JUAN BENAVENTE : POEMAS

18 enero 2012

...Y EL HOMBRE
I

Torrente de sangre caminante,
uniforme engranaje de células, pelos...
su sombra arrastrando,
cuan eslabón inseparable
irrumpe como un cimbreante destello
retronando su presencia.

Andar cuyo latido cumple
el ritmo de la vida
generación que pasa...
hombre que queda
desde que ha llegado a ésta
en el umbral del diado
con el llanto advertido y
el dolor agreste de la madre.

II

Hombre, de repente erguido,
balbucea...
fantasiando su infantil universo;
pero aún esencia...
esencia de devónico estado.

Hombre, esclavo del pan y de la vida
cuyo sacrificio enarbolado
concederá el traslado
a la cima del laberinto
¿Cómo y por qué...?
es cuestión del baluarte rutinario
propiciar el sueño visionario
que revela el cúmulo de sensaciones,
ancestrales sentimientos y pasiones.

Al despertar...
encontrose cubierto dizque la realidad
dueño de su verdad: Ideología
¡Sí! Profusa ideología.

III

Ojos que ven, otros que no;
pero la vida aún encendida
une sentidos e
imaginación persistente,
teme y augura lo desconocido
¡eh! Hombre... origen... pura filosofía,
pensamiento preclaro,
argumento interrumpido
de música y poesía.

Lágrimas de acción y dolor masivos
hombre, creación del hombre,
nombre creación del mismo
por doquier tan desconocido.

IV

Está de pie, sentado o echado
mirando confiado al infinito o
mirándose a sí mismo.

Está aquí..., acá, ahí o allá
interrogándose, conociéndose;
de vez en cuando tocándose
buscando insistente la nada
que vagamente experimenta
tal vez materia desvanecida,
sutil y frágil, pero curtida...
largamente desconocida
a pesar de irracionales y torvas normas
de quienes ostentan autoridad aún de la vida.

V

...y el hombre,
¡ah..! el hombre,
pedazo de piedra ondulante
que fluye su pensamiento constante,
a veces fiero, necio,
insatisfacción y obsesión permanente;
pero luego...
muestra la paciencia
consignada en complacencia
con suma inteligencia.

Arrostra apego a la quimera e
intuye máxima ventura;
pero luego... ¿qué?
la pregunta de siempre
cuya respuesta vacía,
trastorna el sueño dormido
de quien pretende darse al olvido.

VI

El...
incontenible aguacerito
voz de hielo y
palabras de fuego;
tal vez propias o ajenas,
la curiosidad más absorta
despertando sus sentimientos
motivando los labios,
estrujándolos tan prestos
voluntariosos en las atenciones
con acento sideral de incertidumbre
del espontáneo amor cultivado en silencio;
pero luego, después...
producto de la desesperación
o de la casualidad,
lograr los epítetos llamativos
que se encuentran bajo la acción de hechos
que son y no son...
sólo un instante ¡éxtasis!

VII

Hombre, presencia adusta
cobijado deambula
como un badajo divagante
en el sempiterno rostro del tiempo
que asola inmisericorde;
sin embargo, desafiante gravita fácil
en espiral omnipotente
cuan por su mirada infantil
de paciencia inusitada
aclama inconsciente el mal o buen recuerdo,
escueto al fin... clímax
¡Grato recuerdo!

VIII

...y el hombre
torrente caminante
uniforme a veces,
trajina...
al compás de heráldica rúbrica
su sello vivencial en ristre.

Allá va el hombre,
hecho hambre...
sin saber atado a su frontera
con su antojado pensamiento
que acústico late parsimonioso
en su andar protestante;
síntesis de su ensimismada egolatría
de apariencia despreocupada.

Allá encima le han hipotecado
ya la vida... ya lo que no tiene...
con su nacionalidad desnacionalizada
a veces alegre, a veces triste y taciturno
títere de su propio destino o
ahora tal vez de la cibernética.

IX

...y el hombre
tierra, aire y mar que oscila...
que oscila en el espacio gris
de la nostalgia eterna,
reducto de ínfima felicidad
e infinita tristeza.

Agonía del tiempo a destiempo
confundido en su torbellino
aferrarse quiere a la vida,
quiere la vida... quiere vida
intransigente lucha antes de la ida.

X

Ahora...
alejado y mendigo de su verdad
apiña lo inevitable,
epílogo de vida
ya moribundo... recién
cuenta se da el haber nacido,
¡Oh! Lesa ironía concebida.

Dedúzcase...
simple es la vida,
simple, la muerte.

...y el hombre,
abrumado mitiga su yesca esperanza
destellante y apoteósica
resolviendo férulamente que,
algún día el hombre,
sabrá que es hombre.


Lima, otoño de 1984.



JUAN BENAVENTE Y BOULEVARD QUILCA, El 18 de enero de 1991, se inició la actividad de los Viernes Literarios con la intención de difundir y fomentar la creación literaria. A la fecha se han realizado más de ochocientas noventa ediciones en diferentes auditorios del Cercado de Lima, son 21 años celebrando todos los viernes el arte.

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