CEVICHE DE PATO

17 febrero 2009

En la campiña de Huacho hubo una vez un personaje llamado “Chálelo” que tenia propiedades en Chonta, Zapata y el Guayabal, se dedicaba a la crianza de distintas razas de gallos de pelea en sus galpones, solo le faltaba una determinada raza, un buen día se dio cuenta que uno de sus vecinos, un exitoso criador de gallos de pelea conocido en toda la campiña como “Cocho” tenia esta determinada raza de gallo de fina estampa, así fue que día tras día trataba de convencerlo para que este le vendiera un gallo de la famosa raza que tanto anhelaba tener, al cabo de unos meses, después de varias tratativas, logra convencerlo, y por fin llego a tener en sus galpones al gallo de sus sueños.
Un mes después el gallo se enfermó y Chálelo mando llamar a don Roberto Virú, el único veterinario de la zona, muy requerido en toda la campiña huachana. Don Roberto al ver al gallo, le dijo; Bien señor, su gallo está con un virus muy peligroso y es necesario que compre usted estas pastillas y lo va a suministrar por tres días consecutivos, luego de los tres días veremos si ha mejorado, si no lo a hecho entonces no queda mas remedio que sacrificarlo.
En ese mismo momento, bajo un silencio lúgubre el pato escuchaba muy atento el diagnostico del veterinario.
Al día siguiente le dieron las pastillas junto al maíz y se fueron, el pato se le acerco lentamente al gallo y le dijo; Levántate mi amigo, ten valor y ponte de pie, que de lo contrario vas hacer sacrificado.
Al día siguiente le dieron nuevamente su medicamento y se fueron, el pato todo preocupado se lleno de valor y fue nuevamente hacia el gallo y le dijo. Por favor mi gran amigo, levántate de ahí y has el intento de mover tus alas, picotea, picotea, tu puedes mi amigo hazlo ahora mismo, si no lo haces dice el veterinario que puedes morir.
Al tercer día, llegó el veterinario y junto a Chálelo le dieron el medicamento, era la dosis final del tratamiento, cosa que el veterinario dijo; Si con esto su gallo no reacciona, probablemente vamos a sacrificarlo mañana, porque puede contagiar a sus demás gallos.
Chálelo demostraba en su rostro mucha pena por lo dicho por el veterinario, lentamente como despidiéndose de su gallo cerró la puerta del corral y salió muy triste con el veterinario.
En ese momento, como todo un gran amigo preocupado, se acerco el pato y le dijo con una voz pausada y enérgica a la vez, ¡Ven amigo mío!, yo te ayudo. ¡Esfuérzate!, no dejes que la muerte te gane, ¡Aletea! ¡Aletea! ¡Canta! Así, así! Fenomenal mi hermano!
Excelente, venciste, venciste, sube al granero y canta a la vida carajo. Que venciste.
En esos instantes Chálelo pasaba por su corral y vio al gallo aleteando y cantando, corrió de emoción a su casa y llamo a su mujer para que viera a su gallo como estaba todo retózate en el techo del granero.
La felicidad de Chálelo fue tal que dijo a su mujer:
Matilde, esto es un verdadero milagro, manda traer al veterinario para que vea esto, ordena a la señora Angélica que mate al pato y prepare un sabrosísimo Ceviche, esto merece festejarlo.

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