Raquel Huerta Nava : Los nuevos zacapoaxtlas o la próxima Guerra de los pasteles

18 mayo 2011

Conocida en la historia nacional es la llamada “Guerra de los Pasteles”, originada en la queja de un pastelero francés y que escaló en una invasión a nuestro país por parte de Francia. 172 años después, la acción de una joven francesa, Florence Cassez, involucrada sentimental y criminalmente con un secuestrador, está a punto de provocar un incidente muy grave para ambas naciones.
Lo que sorprende es que los franceses pretendan meter en el mismo saco a un mal procedimiento policiaco, hecho a prisa para los medios (que no exime de culpa y complicidad plenamente probadas a la joven Florence) y a toda la cultura nacional. Supongo que en Francia todos los policías son perfectos y jamás caen en el más mínimo error. Quiero suponer también que los padres de Florence le inculcaron la distinción entre el bien y el mal. Espero que a los jóvenes franceses les enseñen que el secuestro es un delito (aunque no estén en Francia, lo mismo que cualquier variante del crimen organizado).
La soberbia de los funcionarios franceses es tan grande como su ceguera. Estoy de acuerdo en que el secretario de seguridad pública, Genaro García Luna hizo un montaje apresurado y que omitió los pasos del procedimiento en la detención de un criminal extranjero capturado en flagrancia en nuestro país al no dar aviso a su embajada (pero eso tampoco convierte en inocente a una criminal). Por cierto que fue Israel Vallarta, el novio de Florence quien dio aviso a la policía de las personas secuestradas para que las liberaran, pues si ellos eran llevados presos, sus rehenes morirían con seguridad pues Florence e Israel eran los únicos que conocían su situación. A los franceses no les interesan las víctimas de secuestro que, traumatizadas por lo vivido, tardaron en relacionar a una joven de aspecto agradable con la voz de la mujer que los amenazó, insultó y torturó psicológicamente durante su cautiverio. Si uno ve la la fotografía de Florence es muy difícil imaginarla haciendo lo que hizo. Sentenciada por los seis delitos que se le comprobaron, su culpabilidad no tiene vuelta de hoja:
Sin embargo lo hizo y el extremo de los galos de compararla con la indígena presa, Jacinta Francisca Marcial supuestamente secuestradora de seis agentes de la AFI, o de los presos de Atenco, es absurdo y representa una manipulación dolosa de los hechos. El libro titulado Florence Cassez, Jacinta, Ignacio et les autres peines mexicaines (Florence Cassez, Jacinta, Ignacio y otras penas mexicanas), que salió a la venta en Francia hace poco, fruto del trabajo de dos periodistas franceses independientes: Alain Devalpo y Anne Vigna, bajo el sello de la editorial First, trata acerca de las injusticias del sistema penal mexicano. Pareciera forzar demasiado las cosas pues inventan que un destacado hombre de negocios mexicano (prestigiado miembro de la comunidad judía), Eduardo Margolis Sobol, maquinó todo para manipular a la policía y al gobierno mexicanos e inculpar a la francesa para vengarse de su hermano, Sebastián Cassez, con quien había tenido un conflicto.
Esto es alargar demasiado el merengue del pastel, si bien el montaje de la captura para los medios hecho al día siguiente, fue algo torpe, eso no exculpa el delito. Sus víctimas han reconocido plenamente la voz de esta joven que tuvo la desgracia de enamorarse de un criminal y el deseo de convertirse en cómplice de sus atracos. Está comprobado que Cassez ayudó a elegir a las víctimas de la cartera de clientes del Spa de su hermano y de los huéspedes VIP del hotel donde laboraba. Hay testigos que la vieron siguiendo a una de las víctimas en un centro comercial. Es evidente que sin su ayuda, Israel Vallarta no hubiera podido secuestrar a todas sus víctimas.
Los galos pretenden ahora demandar a Isabel Miranda de Wallace, ensuciando su nombre y reputación, pues ella, al frente del organismo que fundó en memoria del secuestro y asesinato de su hijo, protege y defiende los intereses de las víctimas y no de los criminales. La señora Wallace es sin duda alguna, una de las ciudadanas mexicanas con mayor prestigio y valor civil que se han visto en este país en los últimos años y si ella asegura que hubo presión francesa sobre los magistrados, yo le creo. Si la atacan los galos entonces debemos asumir el espíritu zacapoaxtla si es que nos queda alguno, y no permitir que el tema de un mal procedimiento exculpe a una secuestradora.
La cereza del pastel, faltaba más, es el ataque de los ensoberbecidos y manipulados funcionarios franceses contra “El año de México” en Francia, el primer acto ha sido la cancelación de una exposición de grabados de José Guadalupe Posada en Lille, población de donde es nativa Florence y cuya alcaldesa, Martine Aubry, con seguridad es amiga de sus padres. La ministra de asuntos exteriores francesa Michele Alliot-Marie declaró en forma sobrecalentada, que boicoteará todos los actos de esta celebración. Pues ella se lo pierde…en cambio le agrada vacacionar con personas de dudosa moral en Túnez, al igual que su colega el jefe de gobierno francés, François Fillon, quien pasó sus vacaciones de fin de año en Egipto invitado por el presidente Hosni Mubarak.
¿Sería mucho pedir la cordura? ¿O es tan patética la postura de Sarkozy que tiene que abanderarse en un falso planteamiento para ganar popularidad? ¿Consideran acaso a México como a una excolonia europea fácil de amenazar y humillar? Los propios magistrados del Palacio de Justicia de París están en huelga contra Sarkozy por lo mismo: intentar usar el asesinato de una joven (Laëtitia Perrais) como arma populista contra los juristas. Hace unos meses el 64 % de los franceses consideraba que sus políticos eran corruptos, en gran parte debido al escándalo, o mejor dicho affaire Bettencourt; ahora el presidente galo se convierte en paladín de sus ciudadanos (sin importar si son culpables o inocentes) y a todo esto, ¿alguien sabe cómo se llamaba el pastelero?

Apostilla:

Uno de los destinatarios de este mensaje, Agustín García, me proporcionó el dato: el pastelero monsieur Remontel, dueño de un restaurante de Tacubaya donde algunos oficiales del presidente Santa Anna, se habían comido unos pasteles sin pagar la cuenta, por lo cual exigía ser indemnizado. Remontel exigía sesenta mil pesos y fue una de las razones esgrimidas por el gobierno de Francia para invadirnos.

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