Cesar Vallejo Mendoza ! VIVE!

14 abril 2011

POEMA III de ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ

SOLÍA escribir con su dedo grande en el aire:
“¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”,
de Miranda del Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes.

Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a los compañeros pronto!
Palo en que han colgado su madero,
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

¡Viban los compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
Viban con esa be del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir

Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo,
y en su chaqueta una cuchara muerta.

Pedro también solía comer
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.

Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos los compañeros pronto!

¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara
para siempre!
Lo han matado, obligándole a morir
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos, sus todavía, sus
hambres, sus pedazos.

Lo han matado suavemente
entre el cabello de su mujer, la Juana Vásquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.

Pedro Rojas, así, después de muerto,
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
“¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”.
Su cadáver estaba lleno de mundo.

POEMA VIII de ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ:

VIII
Aquí,
Ramón Collar,
prosigue tu familia soga a soga,
se sucede,
en tanto que visitas, tú, allá, a las siete espadas,
en Madrid,
en el frente de Madrid.
¡Ramón Collar, yuntero
y soldado hasta yerno de su suegro,
marido, hijo limítrofe del viejo Hijo del Hombre!
Ramón de pena, tú, Collar, valiente,
paladín de Madrid y por cojones; Ramonete,
aquí,
los tuyos piensan mucho en tu peinado!
¡Ansiosos, ágiles de llorar, cuando la lágrima!
¡Y cuando los tambores, andan; hablan
delante de tu buey, cuando la tierra!
¡Ramón! ¡Collar! ¡A ti! ¡Si eres herido,
no seas malo en sucumbir; ¡refrénate!
Aquí,
tu cruel capacidad está en cajitas,
aquí,
tu pantalón oscuro, andando el tiempo,
sabe ya andar solísimo, acabarse;
aquí,
Ramón, tu suegro, el viejo,
te pierde a cada encuentro con su hija!
¡Te diré que han comido aquí tu carne,
sin saberlo,
tu pecho, sin saberlo,
tu pie;
pero cavilan todos en tus pasos coronados de
polvo!
¡Han rezado a Dios,
aquí;
se han sentado en tu cama, hablando a voces
entre tu soledad y tus cositas;
no sé quién ha tomado tu arado, no sé quién
fue a ti, ni quién volvió de tu caballo!
¡Aquí, Ramón Collar, en fin, tu amigo!
¡Salud, hombre de Dios, mata y escribe.

Poema XII de España, aparta de mí este cáliz:

MASA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver, ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“No nos dejes! ¡Valor” ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: ¡¡Tanto amor, y no poder nada contra
la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar…

POEMA XIII


REDOBLE FÚNEBRE A LOS ESCOMBROS DE DURANGO


Padre polvo que subes de España,
Dios te salve, libere y corone,
padre polvo que asciendes del alma.
Padre polvo que subes del fuego,
Dios te salve, te calce y dé un trono,
padre polvo que estás en los cielos.
Padre polvo, biznieto del humo,
Dios te salve y ascienda a infinito,
padre polvo, biznieto del humo.
Padre polvo en que acaban los justos,
Dios te salve y devuelva a la tierra,
padre polvo en que acaban los justos.
Padre polvo que creces en palmas,
Dios te salve y revista de pecho,
padre polvo, terror de la nada.
Padre polvo, compuesto de hierro,
Dios te salve y te dé forma de hombre,
padre polvo que marchas ardiendo.
Padre polvo, sandalia del paria,
Dios te salve y jamás te desate,
padre polvo, sandalia del paria.
Padre polvo que avientan los bárbaros,
Dios te salve y te ciña de dioses,
padre polvo que escoltan los átomos.
Padre polvo, sudario del pueblo,
Dios te salve del mal para siempre,
padre polvo español, padre nuestro.
Padre polvo que vas al futuro,
Dios te salve, te guíe y te dé alas,
padre polvo que vas al futuro…

Libro Poemas Humanos:

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París y no me corro
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...

PINCELADAS DE LA MUERTE DE VALLEJO

“si en esos avatares de tu vida viajera, un día vas a París, llévale una flor a Vallejo. Llevásela con un verso de la vida y, si es posible, dile que todavía existimos”.
Nicolás Guillén

El 15 de abril de 1938, muere el poeta santiagochuquino César Vallejo en París. Muerte que el mismo pronosticara así:
“Me moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo…”

Sobre este lamentable episodio, su amigo Gonzalo More manifiesta lo siguiente:

“Llegué minutos antes de las nueve, con una vaga esperanza de que una reacción hubiera podido producirse durante la noche. Cuando subí las escaleras, la puerta del cuarto de César se abrió, y una mujer salió corriendo, pero antes pude entrever la cama de César y lo vi rígido y con la cabeza para atrás. Hacía cinco minutos que había muerto. Cuando salimos con Juanito (el escritor Juan Larrea) entraba un cura que no sé quien tuvo la idea de llamar”.

En realidad el Consulado del Perú había enviado al sacerdote y las autoridades de dicha institución dijeron que correrían con todos los gastos del entierro, a condición de que los funerales fueran de orden religioso. Pero sus amigos More, Larrea y otros escritores se opusieron a esa idea, y pidieron que se hiciera cargo del entierro la Asociación de Escritores de la Casa de la Cultura del Perú. Ellos consideraban que: “Vallejo debe ser enterrado por sus amigos”.

En la práctica, los detalles del funeral corrieron por cuenta del Partido Comunista Francés. La Asociación de Escritores hizo circular una carta que decía:

“Queridos camaradas: cumplimos el deber de comunicaros una dolorosa nueva. Nuestro amigo César Vallejo, el gran poeta peruano, acaba de morir en París. En estos graves momentos de la historia, nuestro secretariado quiere rendir este piadoso homenaje a aquel que torturado por los trágicos acontecimientos de España, no pudo resistir tanto dolor”.

El entierro al bardo santiagochuquino fue el 19 de abril en el cementerio de Mountrouge, una pequeña cuidad de París. Posteriormente sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Montparnasse. Al frente del cortejo marcharon los escritores, entre ellos, los franceses Luis Aragón, Tristán Tzara, Jean Cassou, André Malraux, el cubano Nicolás Guillén, y otros.

Como era de esperar, cada amigo del poeta muerto que concurrió al entierro, manifestaron con sentidos términos dicho acontecimiento. El poeta Nicolás Guillén remembraba el lúgubre momento del siguiente modo:

“Yo no olvido al cholo Vallejo muerto de dolor de España en París, y a cuyo entierro fui una mañana llena de sol francés, con grandes nubes blancas en el cielo azul”.

Así, con mucho llanto, recordando a su tierra natal Santiago de Chuco y a la madre España que vivía una guerra civil, se fue el poeta que transgredía la palabra. El autor de “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Poemas humanos” y “España aparta de mí este cáliz”. Se fue de la faz de la tierra el hombre que de puro calor siempre tuvo frío.
Al cumplirse cada aniversario de la muerte de César Vallejo, el ínclito hombre de la redención social y de las letras hispanoamericanas, muchas personas, que cada día son más, no pueden dejar de pasar por alto el mensaje de su vida y de su obra, derrotero de un mañana mejor.
¡Vallejo vivirás más en la eternidad!


ACERCA DE LA MUERTE DE VALLEJO
Por: José Esquivel Grados (1)

César Vallejo en su poema Los nueve monstruos con claridad meridiana hace mención de los parientes cercanos: el dolor y la muerte, en los siguientes términos:

Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).

Según los versos citados del vate santiaguino, él es el genuino ser que nació para no morir jamás. Sigue vivo a través del esclarecido mensaje de su vida y de su obra. Sin lugar a dudas la muerte física de Vallejo le abrió de par en par la puerta delantera de la fama, cerrando por consiguiente la puerta trasera de la envidia. Con su muerte acaecida el 15 de abril de 1938, nació su inmortalidad; pues su mensaje sobre la redención del hombre palpita impertérrito en los corazones de quienes siguen de cerca el legado de su laboriosa vida y su fecunda obra.
La muerte sólo obtiene importancia en la medida en que hace reflexionar sobre el valor de la vida y aquello que se hace mientras se viaja por el mundo. Vallejo, al reflexionar sobre la muerte, manifiesta:

La muerte de una persona no es, como se cree, una desgracia. La desgracia está en otra cosa.

De ahí que la desgracia no es lamentar un episodio natural como la muerte prematura del poeta santiaguino, sino desconocer o tergiversar el mensaje de sus acciones y de su copiosa obra. Exactamente esto último constituye la génesis de un sainete que merece repudio y condena.
Los hombres como Vallejo que hicieron y hacen la historia con la voracidad de su pluma y la contundencia de sus ideas y acciones en favor de aquellos a quienes las fuerzas malignas les arrancaron o pretenden arrancarles su dignidad, vivirán por siempre en la mente y el corazón de quienes enarbolan la reivindicación y dignificación del hombre.
Por consiguiente, todos los seres consecuentes están llamados a ubicarse en el lugar que corresponde para que imbuidos del mensaje de Vallejo, sean capaces de escribir las páginas de la historia presente y futura, haciendo así realidad los preclaros ideales del más grande poeta de las letras hispanas. Simplemente se debe tener en cuenta lo que él expresó:

…La historia no se narra ni se mira ni se escucha ni se toca. La historia se vive y se siente vivir.

PROFETA DE TU MUERTE

La obsesión de muerte en tu poesía
en los albores de tu juventud
fue un claro presentimiento del alma.

Predijiste, tu muerte en Semana Santa
un día Jueves Santo, con aguacero
y sólo mas horas, impidieron tu vaticinio.

Acaeciste un día Viernes Santo
dando un gran salto a la eternidad
a las nueve y veinte de una mañana.

En plena estación primaveral en París
el día se entristeció y paralizó en el dolor
despidiéndote rumbo a tu morada eterna.

El epitafio de tu guerrera muerte
Es consumida por la dignidad de la pobreza
y enriquecida por la grandeza de tu poesía.

Profeta de tu muerte… eres Vallejo

Lima, 2008
Javier Delgado Benites

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