Sabes que me encuentro en la ladera
De la desesperación que la distancia acredita,
Construyendo la lágrima más severa
Con que esconderme atrás me invita
La desgracia se acomoda en mis ojos
Al entrar en mis oídos el recuerdo
De los mártires cantuteños sus despojos
Hirviendo en el vértigo en que me pierdo.
Aún veo las páginas siniestras de esta hora
En que el terror supremo el hambre agota,
En tanto la transnacional a cada quien devora
Succionándole el futuro gota a gota.
Ya vendieron el Perú hecho pedazos,
Qué les importa el llanto de los niños
Agarran un pan duro entre los brazos,
comiendo el aire extraño sin aliños.
Volveremos a ver cómo esperamos
El pasar los escombros de que fuimos,
En hilachas las esperanzas que labramos
Con los golpes que ayer nomás sufrimos.
Allí te encuentro, encontraré la lucecita
Que despierte mi energía adormecida.
Serás la tempestad que mi hoy la necesita
A dar sentido, a darle forma a mi vida.
A nuestros ojos se llevaron lo que queríamos,
Desangraron la encefálica masa enferma
Y pintaron de blanco lo que hacíamos
Rellenando el mañana de alienada esperma.
Pero hoy, en esta hora angelical
En que el puño de protesta,
qué interesa la amenaza policial
si eres meta hermosa en la floresta.
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