy estricto.
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Cusco, 01 de noviembre de 1975

Fuente:
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Libro de bolsillo "Relatos del más acá" (Pág. 69). Ediciones Cachizada 1981


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